El nacimiento de las películas guerrillera (Parte II)

Halil Uysal (Halil Dağ) fue un guerrillero del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). En 2007, viajó desde el sur de Kurdistán (Başûr) hasta el monte Ararat para filmar un documental. Solo llegó hasta Besta, donde fue asesinado en una acción contra el ejército turco el 1 de abril de 2008.

Uysal nació en Alemania en 1973, hijo de padre turco y madre kurda. Desde que se sumó al Movimiento de Liberación de Kurdistán, se desempeñó como uno de los pilares de la realización audiovisual de la insurgencia.

A continuación publicamos la segunda parte de un texto de Halil, reproducido recientemente por Komun Academy. La primera parte se puede consultar aquí.

Las películas que hemos hecho en las montañas en los últimos cinco años, desde Tîrêj a Bêrîtani (1), no nos pertenecen sólo a nosotros. Estas películas pertenecen a todos los guerrilleros que viven en las montañas. Esto es lo más hermoso de las montañas. Aquí todo lo que se crea pertenece a todos. Desde las acciones militares hasta el trabajo más ordinario, todo pertenece a todos. Todo es aceptado por todos como si lo hubieran hecho ellos mismos. Luego se discute y se critica lo que está mal o falta. Todos nuestros proyectos han pasado por estas etapas. No sólo nuestro equipo de filmación, sino todas las unidades guerrilleras en las montañas, han discutido nuestras películas y las críticas han venido de muchos lados diferentes. Al principio, esto no era fácil para mí. Al principio, me costaba aceptar las críticas de los amigos que no tenían ni idea de cine. Ningún guerrillero de aquí tenía ninguna experiencia en filmar. Pero todos los guerrilleros tenían algo que decir. Al principio pensaba que la mayoría de las críticas eran erróneas.

Más tarde me di cuenta de algo esencial. Contaba historias sobre la guerrilla. Pero mis amigos no podían reconocerse en mi trabajo. Eso demostraba que no expresaba correctamente a la guerrilla. Esta realidad se escondía detrás de sus palabras y críticas. Esto me mostró que no había logrado comprender su corazón. Después, lo intenté más y más profundamente. Intenté escuchar mejor a los guerrilleros y profundizar en lo esencial. Ninguno de ellos tenía ningún conocimiento académico sobre filmación. Algunos de ellos no habían visto una película en años. Pero trataban mi trabajo como si fuera suyo, lo criticaban y a veces se molestaban.

Al principio me ofendía a menudo, pero más tarde aprendí a amar esta actitud. El hecho de que vieran mi trabajo, una película hecha por mí, como si fuera su propio trabajo y desearan algo mejor me hacía feliz. Y entonces me di cuenta de que algo se había ido acumulando en mí durante todo este tiempo. Cuando me propuse contar historias sobre la guerrilla, tuve que escucharlas hasta el final y sentirlas en mi corazón.

Por eso, primero presentaba cada proyecto a la guerrilla. Ahora tomaba en serio incluso las evaluaciones más simples. La verdad que se esconde en estas evaluaciones debería mostrarme el camino correcto. El arte estaba escondido en las palabras de los guerrilleros, ahora podía sentirlo. Y de esta manera logré identificar y aprehender la mayor debilidad de los artistas kurdos, los cineastas kurdos, en mi propia alma.

Para un artista, el primer paso es entender las contradicciones de la gente. De lo contrario, ni los títulos académicos ni la mejor educación técnica traerán el éxito. El artista debe primero preguntarse a sí mismo qué es por lo que su gente está pasando, cuáles son sus contradicciones básicas. No sólo debe hacerse esta pregunta y darle respuesta, sino también vivir estas contradicciones. El artista no está ni delante ni detrás de su pueblo, sino en medio de él. No debe considerar a su gente como un objeto a tematizar en una disciplina artística, sino que debe vivirlo como sujeto de su vida. Si quiere hacer una película sobre la guerra, debe sumergirse en el mundo de los combatientes. Si quiere hacer una película sobre su pueblo, debe llevar a la pantalla las luchas entre el pueblo kurdo y el Estado turco en los callejones y calles de Amed, en la primavera de 2006 (2). Si quiere hacer una película sobre un niño, tiene que escuchar con sus propios oídos las palabras de una madre que lleva en sus brazos a su hijo asesinado por la policía, verlo con sus propios ojos.

