Presentamos el extenso y profundo análisis de Berfin Kurban sobre el Confederalismo Democrático, ideología llevada adelante por el Movimiento de Liberación de Kurdistán, que propone un Medio Oriente plurinacional y multicultural.
Democracia moderna versus capitalismo moderno
Hoy, en el siglo XXI, vivimos en un mundo donde la explotación, la opresión y las violaciones de los derechos humanos básicos aumentan y se legitiman constantemente. Como resultado del capitalismo, las desigualdades e injusticias no tienen fin en la vida política, económica y social.
Algunos dirán que es el sistema capitalista-imperialista, así como los problemas de nacionalismo, racismo, militarismo, estatismo y sexismo que lo acompañan, lo que ha sumido a la sociedad en el caos. Este sistema hegemónico se alimenta de las guerras que crea, destruye la naturaleza, causa desastres y pobreza y nos mantiene en constante amenaza por estas inestabilidades.
El capitalismo, que es el orden social y económico mundial, posee serias contradicciones entre la realidad y la razón, y entraña repercusiones significativas al amenazar el bienestar de la humanidad y en la generación de desastres ecológicos. Por tanto, se podría decir que el capitalismo ha llegado a sus límites en términos de sostenibilidad. El final de la guerra fría dio un nuevo ímpetu a la adopción de la socialdemocracia neoliberal, algo obviamente sujeto a muchas contradicciones. Pero también empujó a la izquierda, y a otros que aspiraban a los principios socialistas, a adoptar una postura pesimista. La mayoría de la gente hoy ha aceptado la ilusión y la creencia de que no es posible una alternativa al capitalismo. Sin embargo, en la historia reciente, desde América Latina hasta Oriente Medio, los movimientos sociales han restaurado la fe en otro mundo que se había perdido, y que ahora resucita con un nuevo ímpetu, como los zapatistas de Chiapas, los kurdos de Rojava (norte de Siria) y Bakur (sudeste de Turquía), entre otros.
Hay una alternativa al capitalismo y es el Confederalismo Democrático. Actualmente se está construyendo en el norte de Siria (Rojava), a pesar de la falta de reconocimiento internacional. El Movimiento de Liberación de Kurdistán (MLK) lidera actualmente un experimento revolucionario al establecer un sistema confederal en el norte de Siria, hogar de cuatro millones de kurdos. Este ensayo pretende descubrir los aspectos teóricos y prácticos de esta revolución, centrándose en el modelo económico que se está experimentando en Rojava, para determinar si podría constituir una alternativa al neoliberalismo del capitalismo moderno.
La primera sección (de este artículo) entabla una discusión sobre las deficiencias actuales del capitalismo y el problema global de la desigualdad; la segunda sección presenta la forma en que el MLK, dirigido por Abdullah Öcalan, inspirado por las ideas y las teorías apuntadas en la primera sección, han convertido su movimiento de independencia en un movimiento que busca crear un sistema alternativo, más democrático y libertario, basado en los principios de autonomía democrática, igualdad de género, industrialismo ecológico y economía social.
Contexto histórico del desarrollo del capitalismo y el Estado-nación
El capitalismo moderno apareció con los avances y revoluciones en el campo del conocimiento, con el desarrollo de las matemáticas, la física y la química. Tanto es así que las tradiciones fueron cuestionadas y rechazadas, lo que provocó una transición del ruralismo a la urbanización y permitió la industrialización capitalista. Michel Foucault (1926-1984) argumenta que las revoluciones estadounidense y francesa, que incorporaron el liberalismo y el republicanismo, en realidad no liberaron a los ciudadanos del autoritarismo opresivo, sino que lo reemplazaron con otra forma de poder, que es el capitalismo. El desarrollo de los estados-nación, aportando su parte de componentes como la democracia representativa, la burocracia, la educación pública, el secularismo y las formas interminables de vigilancia, no se produjo de forma natural, sino con la ayuda de decisiones políticas tomadas para ayudar al capitalismo moderno.
