El presidente turco Recep Tayyip Erdogan tiene buenos motivos para vivir en un miedo constante. Sólo hace unos meses, el 15 de Julio, cientos de oficiales militares, incluyendo muchos miembros de su propio equipo de seguridad, intentaron derrocarlo durante un golpe de Estado. Pero la forma en que cree es mejor para combatir y ganar frente a futuros intentos de reelección –y la vida– expone a Turquía al riesgo de una guerra civil.
La lucha de Erdogan contra los conspiradores del golpe es legítima. Su paranoia es comprensible. Pero su esfuerzo por construir un ejército privado de devotos no lo es. El nivel de paranoia alrededor de su palacio de más de 1.100 habitaciones está alcanzando nuevas cotas. Uno de sus asesores jefe, Yigit Bulut, recientemente acusó a los chefs extranjeros en los programas de cocina de los canales de TV turcos de ser espías extranjeros. Bulut insistía en que los chefs extranjeros estaban de tour por Anatolia simplemente para reunir información acerca de bases militares y complejos industriales en Turquía. Las palabras de Bulut pueden sonar divertidas, pero se trata de uno de los asesores de mayor nivel de Erdogan.
Esta paranoia está empujando a Erdogan y a sus hombres a un abismo y a la guerra civil. Hay señales también de que el aventurismo de Erdogan no quedará confinado entre las fronteras de Turquía. Para conmoción de la agencia de inteligencia nacional, por ejemplo, el gobierno de Erdogan creó la posición de un delegado subsecretario a cargo de “operaciones especiales”. Pinar Tremblay, experto en Turquía, dijo: “El establecimiento de esta unidad nos dice que el aventurismo de Turquía no se va a calmar de aquí a un futuro próximo. Al contrario, se expandirá porque ahora vemos al gobierno dispuesto a invertir más fondos y recursos humanos en operaciones especiales. La institucionalización también nos dice que la presencia turca en Siria y su participación en Irak será coordinada desde este centro y que esta unidad está prevista que crezca en los próximos meses”.
También existen señales de que Erdogan quiere librar una guerra sin cuartel dentro de Turquía contra cualquier enemigo que pueda encontrarse.
En agosto, Erdogan designó al general jubilado Adnan Tanriverdi como uno de sus asesores jefe. Tanriverdi es el propietario de Sadat, una compañía consultora de defensa internacional. Sadat define su misión como “proveer consultoría y servicios de entrenamiento militar en los sectores de seguridad interior y defensa internacional”. Críticos, incluyendo legisladores de la oposición, están indagando acerca de las actividades de Sadat, sospechando que su auténtica misión podría ser entrenar a fuerzas paramilitares, oficiales o no, para librar la multitud de guerras de Erdogan dentro y fuera de Turquía. “Dentro” significará luchar contra futuros disidentes y “fuera” será muy probablemente con jihadistas entrenados para librar las guerras sectarias de Erdogan en países como Siria. Erdogan probablemente tema el expansionismo chií más que el aventurismo kurdo, pero lo más probable por su modo de pensar es que el aventurismo kurdo sea parte del expansionismo chií.
Como si todo esto no fuera ya suficiente arriesgado para la paz debido a un ejército no oficial en ciernes, Erdogan tomó otro paso recientemente para reforzar su defensa contra enemigos reales o ficticios. En octubre, la dirección general de asuntos religiosos de Turquía, o “Diyanet”, emitió una circular para la formación de “divisiones juveniles” que serán asociadas a las decenas de miles de mezquitas del país. Inicialmente las divisiones juveniles serán formadas y entrenadas en 1.500 mezquitas. Bajo el plan, 20.000 mezquitas tendrán divisiones juveniles para el 2021 y finalmente 45.000 mezquitas. Los observadores temen que las divisiones juveniles se conviertan en la “milicia de mezquita” de Erdogan, como ocurrió con las Juventudes Hitlerianas del Partido Nazi en Alemania.
Tener divisiones juveniles para las mezquitas es una idea peligrosa, especialmente para un país como Turquía, donde las divisiones sociales entre musulmanes seculares y conservadores están fuertemente polarizadas y amenazan con violencia. La milicia de mezquita podría provocar una respuesta secular en la forma de “divisiones seculares juveniles”. Entonces será cuestión de tiempo cuándo y dónde comenzará la primera chispa de violencia.
Erdogan dirige el segundo ejército más grande de la OTAN y una enorme fuerza de seguridad y organización de inteligencia. No necesita levantar un ejército de píos jóvenes para proveerle de seguridad personal. Esto sólo llevará a la violencia y, en el peor de los casos, a una guerra civil. Debería dejar la idea de un ejército privado de jóvenes y píos musulmanes sunníes antes de que sea demasiado tarde.
FUENTE: Burak Bekdil (columnista del diario Hürriyet Daily)/Gatestone Institute/Traducido por Rojava Azadî