El artista no ve a su gente desde la distancia, sino que vive en medio de su gente. Un director cuya vida está separada de la de su pueblo, cuyos pensamientos son los de un refugiado y cuyos sentimientos son los de un extraño, aún puede hacer películas. Pero no será el cine de su propio pueblo. Un verdadero artista es aquel que ríe, llora, lucha hombro con hombro en las calles con su gente y está dispuesto a morir con ella si es necesario. Si fuéramos cineastas de otro pueblo, tal vez sería mucho más fácil para nosotros hacer películas. Tal vez entonces no hablaríamos de todo esto en absoluto. Pero si hemos hecho nuestro objetivo el crear arte y cine como artistas de un pueblo que lucha en una guerra de guerrillas, entonces tenemos que cuestionar nuestras propias vidas.

Hasta la película Bêrîtan, escuchaba con calma las críticas de cientos de guerrilleros. Estas personas son los hijos del pueblo. Sus palabras son las palabras de un pueblo. Yo mismo pedí a los silenciosos su opinión. Quería escuchar lo cerca que estaba del pueblo y de sus hijos. Antes de cada proyecto cinematográfico, siempre pasaba mucho tiempo en las unidades de la guerrilla. Intentaba oler el olor del sudor en sus caras, leer el anhelo en sus labios, captar el amor en sus corazones. Ésta es mi manera de trabajar en el cine.

Cuentos de hadas y melodías…

En realidad, las historias tras mis películas son más grandes que las películas mismas. Esta canción comenzó en algún lugar mucho antes que yo. En algún momento escuché su sonido y mucho más tarde empecé a cantar la canción yo mismo, aunque con vergüenza.

El hecho de que yo sea testigo de mis historias supone, de nuevo, una dificultad mayor. Si sólo hubiera escuchado estas historias, o las hubiera leído en algún lugar, mi trabajo sería más fácil. Al principio pensé que sería una ventaja haber experimentado yo mismo estas historias, el dolor, la tristeza y los sentimientos ocultos en ellas. Con el tiempo me di cuenta de que no era así. Me faltaba el conocimiento y la experiencia para contar una historia cinematográficamente. Durante mucho tiempo, esto me hizo contenerme. Pero tenía que empezar por algún lugar, para poder hacer justicia a mi tarea más adelante. Así, tuve que sacrificar mis primeras historias por mi falta de experiencia. Esto me entristece. El deseo de volver a rodar la película Tîrêj sigue siendo como una punzada en mi interior.

He reconocido la siguiente realidad: el secreto del cine kurdo no está en la realidad sino en los cuentos de hadas. No contaré una historia a la que no pertenezca, en la que no me encuentre, no me reconoceré en una historia que no sea parte de mi alma. Tîrêj vivía en estas montañas antes que yo. Era médico y vivía en estas montañas como comandante de la guerrilla. Sólo lo vi una vez en los caminos de estas montañas. Sólo su estatura y sus ojos permanecieron en mi memoria. Años más tarde, en la noche en que fue herido, en el indescriptible frescor de la noche, junto a una melodía de cuatro mil años, escuché sus últimas palabras por la radio. Mientras yacía herido en su posición, diciendo humildemente: “Saludos a todos los camaradas, condolencias al pueblo kurdo”, no pude contener las lágrimas. Estas últimas palabras de Tîrêj me llegaron al fondo del corazón.

Mis películas se inspiran en cuentos de hadas verdaderos. Pero cada vez que miro el resultado final, creo que esta vez tampoco ha funcionado. Sin embargo, prefiero continuar en lugar de esperar. Si hubiera tenido la oportunidad de ver películas al principio, seguramente algunos directores me habrían influenciado. Pero en aquel momento no teníamos acceso a películas. Ahora creo que es bueno que no hubiera acceso. Al hacer mis películas, no me influyeron directores, sino escritores. Por ejemplo, los análisis de los personajes de Víctor Hugo, los increíbles motivos de Orhan Pamuk y las historias sobre Kurdistán de Murathan Mungan pueden haber sido la verdadera razón de mis películas. En mi opinión, son escritores muy potentes. He sido capaz de capturar grandes imágenes de sus obras. La recia estructura y las formas narrativas de sus libros me han influido profundamente. Por supuesto que no me encuentro entre ellos, pero no puedo negar su contribución a las películas de guerrilla. Todavía llevo conmigo un libro de uno de estos tres escritores antes de cada rodaje. No soy yo quien decide qué libro debe ser. Como si lo decidieran ellos, uno de sus libros siempre me espera al principio de cada rodaje. En silencio cuentan su propio cuento de hadas y de repente se convierten en parte de la película.