Los sociólogos clásicos, en la línea del pensamiento aristotélico, en su mayoría consideran que el objetivo inherente a la modernización era hacer central la experiencia occidental (europea) a través de factores económicos, sociales, culturales y políticos. Pero la teoría de la modernización sigue siendo un tema muy debatido, desde las etapas de la modernización de Walt Rostow (1916-2003) a la crítica de la dependencia de Andre Gunder Frank (1929-2005), pasando por la teoría del sistema capitalista mundial desarrollada por Immanuel Wallerstein (1930), entre otros.
La globalización capitalista es un proceso en el que todo el planeta se integra social, política y económicamente en dimensiones históricas, económicas, socioculturales y políticas.
En pocas palabras, el capitalismo se puede definir como un sistema de producción con el propósito de poner el beneficio en manos privadas, los de la élite burguesa o el “Estado” en el caso de China. Hoy en día, el capitalismo parece estar pasando por una nueva crisis. Hay una crisis económica, ecológica y energética mundial, y los capitalistas no ponen en marcha mecanismos para resolver estos problemas; no pueden resolver estas crisis porque, como dijo Einstein, “ningún problema puede resolverse con el mismo estado de ánimo que lo engendró”. Este sistema no es duradero y ha creado problemas sociales peligrosos, de los cuales niega las raíces ontológicas. De tal manera que la depresión en la que se encuentra la era financiera del sistema capitalista ilustra claramente hoy que ya no puede defender las mentiras que ha utilizado históricamente para mantener su existencia. Pero, ¿cómo surgió el capitalismo?
A mediados del siglo XIX, Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) escribieron el Manifiesto Comunista y dieron cuenta de manera relevante de la experiencia europea del capitalismo moderno. En ese momento de la historia, la revolución industrial estaba en marcha y estaba cambiando el paisaje material y humano a través de avances tecnológicos (científicos), cambios institucionales y la intensificación del comercio a través del surgimiento de un mercado global. Sin embargo, según Marx, esta sociedad industrial moderna se caracteriza por conflictos de clase entre la burguesía y el proletariado, pero como las fuerzas productivas del capitalismo ya no son compatibles con esta relación explotadora, eventualmente llevará a una revolución proletaria. Marx argumenta que la explotación del proletariado por la élite burguesa era la fuerza que provocaba el desarrollo histórico.
La contribución de Karl Marx a las teorías sociales no ha sido una mera predicción utópica del futuro sino, lo que es más importante, un conjunto de análisis del funcionamiento y las contradicciones del capitalismo.
Este legado ha continuado como se ve con la teoría de los “mundos de sistemas” del sociólogo y científico sociohistórico Immanuel Wallerstein. Desde la década de 1970, Wallerstein ha desarrollado el paradigma del análisis de sistemas globales, que es un enfoque macroscópico de los cambios sociales e históricos del mundo de una manera multidisciplinaria. Wallerstein sostiene que el Estado-nación moderno se mantiene a través de un marco económico, político y legal que él llama el “sistema mundial” y algunos países se benefician de este sistema económico global mientras otros son explotados.
Wallerstein muestra que el sistema capitalista mundial comenzó en el siglo XVI en partes de Europa y América y luego se extendió al resto del mundo en los siglos posteriores con la acumulación interminable de capital (2004: 23-24). Por lo tanto, los estados nacionales modernos pueden verse como incorporados al sistema global del capitalismo. Pero, como señala Wallerstein, las relaciones económicas no se han desarrollado al azar, los estados-nación modernos se han creado en paralelo con el capitalismo para servir y proteger los intereses de la élite capitalista. Además, los capitalistas europeos necesitaban crear estados europeos fuertes, con gran poder político y militar, para apoyar su hegemonía. Wallerstein señala que la economía del mundo capitalista se basa en la creación de superávit por el aumento constante de la productividad, del cual extrae un excedente para la élite burguesa a través del beneficio. El poder es una noción importante a integrar para comprender las desigualdades que se propagan a través del sistema-mundo capitalista.
