La diputada del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) por Amed (Diyarbakır), Remziye Tosun, ha sido condenada a 10 años de prisión hace dos semanas. Al Parlamento turco ya ha llegado la petición de levantarle la inmunidad parlamentaria. Tosun está acusada de ser miembro de una organización ilegal. En realidad, la acusación es parte del intento de castigar a todos los que sobrevivieron al asedio del distrito Sur por parte del ejército turco, entre el 2015 y el 2016.
Berria ha hablado con la diputada kurda, que se encuentra en su casa, en “Dicle Kent, un barrio anónimo de Diyarbakir que nada tiene que ver con Sur”. “Aquí –dice- nadie conoce a sus vecinos. Me asfixia”.
Sur está en el corazón de Diyarbakir, un barrio con 7.000 años de historia. “Patrimonio de la Unesco -recuerda Tosun-, pero esta organización internacional no hizo nada cuando el Estado lo asedió y destruyó”. Los 100 días de resistencia están vivos en la memoria de todos los que vivieron el asedio. Tosun rechazó irse de Sur y de su casa durante 96 días, y con ella sus cuatro hijos.
“Tengo 35 años. He nacido en Diyarbakir, pero mi familia tuvo que regresar a nuestro pueblo después del golpe del 1980. Aquí viví hasta los 16 años. A los 17 me casé y regresé a Diyarbakir, a Sur. Tengo cuatro niños. Realmente, antes del asedio era una mujer normal y corriente, ama de casa. Sí sabía que era kurda, pero no estaba involucrada en cosas políticas. En 2016 conocí al partido (HDP), poco después que empezaron los ataques del Estado en Sur”.
En Sur, recuerda Tosun, “se desarrollaba una vida comunitaria. Los vecinos habían construido, gracias al trabajo del HDP, un modelo de vida diferente. Nos auto-organizamos, los vecinos estaban siempre allí si alguien necesitaba algo. Las mujeres, a primeras horas de la mañana, se reunían para limpiar las calles, que son de tierra, y después se sentaban fuera, en la puerta de casa para charlar. Los niños jugaban en las calles de Sur. Cuando había una boda, todo el mundo se preocupaba de hacer algo para que la ceremonia fuese un éxito y todo el mundo participaba a la fiesta. Lo mismo si había un funeral, todos nos juntábamos para ayudar a la familia después de su pérdida. En Sur había una solidaridad y una ayuda mutua. Dicho de otra manera, en Sur respirábamos”.
El toque de queda en Sur se declaró el 11 de diciembre 2015. En agosto de ese mismo año, la administración kurda había proclamado la autonomía democrática, o sea el auto-gobierno. De repente, el barrio se convirtió en un campo de batalla. “Vinieron con tanques, bombas, gases. Empezaron a aparecer los cuerpos sin vida de nuestros jóvenes”.
-Tú decidiste quedarte en Sur con tus hijos. No quisiste dejar la que fue tu casa durante 20 años y resististe 96 días. Finalmente, llegó el día cuando te sacaron de la casa.
-Mi hija pequeña, Beritan, tenía cuatro meses. Ese día habían atacado constantemente, tiraron gas lacrimógeno y de repente vi a mi niña desmayarse. Yo misma estaba en el suelo y no podía levantarme por el humo que me ahogaba. Llamé a Beritan, pero no se movía. En ese momento pensé que Beritan había muerto. Después de unos segundos que me parecieron horas Beritan tosió y le di mi leche. Nunca me olvidaré la visión de mi hija sin moverse. Después llegaron los militares y la policía, y nos obligaron a salir de la casa. Realmente pensé que nos iban a llevar al hospital. Sin embargo, nos llevaron a mí y a mi hija a la cárcel. Estuvimos en la cárcel 15 meses.
-Cuando saliste de la cárcel te dijeron que tu casa había sido destruida.
-Fue terrible. Pero lo más terrible fue que lo que sucedió en Sur: fue una masacre y el mundo no reaccionó. Miles de casas fueron destruidas y la gente fue desplazada, un crimen contra la humanidad, como la misma Comisión de Derechos Humanos de la ONU reconoció en 2017. Mucha gente se encontró sin nada, y el coste psicológico, sobre todo para las mujeres, fue altísimo. Claro, desplazar a la población de Sur era uno de los objetivo del gobierno, porque así rompía el modelo de convivencia y solidaridad mutua que se había creado en Sur.
-Durante la campaña electoral y después de haber sido elegida diputada del HDP en el 2018, siempre dijiste que llevarías la voz de Sur al Parlamento. ¿Lo has logrado?
-Yo creo que sí, y de hecho creo que hoy, si me han condenado a 10 años de cárcel no están condenando a Remziye Tosun, sino a todo Sur. Estamos viendo que el gobierno no puede tolerar la esperanza de una vida diferente, en armonía, en paz, donde todas las culturas, etnias, religiones vivan juntas, haciendo de sus diferencias una riqueza.
-¿Cuál es tu mensaje a esta Europa que guardó silencio frente la masacre de Sur?
-Mi mensaje a toda la gente de Europa, que cree en la democracia, realmente sería este: no os quedéis callados, reclamar que el mensaje del HDP es también vuestro, porque permitir que triunfe la masacre política de nuestro partido significa también aceptar que se recorte y se reduzca la democracia en Europa y en todo el mundo.
FUENTE: Por Orsola Casagrande / Berria / Rebelion