“Las herramientas del amo nunca desmantelarán la casa del amo”.
(Audre Lorde)
Los últimos siglos han sido testigos de muchas luchas anticoloniales y revolucionarias lanzadas y libradas con el objetivo de liberar a la gente y a su tierra de la explotación. Han aspirado a conseguir la autodeterminación y el autoempoderamiento de los pueblos, y una vida de libertad, bienestar y justicia para todos. En ese empeño, muchos movimientos de liberación en África, América Latina, Asia y Oriente Medio fueron capaces de obligar a las potencias coloniales a retirarse físicamente de sus territorios, pero no todos tuvieron el mismo éxito en la realización de todos sus objetivos declarados. De hecho, muy a menudo fue un grupo de nuevas élites nacionales el que consiguió asegurarse el poder político y establecer otro gobierno, sin introducir ningún cambio convincente en las estructuras del Estado y del poder. Eso fue descorazonador para las personas luchadoras por la libertad, que se habían esforzado por un cambio genuino y, a menudo, ese sentimiento de desencanto caló en las generaciones siguientes. Parecía como si la cínica declaración de Margret Thatcher de que “¡No hay alternativa al capitalismo!”, fuera aceptada tácitamente como destino por la gente.
Pero el espíritu humano sigue esperando y luchando por un futuro mejor. Si nos fijamos en las primeras formaciones de vida comunitaria, en las que las mujeres desempeñaron un papel protagonista y aglutinador; si escuchamos las cosmovisiones pluriversales de todo el mundo; y si seguimos buscando dar sentido a nuestras propias vidas en este planeta, nos damos cuenta de que las sociedades ecológicas, políticas y éticas, basadas en los valores de la democracia, la solidaridad y la justicia, siempre han existido, y aún perduran. Podemos aprender de la resistencia de los zapatistas y de las comunidades indígenas de América Latina que siguen defendiendo sus vidas en la proximidad de la Madre Tierra; podemos acercarnos a la asamblea de la aldea de Mendha Lekha, en la India, que decidió poseer y cultivar colectivamente su tierra. Y podemos inspirarnos en la organización confederal democrática de las comunas del Kurdistán, así como en la solidaridad de los barrios que se resisten a los desalojos en Palestina o Cataluña.
Necesidad de un paradigma más allá del Estado, el poder y la violencia
Estos esfuerzos nos inspiran para afrontar los retos del mundo contemporáneo. ¿Cómo podemos forjar una mentalidad, que sea democrática, y establecer un modo de vida que no reproduzca las estructuras de poder jerárquicas? ¿Y cómo defender las estructuras sociales democráticas e igualitarias contra el dominio de la hidra capitalista? Estas preguntas también han sido clave en las reflexiones de Abdullah Öcalan, el líder de la lucha por la libertad del pueblo kurdo, lanzado en la vanguardia del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Su análisis de la sociedad contemporánea propone que la liberación de la vida y la sociedad sólo puede ser posible más allá de la construcción del Estado, el poder y la violencia. Sentó las bases de un cambio de paradigma en el Movimiento por la Libertad del Kurdistán. A pesar de haber sido detenido extrajudicialmente en 1999, y posteriormente encarcelado en aislamiento en la isla de Imrali, en Turquía, el pensamiento de Öcalan sigue inspirando amplios debates en el movimiento, así como en la sociedad kurda, en las cuatro partes del Kurdistán y en la diáspora. Rechaza el precepto maquiavélico de que “el fin justifica los medios”, y afirma que “los medios revolucionarios tienen que ser tan limpios como los objetivos revolucionarios”, haciéndose eco de la afirmación de Audre Lorde de que “es imposible desmantelar la casa del amo con las herramientas del amo”. Öcalan afirma además que el Estado, el poder y la violencia no pueden convertirse en instrumentos de liberación, ya que ellos mismos han sido los medios de opresión de la sociedad. Estos puntos clave han allanado el camino para una reorientación estratégica y una reorganización de la lucha por la libertad kurda, basada firmemente en los pilares de la liberación de la mujer, la ecología y la democracia radical. Este proceso se ha abierto al establecimiento de la Autonomía Democrática, el Confederalismo Democrático y la Nación Democrática como alternativas a las estructuras estatales opresivas, patriarcales y nacionalistas.
Unidad del espíritu y el cuerpo democráticos
Durante las dos últimas décadas, el pueblo kurdo, junto con los pueblos de otras culturas y etnias de la región, ha comenzado a construir estructuras de autoorganización en las cuatro partes del Kurdistán, sobre la base de estos conceptos.