Por lo tanto, el sistema-mundo se centra en una división del trabajo entre dos clases; estas diferentes clases presentan una disparidad en cuanto al acceso a los recursos en los senos de los estados-nación, y los diferentes estados-nación tienen un acceso desigual a los bienes y servicios del mercado global.
Wallerstein divide la economía del mundo capitalista en tres categorías principales: el corazón, la semiperiferia y la periferia (2004: 28). Los estados centrales son aquéllos que dominan y ostentan el poder político, económico y militar para imponer tipos de cambio desiguales y explotar el trabajo, las materias primas y la agricultura de los estados periféricos, menos desarrollados, y les somete a otras formas de exterminio, ecológica, por ejemplo. Estas condiciones que destaca Wallerstein pueden explicar las complejas relaciones de economía y poder que existen entre los países. Como sugiere Wallerstein, el sistema-mundo capitalista no es infinito y este sistema se derrumbará inevitablemente con, tarde o temprano, una crisis económica mundial, lo que resultará en un cambio revolucionario.
Los estados-nación no son entidades reales, se trata de una construcción social moderna, en relación a la cual Benedict Anderson (1936-2015) inventó el paradigma significativo de comunidades imaginadas.
Anderson analiza el nacionalismo y sostiene que una nación es una “comunidad política imaginada” porque nadie puede reencontrar o conocer a todos los miembros de esta comunidad, “sin embargo, en la mente de todos está la imagen de su comunión”, e independientemente de las desigualdades y la explotación “la nación siempre se concibe como una confraternidad profunda y horizontal”. Las naciones, a diferencia de los estados-nación, no son tangibles, ya que no siempre tienen una ubicación geográfica definida y porque pueden ir más allá de las fronteras, como se muestra en la Unión Europea o la Unión Africana. Mediante el estudio de los orígenes históricos de la conciencia nacional y el surgimiento de las naciones modernas del siglo XVIII hasta el XX, Anderson afirma que la nación o el nacionalismo no es realmente una ideología política como el marxismo o el fascismo, sino una construcción social creada en el siglo XVIII, en paralelo con los acontecimientos políticos occidentales que le han permitido convertirse en un modelo, por lo que se puede unir a los gobiernos con disposiciones ideológicas variadas, hasta los regímenes socialistas.
La conciencia nacional se ha visto estimulada por cosas como la concepción moderna del tiempo, el capitalismo de impresión y otros acontecimientos tales como las revoluciones americana y francesa. Anderson sostiene de manera notable que incluso los regímenes revolucionarios (por ejemplo marxistas) corren el riesgo de entrar en una guerra en nombre de las “naciones” a causa de los elementos anteriormente indicados.
El nacionalismo es una noción poderosa que ayuda a mantener el statu quo y distrae la atención de problemas sociales como la explotación económica. Aunque Anderson no proporcionó una solución, no obstante, ha inspirado también a Abdullah Öcalan y su paradigma de Confederalismo Democrático para rechazar el Estado-nación.
La globalización neoliberal no ha funcionado para los pobres o el medio ambiente, ha causado desastres y es necesario lidiar con sus contradicciones, dicen el antropólogo de la economía Keith Hart y los coautores con quienes ha escrito una guía ciudadana para construir una economía humana.
Inspirado metodológicamente por la revolución etnográfica del siglo XX en la antropología social y cultural, The Human Economy Program, iniciado por Keith Hart y Al., tiene como objetivo “volver a conectar el estudio de la economía con el mundo real, para hacer sus descubrimientos más accesibles para el público y para ubicar el análisis económico en un marco que integre a la humanidad como un todo, el mundo en el que vivimos”. Al reanudar el proyecto de hacer de la economía a los economistas y al enfatizar la unidad entre el individuo y la sociedad, este nuevo ser humano universal busca una alternativa. Si no proporcionan una, al menos proponen cuatro principios clave que la economía debe integrar para ser humanista.
El primero es que la economía “está hecha y renovada por el pueblo, la economía debería ser de interés práctico para todos nosotros en nuestra vida cotidiana”. Hart dice que “esto significa que debería tratar una mayor variedad de situaciones particulares en toda su complejidad institucional” y “debe basarse en una concepción más integral de las necesidades e intereses de todos”.
