Un yihadista con conocidos vínculos con Al Qaeda se reunió recientemente con figuras de la oposición siria en Afrin, según revelaron imágenes publicadas por activistas y organizaciones de derechos humanos locales.
Las fotografías muestran a Abdallah Al Muhaysini, quien fue designado como terrorista por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por su papel en el liderazgo del Frente Al Nusra en 2016, en una reunión en la sede de Afrin de Failaq Al Sham, facción del Ejército Nacional Sirio (ENS), organización acusada de cometer violaciones de derechos humanos, incluidos el asesinato de civiles yezidíes, la destrucción de santuarios y el secuestro y tortura de una niña kurda de 15 años llamada Roya.
La semana pasada, el organismo local Ezdina informó que el grupo allanó la aldea de Basufan, cuya población era principalmente yezidí antes de la ocupación, y secuestró a ocho personas. El presidente de la Coalición de Oposición Siria (COS), Nasr Al Hariri, fue visto recientemente en Basofan en un intento de blanquear el cambio demográfico allí, una medida condenada por las organizaciones yezidíes en el norte y este de Siria.
Además, según los informes, estuvo presente en la reunión Muslih Al A’layani, otro yihadista asociado con Al Nusra.
Esto es simplemente la recurrencia de un patrón que la mayoría de los observadores de Siria conocen muy bien. Turquía ve a los extremistas islamistas como menos amenazantes que la perspectiva de la autonomía kurda en sus fronteras, una percepción de amenaza que ha puesto en desacuerdo con prácticamente todos sus aliados. El ex líder de ISIS, Abu Bakr Al Baghdadi, fue encontrado y asesinado en Idlib, provincia controlada por los aliados de Turquía, a pocos kilómetros de la frontera turca. En una manifestación celebrada en la ocupada Serekaniye en apoyo de un terrorista francés que decapitó a un maestro de escuela, varios manifestantes blandieron banderas de ISIS.
Sin embargo, el momento de la reunión envía un mensaje específico a Estados Unidos, la ONU y otras partes internacionales. La cuarta ronda de negociaciones constitucionales patrocinadas por la ONU está actualmente en curso en Ginebra. Hace apenas unos días, el enviado especial de Estados Unidos a Siria, Joel Rayburn, se reunió con el liderazgo de la Coalición de Oposición Siria, la autoridad política que ocupa Afrin y está representada en las conversaciones de Ginebra.
El hecho de que un grupo armado de la oposición acoja a una figura como Muhaysini, mientras su ala política disfruta de tal posición en el escenario mundial, demuestra que Turquía y la oposición esperan que continúe la apatía internacional hacia su pobre gobierno y la tendencia a albergar a extremistas. Años de silencio sobre el deterioro de las condiciones humanitarias y de seguridad en las zonas controladas por Turquía, han creado una cultura de impunidad que empodera a los islamistas radicales y deja el sufrimiento para los civiles, una receta para la inestabilidad futura.
Esto debería plantear varias preguntas a la comunidad internacional. Se debe aclarar y señalar públicamente hasta qué punto el territorio ocupado por Turquía proporciona recursos a los extremistas, y les da la oportunidad de reclutar y hacer propaganda. Los estados y las organizaciones internacionales deben prescindir de afirmaciones infundadas de “moderación” de la oposición y hacer una valoración basada en hechos.
También debe analizarse el tipo de actividad de seguridad que llevan a cabo las fuerzas respaldadas por Turquía. Las campañas de “lucha contra el terrorismo” del ENS consisten principalmente en secuestros y desapariciones forzadas de civiles inocentes, acusados de tener vínculos con partidos y organizaciones kurdas. Algunos son entregados a sus familias a cambio de un rescate, mientras que otros son llevados a Turquía y encarcelados por cargos contra el Estado, según la ley turca. Un aparato de seguridad con vínculos estrechos con un ejército de la OTAN y con capacidad de llevar a cabo tantas operaciones, que elige utilizar esta capacidad únicamente para atacar y extorsionar a civiles, no es un socio viable para ningún país extranjero, ni una entidad que pueda hacer nada positivo y contribuir al futuro de Siria.
Turquía, la Coalición de Oposición Siria y el ENS deben ser responsables por crear estas condiciones. No había espacio político, social o militar para el islamismo radical en Afrin cuando estaba controlado por la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES), dirigida por los kurdos. En ese entonces, las autoridades locales dieron prioridad al pluralismo étnico, los derechos de las mujeres y la libertad religiosa.
Al destruir este frágil experimento democrático y cometer atrocidades contra las comunidades que lo construyeron, las autoridades ocupantes han desplegado la alfombra roja para los terroristas a expensas de las vidas civiles. Las personas y entidades que patrocinan a extremistas y persiguen a civiles en estas áreas, deben ser sancionadas, y debe cuestionarse su acceso a las negociaciones internacionales sobre el futuro de Siria.
Si otras partes del conflicto sirio continúan ignorando la propagación del extremismo en las áreas controladas por Turquía, la mera presencia de figuras yihadistas en estas regiones será el menor de los problemas de la comunidad internacional. Estos elementos creen, con razón, que tienen total impunidad por sus acciones, y aprovecharán esa oportunidad para generar influencia para las generaciones venideras, haciendo retroceder todas las esperanzas de paz y estabilidad en Siria. Si bien la población local será la que más sufrirá por tal resultado, no serán las únicas víctimas. Ya es hora de que los estados denuncien el engaño de la oposición debido a sus demostraciones públicas de extremismo, e impongan sanciones.
FUENTE: Meghan Bodette / North Press Agency / Traducción y edición: Kurdistán América Latina
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