En Hakkari (Colemêrg), en el Kurdistán turco (Bakur), la tierra es apta para la ganadería, y algunos ciudadanos y ciudadanas se ganan la vida trabajando como pastores. A pesar de todas las dificultades, el pastoreo, que tiene una historia de miles de años, continúa hasta el día de hoy. El pastor empieza a trabajar en abril o mayo y termina en octubre o noviembre.
Mehmet Erik, pastor en Hakkari desde hace 20 años, afirma que esta profesión tiene sus lados buenos y sus partes duras.
El pastor dijo que antes se dedicaba a la ganadería y que empezó a trabajar como pastor después de vender sus animales. “El pastoreo es una profesión hermosa. No siempre pastoreo. Algunos años trabajo como pastor, otros años descanso. Ahora es muy difícil salir adelante. Me gano la vida gracias a esta profesión. Todo el mundo tiene que hacer algo para llegar a fin de mes. Algunos venden ganado, otros son comerciantes y otros tienen que ganarse la vida pastoreando”, contó.
Erik explicó el periodo de seis meses en el que vive en la meseta: “Llevo a mis animales a pastar por la mañana temprano y luego los ordeño. Por la tarde vuelvo a llevarlos a pastar. Después de que los animales hayan descansado un rato por la noche, los llevo a pastar de nuevo a las dos de la madrugada. Descanso a mis animales durante una hora cerca de las horas de la mañana. Mientras tanto, duermo una hora y salgo a pastar de nuevo. Luego llevo a los animales al agua. Después de que los animales beben su agua, los ordeño. Esta es la rutina diaria. Esta es nuestra profesión”.
Erik también advierte que la profesión de pastor está desapareciendo. “Los jóvenes de hoy ya no hacen este trabajo –reflexiona-. Si los jóvenes no hacen este trabajo, este oficio va a desaparecer. Aunque hay muchos aspectos buenos en esta profesión, también hay aspectos difíciles. A veces no duermo por la noche para apacentar a los animales. Hay que cuidar bien a los animales que te confían”.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina
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