Finalmente, afirma que la economía “debe tratar a la humanidad como un todo, así como la sociedad global que estamos construyendo”. Hart y otros ofrecen varias vías para emprender estudios económicos de forma emancipatoria y multidisciplinaria yendo más allá de la geografía y argumentando que “la economía siempre es plural y la experiencia que la gente tiene a lo largo del tiempo y el espacio está más cerca de la economía que lo que sugieren términos opuestos como ‘capitalismo’ y ‘socialismo’”. Por lo tanto, el objetivo es promover una democracia económica “ayudando a las personas a organizarse y mejorar sus propias vidas”. Nuestros descubrimientos deben, por lo tanto, tener el propósito de ser presentados al público con un espíritu de pragmatismo y hechos comprensibles para que el lector pueda hacer un uso práctico del mismo.
Uno podría preguntarse cómo los fundamentos de la experiencia de Rojava podrían ayudar a radicalizar el proyecto de “economía humana” de Hart para la democracia económica.
Desde el punto de vista de Hart y teniendo en cuenta que las alternativas deben encontrar sus orígenes en nuestras realidades, la autodeterminación se revela como un requisito previo importante para las libertades y el desarrollo económico, social y político.
Las fuerzas revolucionarias kurdas de Rojava han demostrado que es posible una alternativa al desarrollar su propio sistema contra el capitalismo moderno, estableciendo una sociedad democrática que se dirige hacia la industria ecológica y el sistema del Confederalismo Democrático y llamando a este sistema democracia moderna o modernidad democrática.
Historia e ideología del Movimiento de Liberación Kurdistán
Kurdistán fue dividido entre cuatro estados-nación (Irán, Irak, Siria y Turquía) por el acuerdo Sykes-Picot en 1916, que delimitaron fronteras artificiales en la región.
Cada Estado-nación se ha asegurado de que no haya fragmentación posible del nuevo Estado y ha tratado de unificar el Estado-nación por medio de un nacionalismo impuesto. Esto suponía negar la existencia de muchos otros grupos étnicos (kurdos, albaneses, lazes, azerbaiyanos, zazas, chechenos, circasianos, árabes, bosnios, tártaros, armenios, griegos, yezidis) que viven sobre todo en Turquía. El sentimiento nacionalista fue inculcado por la “nacionalización de los proyectos” que trataron de asimilar los diferentes grupos étnicos mediante su “turquificación”, “persanización” o “arabización”.
Abdullah Öcalan (estratega principal) y un grupo de jóvenes fundaron el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en 1978 en Bakur (Kurdistán Norte, Turquía) y comenzaron la lucha armada en 1984 con el objetivo de establecer un Estado socialista independiente (marxista-leninista) mediante el establecimiento de un Kurdistán unificado.
Este movimiento evolucionó y rechazó el Estado-nación para dirigirse hacia el Confederalismo Democrático. El PKK tuvo varias transformaciones como resultado de profundos análisis de la lucha de liberación nacional y otros movimientos alternativos, así como por la observación de las experiencias del socialismo y el feminismo reales, en paralelo con la evaluación de su propia práctica teórica. A pesar de que el PKK había pasado por una serie de reformas ideológicas antes del secuestro de Öcalan en 1999 (después de una operación de la OTAN), ha sido escribiendo en cautiverio cuando acuñó el término Confederalismo Democrático y lo propuso como una solución al problema kurdo.
En 1993, Öcalan y el movimiento kurdo cesaron de buscar un Estado independiente, pues “la fundación de un Estado no aumenta la libertad de un pueblo” y “los estados-nación se han convertido en obstáculos importantes para todo desarrollo social”.
Öcalan propuso el Confederalismo Democrático como una alternativa al sistema del Estado-nación. Desarrolla este modelo inspirándose en las ideas municipalistas del socialista ecologista anarco-libertario Murray Bookchin (1921-2006), así como en las teorías mencionadas anteriormente de Wallerstein y Anderson, entre muchos otros.