Los regímenes autoritarios de Turquía, Irán, Irak y Siria han tenido políticas coloniales dispares, y aunque las condiciones bajo sus respectivos regímenes también han sido diferentes, la opresión ha sido un fenómeno común en todos los países. Sin embargo, el pueblo kurdo ha negociado estas difíciles circunstancias con un espíritu común, que se describe con el término Nación Democrática. Esto subraya la consecución de una nación como sociedad democrática a través de la participación voluntaria de individuos y comunidades, guiados únicamente por su libre voluntad. A diferencia de un Estado-nación, no se basa en la hegemonía de una lengua, una etnia, una religión, una cultura o un territorio cerrado. El término, Nación Democrática, pone además de relieve una existencia compartida de diferentes comunidades culturales, sociales o religiosas construidas sobre la base de una vida común, una economía compartida y un conjunto de principios éticos. Este espíritu novedoso ha encontrado su cuerpo en la estructura de autogestión de los pueblos, denominados Autonomía Democrática y Confederalismo Democrático.
La Autonomía Democrática denota la creación de un marco social sustancial que consiste en consejos populares locales y regionales, cooperativas, academias y fuerzas de autodefensa fuera del Estado-nación existente que opera a través del aparato opresivo de su burocracia, policía, ejército y otras instituciones gubernamentales. Con estas estructuras de democracia de base y a través de ellas, la sociedad puede desarrollar sus propias políticas socioeconómicas, su sistema educativo, etc. y satisfacer las necesidades de su pueblo sin depender del Estado. Este marco también se conoce como Estado + Democracia, lo que significa simplemente que no es necesario derrocar al Estado para construir la democracia de base. Por otra parte, al construir estructuras populares democráticas y autónomas dentro de una estructura estatal existente, es posible hacer que el Estado disminuya su relevancia. En consecuencia, la capacidad del Estado para ejercer el poder -incluida la violencia estructural y militarista- sobre la vida de los individuos y la sociedad se reduce considerablemente en este nuevo marco. Este sistema confederal de organización, que une a las comunidades sobre la base de congresos y asambleas populares a través de fronteras trazadas arbitrariamente, ya se ha establecido bajo el paraguas de la Unión de Comunidades Democráticas del Kurdistán (KCK) y las Comunidades de Mujeres del Kurdistán (KJK). Para la sociedad kurda, el principio del Confederalismo Democrático es un mecanismo esencial para reunir e incluir en un sistema integrado el alma y las extremidades que habían sido cortadas por la presencia física de las fronteras del Estado-nación y su correspondiente mentalidad.
Los primeros y más decididos pasos hacia la construcción del Confederalismo Democrático se dieron en el Kurdistán del Norte, en 2005. Aquí es donde vive la mayoría del pueblo kurdo, que además tiene una larga historia de resistencia y organización contra el régimen autocrático turco. Posteriormente, cuando en la primavera de 2011 se produjeron varios levantamientos populares contra regímenes autoritarios y dictadores en el norte de África y Oriente Medio, el pueblo kurdo de Siria también tomó la iniciativa para reclamar sus derechos socioeconómicos y culturales y hacer valer su voluntad política. En Rojava (Kurdistán Occidental, norte de Siria), a pesar de la represión y el chovinismo nacionalista que habían sufrido bajo la República Árabe Siria, las mujeres y los pueblos habían establecido una sólida base organizativa para tomar el control de sus vidas mediante el trabajo político clandestino y la organización comunitaria extendida a lo largo de treinta años. En los últimos diez años, la sociedad del Kurdistán Occidental ha seguido construyendo este sistema alternativo de Autonomía Democrática basado en comunas, consejos y asambleas populares para satisfacer sus necesidades vitales. Pero no ha sido un proceso fácil, y en los siguientes apartados abordaré los retos que han surgido, centrándome en las relaciones, y las contradicciones, entre el poder y la democracia.
Las mujeres desafían al poder
En el idioma kurdo, hay dos expresiones diferentes que podemos utilizar para traducir el término “poder”: “Hêz” o “Desthilatî”.
