El comercio de drogas, gasolina, armas y seres humanos

El interés es enorme, la organización es complicada. Como resultado de la violencia de los años 1090, identificada a través de los nombres de Mehmet Ağar, Tansu Çiller y Doğan Güreş, 17 mil ejecuciones se añadieron a la lista de “asesinatos no identificados”. Unos cuatro mil pueblos fueron incendiados. Millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus aldeas, pueblos y ciudades.

Los que sobrevivieron a base de sangre y violencia han ampliado sus zonas de influencia, extendiendo sus poderes sobre la política, la mafia y el contrabando. Se hicieron con el control del tráfico de drogas desde Afganistán a Europa, y establecieron redes a través de organizaciones mafiosas, especialmente en las grandes ciudades y regiones turísticas. Las fuerzas militares especiales penetraron en los niveles superiores de la mafia. La mafia penetró en los niveles superiores de las fuerzas militares especiales y así hicieron que el “mecanismo paramilitar” dominara todo el país.

El petróleo del Kurdistán (del Norte, sudeste turco) se convirtió en una oportunidad para Turquía. Enormes cantidades de gasolina llegaron a Turquía y a otros mercados de forma no oficial. Se crearon oleoductos, flotas de camiones y barcos para transportar ilegalmente la gasolina al mercado. El interés de los políticos, las mafias y los comerciantes por los barcos se debe, en realidad, a este comercio.

Además de la gasolina o los productos comerciales, también se han incluido en este comercio drogas camufladas. En Azerbaiyán, (el presidente) Aliyev y los grupos privilegiados, que han querido utilizar el petróleo para sus intereses personales, han elegido a Turquía como el “país más adecuado” para este fin. Además, Irán también se añadió en este marco en un intento de romper el embargo que se le impuso.

Turquía siempre fue atractiva, porque proporcionaba transporte, daba privilegios a la economía informal, y daba la oportunidad a los grupos de interés azeríes, kurdos y persas de utilizar su riqueza en Turquía. Gracias a sus comisiones, inversiones y asociaciones empresariales, los políticos, los grupos privilegiados, los miembros de la mafia y la burocracia han duplicado su riqueza en Turquía.

La guerra en Siria ha creado nuevas oportunidades para las élites “oscuras” en Turquía. Además del contrabando de gasolina y drogas, el tráfico de personas y el comercio de armas se han convertido en una nueva fuente de ingresos. La gasolina del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) y las armas de diferentes mercados, fluyen a través de Turquía gracias a la mafia, los políticos y las organizaciones paramilitares, especialmente la agencia de inteligencia turca MIT.

De Irán a Libia, de Qatar a Siria, del Mediterráneo a Ucrania, de Afganistán a Europa, las bandas centradas en Turquía comerciaban con drogas, armas, gasolina y militantes. Utilizaban todos los medios de transporte, desde lanchas a barcos y yates de lujo, desde aviones gubernamentales a jets privados, con nuevas inversiones.

Jeques, jefes de tribus, oligarcas, líderes de la mafia, narcotraficantes y todo tipo de contrabandistas, fueron acogidos en Turquía como invitados de alto protocolo: se han beneficiado de todo tipo de privilegios.

Esta rueda sigue girando con la ayuda de redes internas y externas, a pesar de que se encubre con esos discursos de “bandera, nación, guerra contra el terrorismo”. Es inevitable que en un sistema informal tan grande, algunas unidades y fuerzas entren en conflicto entre sí. A menos que haya una intervención internacional o una resistencia organizada de la población, este sistema actual seguirá reafirmándose.

FUENTE: Ehmed Pelda / Yeni Yaşam / Medya News / Traducción: Rojava Azadi Madrid / Edición: Kurdistán América Latina

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