Öcalan define el proyecto de Confederalismo Democrático como “una administración política no estatista o una democracia sin Estado”, que es “flexible, multicultural, antimonopolista y orientada al consenso” y en la que “la ecología y el feminismo son los pilares centrales” de este proyecto. Además, en este sistema autoadministrado “se hará necesaria una economía alternativa, que aumentará los recursos de la sociedad en lugar de explotarlos y, de este modo, hará justicia a las múltiples necesidades de la sociedad”.
Al revelar la verdad sobre la sociedad histórica y criticar el capitalismo moderno, Öcalan afirma que “de la memoria humana, la gente siempre ha formado grupos de geometría variable de clanes, tribus u otras comunidades con propiedades federales”, lo que permite la preservación de la autonomía interna.
Sin embargo, haciéndose eco de la teoría del biopoder de Foucault, Öcalan dice que el capitalismo moderno ha impuesto la centralización del Estado, por la cual “el Estado-nación, como sustituto moderno de la monarquía, ha dejado tras él una sociedad debilitada e impotente” y “el poder se constituye a sí mismo en el Estado central, convirtiéndose en uno de los paradigmas administrativos fundamentales de la modernidad”. En consecuencia, el movimiento kurdo propone una “democracia moderna” como solución, ya que es el “marco de una sociedad política basada en la ética”. Los principios fundamentales de la democracia moderna consisten en una sociedad moral y política, la industria ecológica y el paradigma del Confederalismo Democrático.
El Confederalismo Democrático como práctica política fundamental de la modernidad puede ser un modelo importante no sólo para los kurdos, sino también para Oriente Medio y otras regiones que son étnicamente diversas y multiculturales.
De hecho, aporta una solución a las características opresivas del nacional-estatismo causadas por sus implementaciones monolíticas y homogéneas. De tal forma que, en la nación democrática, todas las etnias, religiones y otros grupos tendrán voz y podrán participar con sus propias identidades étnicas en el seno de una estructura democrática federal.
El establecimiento del Confederalismo Democrático en Rojava
El Partido de la Unión Democrática (PYD), afiliado al PKK y fundado inicialmente en 2003 en Rojava, comenzó a poner en práctica las ideas del Confederalismo Democrático antes del levantamiento sirio en 2011, con gran dificultad, ya que el régimen del partido Baath intentó ponerle fin y eliminar cualquier cambio que se pretendiera hacer al orden capitalista y estatista existente. El PYD no tuvo éxito hasta 2012, cuando las fuerzas de Assad se retiraron del área para concentrarse más en la resistencia que surgía en el resto del país.
Los kurdos sirios habían elegido una tercera vía, la de la paz, al no unirse al régimen ni a las fuerzas rebeldes en la naciente guerra civil. El pueblo, liderado por el PYD, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y las Unidades de Protección de la Mujer (YPJ), tomaó el control de la mayor parte de Rojava y organizaron asambleas a gran escala.
Entre 2012 y 2014, los habitantes de Rojava, guiados por los grupos políticos, fueron muy activos en la discusión de estrategias para poner en práctica el sistema de democracia confederal que Öcalan había propuesto.
En 2013, Rojava se dividió en tres cantones autónomos: Cizire, Kobane y Afrin. Los habitantes se organizaron en consejos y comunas en las ciudades y pueblos de cada cantón. Se alentó a las personas de cualquier origen étnico a asistir a las reuniones para hablar sobre los problemas que tenían. Por primera vez en la historia, a la gente de la zona se le preguntó cuáles eran sus problemas y a qué sistema querían cambiar. En 2014, después de esta larga y rigurosa consulta, se estableció el contrato social de Rojava para los tres cantones de Cizire, Kobane y Afrin, con la firma de más de cincuenta organizaciones o partidos políticos.
La carta comienza con la siguiente declaración: “Con el fin de lograr la libertad, la justicia, la dignidad y la democracia, y guiados por los principios de igualdad y sostenibilidad ambiental, la carta proclama un nuevo contrato social, basado en la coexistencia mutua y pacífica y en la comprensión entre todas las ramas de la sociedad” (Paz en Kurdistán, 2014). Este contrato social significa una notable manifestación de los principios de la democracia moderna, fomentando la participación de todos, pues cada persona en el seno de la sociedad puede referirse a ella.