El secreto del cine kurdo no se esconde en la palabra sino en la melodía…

Estoy convencido de que los cineastas kurdos no pueden crear cine sólo a través de películas kurdas, o la presentación de temas kurdos. La profundidad de la música kurda también puede ser un ejemplo para el cine. No importa dónde y bajo qué circunstancias, las melodías kurdas siempre pueden ser escuchadas. Entre todos los sonidos y tonos son reconocibles. Durante el rodaje de Bêrîtan trabajé con una chica kurda. En cada descanso le pedía a esta hermosa chica de las montañas de Hakkari que nos cantara una canción. Yo mismo no sabía por qué. Tampoco sabía qué era exactamente lo que había en sus canciones kurdas que no entendía. Tal vez sea sólo un sueño, pero en mis películas trato de capturar la melodía única de la música kurda y la realidad que se esconde en los cuentos de hadas kurdos. Este estilo de cuatro mil años de antigüedad, estos cuentos de hadas y melodías, todavía conforma el núcleo del arte kurdo hoy en día. El punto de partida del cine kurdo tampoco está lejos de nosotros, pero está escondido en la innegable realidad donde se encuentran los cuentos de hadas y la melodía: la cultura Dengbêj (3). Ojalá pudiera entenderlo. Ésta es mi autocrítica.

Atrévete…

En estas montañas hay un dicho que a los guerrilleros les gusta mencionar. Si un día vas a las montañas, puede que sea lo primero que escuches. Tu guía te dirá entonces: “El mejor camino es el que conoces”, y te guiará por caminos que conoce muy bien. Que esto no es sólo un dicho, sino que viene del corazón de la guerrilla, lo entendí durante mi vida en las montañas. Esta frase está incluso oculta en los rincones más recónditos de la conciencia del pueblo kurdo. La he sentido en los páramos del alma de cada kurdo que he conocido.

Con el tiempo, me di cuenta de que este principio no escrito es el marco de mi vida en las montañas, y mis obras toman forma de acuerdo con este principio. Ahora, siempre sonrío cuando esta frase, que nuestro líder pronunció hace años, me viene a la mente. Creo que tanto el cine kurdo, como la kurdicidad misma, están intrínsecamente conectados a esta realidad pura. Ésta es también la clave del corazón del pueblo kurdo. Soy consciente de que los cineastas kurdos no pueden llegar al pueblo kurdo sin resolver este enigma y descifrar la codificación de las vidas kurdas. Debo añadir, en este punto, que no es posible comprender los principios universales sin descubrir los de tu propio pueblo. El camino hacia los demás es a través de nosotros mismos. Nada universal queda más allá de nosotros mismos.

El pueblo kurdo no se parece a ningún otro pueblo en su desarrollo histórico. Mientras que la mayoría de los pueblos de la tierra han pasado por desarrollos similares, el pueblo kurdo ha continuado su desarrollo a su manera, o donde no había posibilidad ha detenido su desarrollo o incluso ha puesto fin a su vida. Lo que quiero decir es esto: el pueblo kurdo ha seguido su propio camino en su historia o no lo ha hecho en absoluto. Ha preferido los caminos creados por los acantilados de las montañas a los caminos de asfalto de la civilización. No por ignorancia, sino por una inclinación a la libertad de su alma. Tal vez sea esta característica la que ha hecho de los kurdos el pueblo más antiguo de la historia y la principal arteria a través de la cual ha surgido la civilización.

No puedo imaginar cuándo captará esta realidad el cine kurdo. “¿Qué somos, sino historia? ¿Qué otra cosa somos, sino la nada, junto con nuestra historia?”, preguntó el hermoso hombre en la isla de İmralı (4). Señaló que el artista kurdo tiene que empezar con la historia de su pueblo. La naturaleza de la persona kurda se niega a ser el borrador repetitivo y desgastado de otra persona. Desde hace cientos de años, prefiere permanecer pacientemente en su propia simplicidad sin ser envuelto en la forma de otro. Éste es el color de los kurdos. Los artistas y cineastas kurdos deben ser capaces de capturar este color. No olvidemos que todos los caminos de la historia han pasado por el Kurdistán, pero el pueblo kurdo ha seguido abriendo nuevos caminos en las montañas. Podemos llamar a esto rebeldía o terquedad. Como sea que lo llamemos, es la actitud kurda. No podemos llamarlo de otra manera. El artista kurdo debe captar esta actitud kurda, esta tendencia a la libertad. Por supuesto que los kurdos entraron en el campo del cine muy tarde. La civilización está quizás un siglo por delante de los kurdos en esta disciplina. Ninguno de nosotros puede negar los valores creados por el arte del cine hasta ahora. El cineasta kurdo debe explorar, aprender y apropiarse de estos valores.