“Hêz” connota fuerza, y podría identificarse con una “autoridad” natural o democrática que se resiste a la injusticia, se preocupa por el bienestar de la sociedad y afirma la dignidad de todos. En Rojava, podemos experimentar esta esencia de hêz en la personalidad de las mujeres -especialmente las madres- que salieron a la calle para obligar a las fuerzas del ejército sirio a retirarse de las regiones kurdas en 2012. Observamos hêz en los ojos de las mujeres que han tomado las armas para defender su patria contra los ataques del ISIS y del ejército turco. Y podemos sentir hêz de las mujeres que rechazan las normas patriarcales, que las perciben como el honor y la propiedad de la familia, y que insisten en hablar por sí mismas y tomar sus propias decisiones. Esta hêz está presente en las mujeres que han celebrado su liberación del ISIS quemando el niqab negro y volviendo a vestir sus ropas de colores. Es la hêz de las mujeres que se convirtieron en profesoras a pesar de que el Estado les negó la educación escolar por ser kurdas indocumentadas, o sus padres simplemente por ser niñas. La hêz de las mujeres se manifiesta en el papel activo y protagonista que desempeñan hoy en día en la política, como copresidentas igualmente responsables en todas las estructuras de la Autonomía Democrática, y a todos los niveles, desde los municipios hasta las relaciones internacionales. Esta hêz de sabiduría y creatividad permitió a las mujeres establecer un sistema autónomo de mujeres que incluye la autoorganización en los campos de la economía, la educación, la salud, la justicia, la autodefensa, las artes y la cultura. También las motivó a insistir en la aplicación de los principios generales sobre los derechos y la libertad de las mujeres, conocidos como la “ley de las mujeres”.
Las mujeres de Rojava han tomado las armas para defender su revolución.
La fuerza de la resistencia comunal, la autodefensa y la organización
Además, seguimos experimentando la hêz de la sociedad en los continuos y amplios debates y acciones para construir un sistema educativo democrático, que garantice que el aprendizaje se imparte a todas las comunidades en su propia lengua materna. La hêz es decisiva para resolver problemas como la insuficiencia de agua, la pobreza debida al embargo y el aumento del valor del dólar. También inspira a la comunidad a luchar en una guerra perpetua, así como a defender la cosecha bajo el abrasador sol del verano y contra los incendios provocados por los actos de sabotaje llevados a cabo por el ISIS y los regímenes turco y sirio. Por último, pero no menos importante, la hêz de la sociedad se hizo evidente cuando miles de personas de todas las generaciones y de todas las partes del Kurdistán se unieron a la resistencia en Kobanê, cuando miles de personas de todas las regiones de Rojava se unieron a los convoyes que se dirigían a Shengal para rescatar a los yezidíes del genocidio cometido por el ISIS, y repitieron ese acto cuando Afrin, Gire Spî y Serêkaniyê fueron bombardeados e invadidos por el ejército turco.
Todos estos ejemplos subrayan el hecho de que hêz -es decir, el valor, la voluntad democrática, la dignidad y la integridad- de las mujeres y de la sociedad, está constantemente en conflicto y bajo el ataque de otra forma de poder que traducimos en la lengua kurda como desthilatî. El significado literal de este término es “la mano levantada”. Es lo contrario de bindestî, que significa “estar bajo la mano”, y se traduce como “sometimiento”. La dicotomía de desthilatî (poder) y bindestî (sometimiento) es fundamentalmente antitética a la percepción de hêz, la distinción ética y la sensibilidad política de la democracia. Aquí, es importante subrayar que la democracia no implica un Estado capitalista que simplemente permite a sus ciudadanos el derecho a votar en un gobierno representativo cada cuatro o cinco años. La democracia, de hecho, es una alternativa al Estado. Es hêz de las comunidades a resistir contra cualquier poder desthilatî opresivo, y a gobernarse sin el Estado y sin convertirse en un Estado.
La democracia es fundamental para una sociedad abierta y libre, donde los individuos y los grupos son sujetos políticos y se gobiernan a sí mismos sobre la base del consenso colectivo. Este concepto, así como la construcción de la Autonomía Democrática, se extendió rápidamente también a otros lugares. Cuando las fuerzas de defensa kurdas, YPG-YPJ y FDS, liberaron amplias zonas del norte y el este de Siria de la tiranía del ISIS, también lo adoptaron para sus propios fines administrativos. El modelo está evolucionando continuamente. Los representantes kurdos están participando en el proceso de paz regional utilizando los preceptos de la autonomía democrática, y también están luchando por su reconocimiento por parte de la comunidad internacional. Pero, a lo largo de toda esta evolución positiva, los representantes kurdos siguen manteniendo su autonomía y libertad espiritual y física.