Nuevamente, en la introducción a la carta reside el aspecto definitorio principal del sistema que se crea, expuesto con palabras muy simples, que dice: “Bajo esta carta, nosotros, los pueblos de las regiones autónomas, nos unimos en un espíritu de reconciliación, pluralismo y participación democrática para que todos puedan expresarse libremente en la vida pública. Al construir una sociedad libre de autoritarismo, militarismo, centralismo e intervención de la autoridad religiosa en los asuntos públicos, la carta reconoce la integridad territorial de Siria y aspira a mantener la paz local e internacional” (Paz en Kurdistán, 2014). La carta declara un nuevo sistema político y civil basado en un contrato social con el pueblo para establecer una sociedad más libre y más democrática que represente igualmente la voluntad de todos los grupos en la región, con el establecimiento de la justicia e igualdad social. Uno de los aspectos importantes de esta carta es el énfasis en la igualdad de género, más allá de la igualdad de derechos para los diferentes grupos étnicos y el derecho a la educación en la lengua materna.
La estructura básica del sistema democrático confederal tiene cinco niveles de gobernabilidad y toma de decisiones:
1) La Asamblea Legislativa
2) Los Consejos Ejecutivos
3) La Alta Comisión Electoral
4) Los Tribunales Constitucionales Supremos
5) Los Consejos Municipales/Provinciales
El nivel básico del consejo de Rojava es la comuna. Las comunas comprenden entre 30 y 400 hogares (ciudad o pueblo), se reúnen cada 15 días y eligen un comité que se reúne todas las semanas (todos los miembros pueden asistir a estas reuniones cuando lo deseen). Para todos los puestos y para todas las zonas existe un sistema de cogobierno donde hombres y mujeres comparten el poder para permitir el consenso.
El siguiente nivel es el consejo de distrito o de pueblo, luego el consejo popular del cantón y, finalmente, el Consejo Popular del Kurdistán occidental (MGRK). Un aspecto importante del sistema de consejos es que en cada nivel existen consejos autónomos de mujeres formados por la Unión de Mujeres “Kongreya Star”, con el fin de fortalecer a las mujeres en todos los aspectos de la vida.
En base a estos desarrollos, en marzo de 2016, los tres distritos de Rojava, bajo el liderazgo del PYD, establecieron la Federación Democrática de Rojava – Norte de Siria para lograr una Siria democrática y federal, en lugar de una administración central, teniendo en cuenta las características históricas, geográficas, culturales, demográficas y económicas al establecer federaciones democráticas.
Las “regiones autoadministradas” dentro de la federación están organizadas “sobre la base de los consejos, academias, municipalidades y cooperativas”.
Lo que hace que todo esto sea aún más notable es que este sistema alternativo, que desafía el orden del mundo y no recibe el apoyo político o material de ningún Estado-nación, se lleva a cabo mientras los kurdos resisten al mismo tiempo asaltos del Estado Islámico y participan en una guerra perpetuada por el Estado Islámico con el apoyo del Estado turco, que no quiere un gobierno autónomo kurdo cercano.
La red organizacional, integrada en la sociedad rojavana, es administrada por el Tev-Dem (Movimiento para una Sociedad Democrática), encabezado por hombres y mujeres, y por la organización independiente de mujeres Kongreya Star (establecida en 2012; la estrella se refiere a la diosa de la antigua Mesopotamia, Ishtar). Ambas organizaciones incluyen a todas las etnias y religiones y son un ejemplo de democracia popular directa. Los pueblos han establecido comunas de diversos tamaños que van desde 7 hasta 300 familias, academias, tribunales, cooperativas y administraciones de salud, así como unidades de defensa de las mujeres. Los comités de estas instituciones son elegidos por asambleas locales, y todas las estructuras organizativas tienen un sistema copresidencial, con un hombre y una mujer electos.
