La guerra civil siria está lejos de terminar y los participantes no se muestran tímidos al aplicar el principio de quid pro quo en los enfrentamientos actuales.
En 2016, se permitió a Turquía tomar el control de la provincia de Alepo, en el norte de Siria, y de la ciudad de al-Bab, a cambio de entregar la parte oriental de Alepo a las tropas del presidente sirio Bashar al-Assad. En aquel entonces, el intercambio no era descaradamente obvio. Pero hace unos días, el 20 de enero, el Estado Mayor turco anunció oficialmente el lanzamiento de la “Operación Rama de Olivo” en Afrin; más tarde ese mismo día, las fuerzas del gobierno sirio tomaron convenientemente la base aérea de Abu al-Duhur en la gobernación de Idlib, uno de los aeropuertos más grandes y una importante instalación militar en el norte de Siria.
El solo hecho de que los grupos de la oposición rindieran la base aérea prácticamente sin un solo disparo, y que los militares turcos usaran su fuerza aérea junto con artillería reactiva y cañones sin ninguna objeción por parte de Rusia, prueba que se había alcanzado un acuerdo y que los pasos estaban coordinados. Horas antes de la operación de Afrin, en Turquía el Ministerio de Defensa ruso reubicó su policía militar y el centro para la reconciliación de las partes en conflicto al área de Tell Adjar, en la zona de desescalada de Tell Rifaat, “para prevenir potenciales provocaciones y evitar amenazas a la vida y la salud de los militares rusos”.
Parece que Ankara había informado a Moscú de los objetivos por adelantado, dado que el ejército ruso pudo moverse a 2 kilómetros (1,2 millas) de la base aérea de Menagh, que Turquía bombardeó poco después.
Además, habría sido demasiado arriesgado para Ankara lanzar una operación importante en Afrin, atrayendo fuerzas de oposición considerables, a menos que hubiera recibido ciertas garantías.
Los primeros días de la “Operación Rama de Olivo” demostraron que el ejército turco y las fuerzas de oposición aliadas intentaban apoderarse de algunas áreas que bordean el cantón de Afrin avanzando desde varias direcciones: Turquía, Idlib y el distrito de Azaz. Su objetivo era evitar un ataque frontal y establecer cabezas de puente que les permitieran avanzar y ocultar el eje de las líneas de avance principales.
En el verano de 2017, Ankara y Moscú reflexionaron sobre los posibles escenarios de su compromiso en el cantón de Afrin. Estaba totalmente condicionado a la delineación de la zona de desescalada en Idlib, cuyos términos fueron elaborados durante la sexta ronda de conversaciones de paz en Astana, Kazajistán. Los estados garantes dividieron virtualmente el territorio en varias partes, una de las cuales, al este de la base aérea de Abu al-Duhur, se convertiría en zona desmilitarizada. Sin embargo, dado que Hayat Tahrir al-Sham y los militantes del Estado Islámico (ISIS) todavía están operando allí, probablemente se eliminen con el tiempo.
Si bien el motivo detrás de las acciones de Turquía en Afrin está claro: Ankara busca debilitar a los kurdos en la mayor medida posible, la posición de Rusia es mucho más compleja. Moscú, que apoya a Assad, debe expresar su compromiso con la integridad territorial de Siria e instar públicamente a Turquía a detener la operación. Moscú ha mencionado públicamente que la “Operación Rama de Olivo” comenzó prácticamente en la víspera del Congreso Nacional de Diálogo Sirio en Sochi. Vladimir Shamanov, el presidente del Comité de Defensa de la Duma Estatal de Rusia, dijo que ese “precedente indeseable” podría afectar el evento, programado para el 29 y 30 de enero.
Dado el posible riesgo para su reputación, Rusia recurrió a la estrategia segura de echar la culpa de la operación turca a los Estados Unidos. El Ministerio de Defensa ruso informó que la operación en el norte de Siria fue provocada por “el suministro descontrolado de armas modernas del Pentágono”, incluidos lanzacohetes individuales, a las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), una alianza kurdo-árabe en la que las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) juegan un papel importante. Turquía dice que ambos grupos son ramas sirias del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que Turquía considera un grupo terrorista.