Las experiencias de construcción de la Autonomía Democrática en la región de Rojava durante los últimos diez años, han reforzado la convicción de que este modelo puede ayudar a resolver los prolongados conflictos y otras cuestiones en Siria, Oriente Medio e incluso otras partes del mundo.
Construir nuestras propias casas con nuestras propias herramientas
El reto más importante de la democracia es ¿cómo superar la mentalidad, los hábitos y las estructuras de poder que han conquistado y colonizado los corazones y las mentes de los individuos, así como la sociedad, durante tanto tiempo?
En relación con esta pregunta, tenemos que ser conscientes de que la existencia de nuestra sociedad siempre ha sido comunitaria y democrática. El desarrollo social ha sido posible gracias a la creatividad, la solidaridad y la cooperación, y no al poder y la violencia. Este es hêz democrático de la sociedad madre-clan, que ha seguido resistiendo a la dominación desde el Neolítico. Por otra parte, la historia de 5.000 años de patriarcado, civilización estatal, guerras y colonización en Oriente Medio ha grabado a fuego profundas cicatrices de alienación en los pensamientos, sentimientos y comportamientos de la gente. Ya sean los mitos de las sociedades antiguas, la propia religión organizada o las ciencias positivistas, todos ellos han sido diseñados para persuadir a las mujeres y a otros sectores explotados de la sociedad de que su destino era estar sometidos a los hombres y a las clases dominantes. Las jerarquías de poder entre hombres y mujeres, y entre los gobernantes y el pueblo, se codificaron utilizando medidas blandas y duras, y también mediante la violencia tanto estructural como física. El miedo al castigo por la desobediencia se complementaba con incentivos y recompensas por la colaboración y la servidumbre. La matriz del poder estatal patriarcal y las jerarquías alienaron y dividieron las relaciones sociales, y diluyeron las normas y creencias democráticas de las tribus, que antaño tenían su origen en las sociedades de clanes matriarcales. Esta es la razón por la que ha sido tan difícil romper y superar la preeminencia del poder, tanto como concepto como en la práctica.
Desde el comienzo de la Revolución en Rojava, nuestra vida cotidiana ha estado llena de ejemplos que demuestran los avances y los desafíos en el camino para superar el impacto de las estructuras de poder destructivas, simplemente practicando la democracia. He elegido el ejemplo de la coloquialmente llamada “ley de la mujer” para ilustrar algunos de los procesos y debates en las comunidades de Rojava, así como del norte y el este de Siria, que desafían el poder patriarcal. Éstos han sido eficaces a la hora de abordar las cuestiones pertinentes, pero a veces también han sido controvertidos.
Incluso, antes de que el poder popular pudiera obligar al régimen sirio a retirarse de Rojava, las mujeres comenzaron a crear sus propias estructuras organizativas para desmantelar el poder patriarcal. También empezaron a construir sus propias casas con sus propias herramientas. Emîne Omer describe este proceso: “Al principio, sólo había unas pocas mujeres dispuestas a asumir la carga de la responsabilidad. Ni siquiera teníamos nuestras propias habitaciones, pero disfrutábamos mucho de nuestro trabajo. Para acabar con la violencia contra las mujeres, construimos nuestro primer centro de mujeres, al que llamamos ‘Mala Jinê’ (Casa de las Mujeres)”.
Derecho y justicia para las mujeres
Xeliya, una joven miembro del Consejo de Justicia de las Mujeres, comparte las dificultades a las que se enfrentaron para construir un sistema de justicia alternativo: “Hasta que empecé este trabajo, apenas había salido de casa. Y de repente me encontré con los gravísimos problemas de las mujeres y de la sociedad. Al principio, escuchábamos sobre todo a nuestros colegas masculinos, porque era lo que habíamos aprendido a hacer. Pero luego nos reunimos con las otras mujeres que habían empezado este trabajo. Al principio lloramos juntas al escuchar el dolor y la desesperación de las mujeres. Pero, cada vez más, empezamos a intercambiar ideas y a buscar soluciones. Las discusiones, así como la constante autorreflexión y el cuestionamiento en el que participaron las mujeres, se convirtieron en la fuente de fuerza para encontrar las soluciones adecuadas. Al preguntarnos ‘¿qué significa la justicia para las mujeres?’, también ganamos la confianza en nosotras mismas para contradecir a nuestros colegas masculinos y expresar nuestras propias opiniones. Construimos nuestros propios cimientos. Debido a nuestra socialización como mujeres, tenemos diferentes enfoques de los problemas sociales, percibimos el mismo evento de diferentes maneras y llegamos a diferentes conclusiones”.