Pero más allá de eso, es más importante que los cineastas kurdos sigan su propio camino. Podemos caminar por los caminos de los demás, hacer un trabajo exitoso, hacer de las mujeres kurdas el tema de nuestras películas y ser aplaudidos. Pero esto no significa que seamos cineastas kurdos y hagamos cine kurdo. Soy consciente del hecho de que el cine es un mercado en las condiciones actuales, y que hay que entrar en este mercado para llevar sus productos a las masas. Sé que el cine kurdo intenta construir una existencia entre los dientes de esta rueda. Puedo sentir aquí, desde las montañas, que los cineastas kurdos tienen dificultades porque no tienen su propio sector, su propio mercado. Pero, al mismo tiempo, veo el deseo y el anhelo de existir dentro de este mercado como una vergüenza para los cineastas kurdos. Sé que, para hacer una película, los recursos financieros y el apoyo son necesarios, pero pensar que el verdadero problema del cine kurdo es el mercado inexistente es un error. En mi opinión, el cine kurdo no puede existir dentro de este mercado, sino sólo fuera de él. Prefiero que las películas kurdas sean pasadas en secreto de mano en mano por los jóvenes, ilegalmente, pero con corazón, en lugar de ser puestas en la agenda de vez en cuando como un elemento oriental dentro del mercado. Así como la guerrilla kurda ha abierto el camino que lleva al pueblo kurdo a la libertad en los escondites de los bosques, los cineastas kurdos también deben tener el coraje de entrar en estos bosques. Así como los hijos pequeños del pueblo kurdo han emprendido su propio camino, la historia espera que los artistas kurdos den el mismo paso. Si el arte es una aventura, tenemos que atrevernos. No vayamos a los mercados. No construyamos nuestro cine en medio de relaciones comerciales reducidas, sino sobre la base de relaciones de cooperación. Soy un guerrillero. Mientras la espada de la negación y la aniquilación se mueva sobre el pueblo kurdo, viviré en las montañas con el arma en la mano. Hoy soy camarógrafo, mañana fotógrafo, pasado mañana panadero. Cuando se me necesita en las cimas de las montañas, allí estoy. Si me necesitan en la guardia, allí estaré. Si tengo que marchar durante la noche, lo haré. Estoy listo para cualquier tarea que el pueblo kurdo me indique. No sé si haré otra película o no. Pero si los que tienen que hacer esta tarea no la hacen, entonces volveré a dirigir.

Notas:

(1) Berîtan: Película realizada por Halil Dağ en 2006 sobre la lucha de la guerrillera kurda Gülnaz Karataş (nombre de lucha, Bêrîtan). Bêrîtan se unió a la resistencia armada a la edad de 20 años, en 1991, cuando era estudiante. En poco tiempo, se convirtió en comandante de la guerrilla. A pesar de su corta estancia -sólo un año y medio- en las montañas, jugó un papel importante en la lucha de género y de clase dentro del PKK y, póstumamente, ejerció una gran influencia en el desarrollo del movimiento autónomo de mujeres. Bêrîtan perdió la vida en la llamada “Guerra del Sur”, librada por el ejército turco y el PDK-Peshmerga en el otoño de 1992. Luchó hasta el último cartucho contra el enemigo que avanzaba; luego destruyó su fusil y finalmente se lanzó por un acantilado para evitar caer en manos de los Peshmerga.

(2) El 24 de marzo de 2006, 14 guerrilleros del PKK fueron muertos por el ejército turco con armas químicas. Seis de los combatientes asesinados eran de la ciudad de Amed (en turco, Diyarbakır). El 28 de marzo fueron enterrados por miles de personas y después tuvo lugar el mayor levantamiento kurdo desde 1999, durante el cual 13 personas fueron asesinadas.

(3) Dengbêj: cantante folclórico kurdo que interpreta canciones sin acompañamiento instrumental, según una antigua tradición épica.

(4) Se refiere a Abdullah Öcalan, quien ha estado encarcelado en la isla prisión de İmralı, en el Mar de Mármara, desde febrero de 1999.

FUENTE: Halil Uysal (Dağ) / Komun Academy / Edición: Kurdistán América Latina