“Los provocativos pasos de Estados Unidos dirigidos a aislar las áreas con población predominantemente kurda fueron los factores cruciales que contribuyeron a la crisis en esta parte de Siria”, dijo el Ministerio de Defensa ruso, enfatizando la naturaleza oportunista de la operación. “La reacción extremadamente negativa de Ankara fue provocada por las declaraciones de Washington sobre la creación de ‘fuerzas fronterizas’ [cerca de la frontera sirio-turca], así como otras decisiones de Estados Unidos que socavan la condición del Estado sirio y apoyan a los grupos armados militantes”.
El Ministerio de Defensa acumuló las acusaciones, añadiendo que “las decisiones de Estados Unidos descarrilaron el proceso de paz y las conversaciones inter-sirias en Ginebra, a las cuales los kurdos deberían unirse”. La cúpula militar rusa ha culpado a Washington por la sostenida y bien conocida posición de Ankara contra los kurdos, a pesar de que Washington llama al compromiso kurdo en las negociaciones políticas. Estados Unidos también ha dicho que no está apoyando a las YPG, puesto que el grupo no forma parte ya de la lucha contra ISIS.
Pero Moscú continúa con sus intentos de desacreditar públicamente los esfuerzos estadounidenses en Siria y enfatizar lo que se ve como la presencia ilegítima de Estados Unidos sobre el terreno. Está claro que Moscú busca la salida de Estados Unidos de Siria para reforzar el régimen de Assad y crear una brecha mayor en las relaciones entre los Estados Unidos y Turquía, ambos aliados de la OTAN.
Sin embargo, la pregunta principal que hacen los periodistas y expertos rusos en las redes sociales es: ¿qué ha obligado a Rusia a distanciarse del conflicto kurdo-turco si los kurdos constituyen un componente importante para resolver el conflicto sirio?
En primer lugar, con su policía militar operando en la zona de desescalada de Tell Rifaat, Moscú aún tiene la oportunidad de establecerse como pacificadora en el conflicto de Afrin. Segundo, las líneas de defensa del cantón están bien fortificadas. A pesar de todas las fuerzas involucradas en la operación y la contribución de la oposición siria de casi 25.000 combatientes a las tropas de Turquía, el resultado de la campaña militar sigue sin estar claro. En tercer lugar, al distanciarse, Moscú puede estar enviando señales a los kurdos en otros enclaves sirios, dándoles una pista sobre el precio por tomar medidas incompatibles con la integridad territorial del país.
Aldar Khalil dijo que Rusia había pedido a los kurdos sirios que entregaran Afrin al régimen sirio para que estuviera “a salvo y lejos de los ataques turcos”. Sin embargo, los kurdos se negaron a hacerlo. Khalil es copresidente del consejo ejecutivo del Movimiento para una Sociedad Democrática, el órgano rector de Rojava, el área secular, árabe-kurda, autónoma pero no reconocida, conocida también como Sistema Federal Democrático de Siria del Norte. Rojava, que se encuentra a lo largo de la frontera con Turquía, incluye Afrin.
Algunos medios también informaron que Rusia había prometido proteger a los kurdos de los ataques turcos a cambio de permitir el despliegue de fuerzas a favor del régimen a lo largo de las líneas de contacto en Afrin, Manbij y Tabqa. Según el medio pro Assad Al-Masdar News, poco antes del inicio de la “Operación Rama de Olivo”, Damasco, en respuesta a la negativa de los kurdos a apoyar la iniciativa del gobierno, rechazó la propuesta kurda de restablecer las instituciones estatales y levantar la bandera de la República Árabe Siria sobre sitios estratégicos en el cantón de Afrin.
Si el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, hace honor a su amenaza de seguir adelante hasta Manbij, esto podría traer un cambio en el panorama político, sino un final para el sueño kurdo en Siria. Los medios informan que Damasco permitió a los milicianos kurdos en el este de Alepo enviar refuerzos a Afrin. Sin embargo, las intenciones reales de Ankara aún no se han visto. El duro terreno del país y la feroz resistencia kurda pueden limitar la operación y crear una zona de amortiguación o corredor desde Idlib hasta el norte de Alepo. Además, en un intento por aliviar la difícil situación del cantón sitiado, las SDF han redesplegado en Manbij a sus combatientes basados en Raqqa, que son capaces de atacar a facciones pro turcas por la retaguardia.
FUENTE: Anton Mardasov (experto en asuntos militares y periodista especializado en Siria, Irak y organizaciones extremistas. También es experto no residente en el Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia) / Al Monitor / Traducido por Rojava Azadi