El modelo económico de Rojava
El sistema democrático confederal de Rojava se encuentra todavía en fase de desarrollo, a una velocidad que se ve frenada por los constantes ataques que sufre y por el embargo impuesto por el Estado turco. Sin embargo, se han realizado muchos avances importantes hacia el establecimiento de un sistema económico alternativo que proporciona una alternativa al dualismo del capitalismo y el comunismo.
En una entrevista periodística mantenida con el profesor Ahmet Yosuf, presidente del Comité Cantonal de Economía y Comercio Autónomo de Afrin, describe los objetivos a largo plazo y los pasos para alcanzarlos. Comienza diciendo que el cantón (de Afrin), como los otros cantones, debe impulsar cooperativas y “pequeñas unidades de producción”. El desarrollo de este sistema, como él lo explica, comienza con una economía basada inicialmente en la agricultura. Además, este sistema, que incluye la cooperación de los habitantes de la zona, beneficiará a todos y se asentará como un modelo económico alternativo para los pueblos de la región.
Estas ambiciones comienzan a implementarse en la realidad.
A finales de 2015 y en 2016, se han creado comités económicos para facilitar el establecimiento y apoyar el buen funcionamiento de la economía; algunos de ellos eran cooperativas formadas exclusivamente por mujeres, para restablecer el equilibrio del orden y alentar aún más a las mujeres a participar en la vida económica.
Los habitantes ponen en marcha pequeñas unidades de producción. Las cooperativas varían en tamaño, desde pequeñas cooperativas de menos de 10 personas hasta otras de tamaño mediano de 60 personas o incluso más grandes, de 100 a 150 cooperativistas. Entre las cooperativas establecidas, algunas se dedican a la agricultura (por ejemplo, cultivo de trigo, producción de verduras y ensaladas, producción de leche y yogur, así como cría de animales), pero también hay tiendas de ropa, restaurantes y panaderías. Las pocas refinerías de petróleo presentes en Rojava también operan en cooperativa. Las personas que trabajan en estas cooperativas son propietarios/accionistas. La estructura organizacional está dirigida por un “comité de coordinación”, una denominación preferida a la de “comité de gestión” porque suena menos jerárquica. Los partícipes deciden colectivamente las reglas, operaciones, contratación y finanzas. Al más alto nivel, toda la actividad económica es administrada conjuntamente por las organizaciones Tev-Dem y Kongreya Star. Todas las iniciativas económicas se llevan a cabo teniendo en cuenta los principios ecológicos, utilizando los recursos naturales y minimizando el desperdicio.
Este sistema todavía está en sus inicios y las administraciones de los cantones planean construir infraestructuras de abastecimiento de agua y energía más sostenibles tan pronto como tengan los medios económicos. El orden mundial capitalista todavía tiembla con el impacto devastador de la crisis financiera que comenzó en 2008 y las guerras que han sumido a Oriente Medio en la confusión, con cientos de miles de vidas perdidas y la creación de millones de refugiados. En medio de todo esto, el pueblo kurdo de Rojava (norte de Siria) ha anunciado una revolución que desafía al sistema capitalista, patriarcal y estatista que ha creado un alto nivel de desigualdad y una mayor división de clases. Con el marco teórico de Öcalan, líder del Movimiento de Liberación de Kurdistán, los kurdos de Rojava construyen gradualmente el modelo del Confederalismo Democrático. Este sistema se basa en una democracia de base y organiza a los habitantes para establecer estructuras comunales democráticas con la guía de grupos políticos. El sistema es puesto en práctica en las localidades, pueblos y ciudades con asambleas formadas en cada nivel y por todos los sujetos.
Este sistema, que “promueve un modelo de sociedad ecológica”, también apoya la liberación de las mujeres. El sistema económico desarrollado allí beneficia a todos y es un modelo para toda la región. Es, por tanto, de gran importancia capital mostrar apoyo a la revolución que se está llevando a cabo actualmente en Rojava, ya que es un rayo de esperanza para un mundo más pacífico y más igualitario.
FUENTE: Berfin Kurban / www.kedistan.net / Traducido por Rojava Azadi