Este lunes el pueblo kurdo de Irak vivirá un momento histórico, pero no por eso menos polémico y complejo: decidirán a través de un referéndum si quieren ser un Estado independiente o seguir formando parte de Irak. “¿Quiere que la región del Kurdistán y las áreas kurdas fuera de la administración de la región se conviertan en un estado independiente?”, es la pregunta que deberán responder los miembros de este milenario el pueblo, el más grande del mundo sin un Estado propio.
A pesar de ser un reclamo justo e histórico, esta jornada electoral convocada por el Presidente del Gobierno Autónomo del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, es fuertemente criticada por los países de la región: Irán, Turquía y el propio Irak (el pueblo kurdo se encuentra dividido entre estos países y Siria). Pero también las críticas son de la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y algunos partidos políticos kurdos, como el Movimiento Gorran (Cambio) y la Sociedad Islámica del Kurdistán. El único país que ha brindado su apoyo abiertamente es Israel con su Primer Ministro, Benjamín Netanyahu a la cabeza.
Irak, el principal opositor
El gobierno de Irak, encabezado por el Primer Ministro Haider Al-Abadi, se opone fervientemente al referéndum, en primer lugar porque significaría que una parte del actual Estado se dividiría y se formaría un nuevo país limítrofe. Además, su oposición se debe a que el referéndum kurdo incluye a la región de Kirkuk, donde se encuentra el 10 por ciento de las reservas de petróleo de todo el país. Con un país totalmente devastado por la guerra contra ISIS y con una pésima economía, llegar a perder esa porción del oro negro sería una consecuencia desastrosa para Bagdad.
Como el primer artículo de la Constitución del país establece “la unidad de Irak”, el Tribunal Supremo de Justicia ordenó la suspensión del referéndum y Al-Abadi prometió proteger cada “centímetro” del país. En su intento de impedir la consulta, el Parlamento nacional destituyó al Gobernador de la provincia de Kirkuk, Niajmaldin Karim, por haberse manifestado a favor del mismo.
Irak está decidido a evitar el referéndum, pero encuentra su poder muy limitado, especialmente porque el Kurdistán iraquí ya funciona como una región semiautónoma, porque Bagdad tiene poco poder dentro del pueblo kurdo y porque tampoco tiene unas fuerzas armadas en condiciones óptimas como para iniciar un enfrentamiento, teniendo en cuenta la actual guerra contra ISIS y el importante poder bélico de los Peshmergas, el grupo armado kurdo que responde a Barzani.
Irán y Turquía también en contra
Quizás los países que estén más en contra del referéndum son Turquía e Irán. El gobierno de Ankara teme que la jornada levante el reclamo de independencia del pueblo kurdo que se encuentra dentro de sus fronteras, alrededor de 20 millones de personas (el 25 por ciento de la población total), y, especialmente, al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un grupo político armado que lucha desde 1984 por la independencia kurda y que es considerado como terrorista por el gobierno central. Teherán también le teme a un levantamiento dentro de sus límites territoriales, más de ocho millones de kurdos y kurdas (17 por ciento de la población total), pero también está en contra de un Estado kurdo independiente en sus fronteras porque sospecha que puede ser utilizado por Estados Unidos e Israel, único país que se manifestó a favor del mismo, para desestabilizarlo y realizar tareas de espionaje muy cerca de su capital.
Parece que Turquía e Irán han dejado sus diferencias de lado para oponerse al sueño independentista kurdo. El próximo 4 de octubre, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, visitará Irán donde presidirá junto a su par persa, Hassan Rouhani, la quinta reunión del Consejo Estratégico de Alto Nivel Turquía-Irán. En agosto pasado, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán, el general Hulusi Akar, visitó a Erdogan, en el primer viaje de este tipo desde la revolución islámica de 1979.
Ambos países se oponen al referéndum, pero Turquía se encuentra en una posición más incómoda porque Erdogan ha mantenido una relación comercial y política con Barzani (el petróleo kurdo iraquí se exporta a través del puerto de Ceyhan), principalmente para mantenerlo como contrapeso ante el PKK, opositor a Barzani. Tanto Ankara como Teherán han realizado maniobras militares para persuadir a Barzani, pero por ahora no lo han logrado. El pasado 18 de septiembre, Turquía inició maniobras militares en su frontera iraquí con más de cien tanques de guerra e Irán realizó ejercicios militares en las montañas de Oshnavieh, para conmemorar el aniversario de la guerra con Irán (1980-1988) y con el referéndum como trasfondo.
La oposición interna
El pueblo kurdo, como todo pueblo del mundo, no es homogéneo y tiene muchas diferencias políticas en su interior. El actual presidente y líder del PDK, Masud Barzani, cuyo mandato expiró en 2015 y que todavía no ha convocado a nuevas elecciones, es denunciado por su autoritarismo y su fuerte personalismo a la hora de gobernar, especialmente por las decisiones arbitrarias en lo que está relacionado con la política petrolera y las dificultades que encuentra la oposición para realizar política.
La oposición dentro del propio Kurdistán existe desde el mismo momento que se decidió convocar al referéndum: la sesión parlamentaria que lo avaló fue la primera que se realizó en casi dos años y sólo contó con la presencia de 68 de 111 legisladores, debido al boicot de la oposición.
Los partidos que encabezan la oposición son el Movimiento Goran (Cambio) y la Sociedad Islámica del Kurdistán. En un comunicado, aseguraron que “la autodeterminación y la independencia son derechos legítimos del pueblo kurdo”, pero que “celebrar el referéndum ahora aumentará los problemas existentes y no servirá a la estrategia del pueblo kurdo”. Ambas fuerzas levantan la bandera del no por ahora y prefieren esperar y dialogar con Bagdad con la mediación internacional.
Por otra parte, el miembro del Consejo Ejecutivo del Congreso Nacional del Kurdistán (KNK), Kamuran Berwari, también se manifestó en contra del referéndum porque la decisión tomada por Barzani no representa a todo el pueblo en su conjunto y sólo a una parte. “Este es un tema que concierne a todo el Kurdistán. El derecho a establecer el Kurdistán sólo es posible con una decisión común de todos”, aseguró. A los problemas internos se le suman las oposiciones de las otras fracciones políticas kurdas.
Un referéndum local, un problema global
Lo que más tema la comunidad internacional de este referéndum es que sea el inicio de un enfrentamiento regional que debilite la lucha que se está llevando a cabo de forma exitosa contra ISIS. En la última semana, Irak lanzó una nueva ofensiva para recuperar Hawija y una lucha entre los actores zonales puede debilitar el frente contra el grupo terrorista.
Además, un temor muy grande es que se profundicen las diferencias étnicas existentes, principalmente entre los árabes y los kurdos. Situaciones como estas ya se están viviendo: la semana pasada un turcomano murió en un enfrentamiento con manifestantes kurdos pro referéndum en Kirkuk. A esta situación se le suman las denuncias de la población sunita contra las Fuerzas de Movilización Popular, un grupo armado chiita apoyado por Irán que lucha contra ISIS, por violar los derechos humanos. Un resquebrajamiento del ya débil tejido social iraquí sería muy malo para la lucha contra el terrorismo.
A pesar de todas las amenazas recibidas, de las críticas de Estados Unidos, Alemania, Rusia, la Unión Europea, y del Consejo de Seguridad de la ONU, el Kurdistán iraquí votará por la independencia, pensando en todos estos años de historia que la comunidad internacional negó su existencia y con el recuerdo imborrable de las promesas incumplidas de un Estado propio.
FUENTE: Lucio Garriga Olmos/El Furgón