El riguroso proceso de debate con las mujeres de las comunas condujo a la redacción de “Los principios básicos y las normas generales sobre la situación y los derechos de las mujeres”. Esto se hizo para garantizar la igualdad de género en todas las esferas de la vida privada y pública. En este ejercicio participaron mujeres de todas las comunidades nacionales y religiosas, como kurdas, árabes, armenias, asirias, caldeas, turcomanas, chechenas, yezidíes, musulmanas y cristianas. En 2014, el Consejo General de Autonomía Democrática adoptó formalmente el proyecto. Consta de 30 principios para garantizar que “las mujeres puedan desarrollarse a todos los niveles, alcanzar una vida hermosa y defenderse a sí mismas y a sus derechos legítimos contra toda forma de opresión y violencia”.
Desde la promulgación de la Ley de la Mujer, el movimiento femenino de Rojava ha hecho campaña en todos los barrios y pueblos de la región para crear conciencia y aceptación de estos principios. Al comienzo, la reacción general de los hombres fue bastante negativa. Pero poco a poco, con programas educativos en las escuelas y con la ayuda de otras academias de educación popular, las leyes están ganando una amplia aceptación. Muchas mujeres han revelado que la actitud de sus maridos hacia ellas, así como las relaciones dentro de la familia, han mejorado después de haber participado en programas de educación popular sobre los principios de una familia democrática, la historia de las mujeres o la Jineolojî.
Desafiar la mentalidad patriarcal y la violencia
En la actualidad, las prohibiciones de los matrimonios de menores y de la poligamia son los puntos más controvertidos y socavados de la Ley de la Mujer. No sólo los hombres, sino a veces también las mujeres, afirman que estas disposiciones no se corresponden con la “realidad social”, o que se han introducido “demasiado pronto”. Xelîya describe algunas discrepancias entre la intención y los efectos de la prohibición de los matrimonios polígamos: “Antes de la revolución, era habitual que los hombres consiguieran varias esposas. Normalmente era una situación muy mala para las mujeres. Se las utilizaba y se las enfrentaba. Pero ahora, algunos hombres empujan a sus esposas a divorciarse para poder casarse con una nueva mujer. Esto suele ser percibido como mucho más humillante por la ex esposa. Las leyes sobre la mujer no son suficientes por sí solas; la mentalidad y la moral de la sociedad tienen que cambiar”.
Por ello, las mujeres de las comunas, en los comités de conciliación de los consejos populares y en la Mala Jinê (Casa de la Mujer), conciencian sobre las consecuencias negativas de las tradiciones patriarcales y hacen hincapié en la necesidad de desechar esa mentalidad. Al principio, a menudo eran ridiculizadas y a veces incluso amenazadas físicamente. Sin embargo, con su incansable compromiso se han ganado cada vez más el respeto de la sociedad. Las mujeres mayores, en particular, son tomadas en serio como figuras de autoridad, ya que tienen experiencia para encontrar y mediar soluciones justas. Incluso, han sido capaces de resolver un gran número de conflictos familiares y tribales que habían persistido durante décadas y no podían ser resueltos por el sistema legal sirio. Las participantes de Mala Jinê explican: “Nuestro trabajo se basa en las interacciones sociales y eso crea un entendimiento mutuo dentro de los entornos familiares. Hacemos hincapié en los perjuicios creados por la dominación masculina y en las ventajas de unas relaciones familiares respetuosas para todos. Por término medio, cada Mala Jinê (en cada ciudad y alrededores de Rojava) se ocupa de 50 casos problemáticos al mes, de los cuales podemos resolver unos 20 simplemente mediante la comprensión mutua”.
Sin embargo, si resulta difícil encontrar una solución a un problema, el caso se transmite al Consejo de Justicia de la Mujer. En los casos en los que surge la violencia física o las amenazas de muerte contra las mujeres, interviene la Asayişa Jin (Fuerza de Seguridad de las Mujeres). A partir de ahí, las mujeres pueden buscar refugio en casas de seguridad, mientras que los agresores son llevados ante la justicia.
Aunque las leyes y las sanciones no son suficientes para desafiar el orden patriarcal y a los autores de la violencia, las Leyes de la Mujer han funcionado como un medio eficaz para descubrir y condenar la violencia contra las mujeres. Muchas mujeres destacan que los principios establecidos en la ley les han dado fuerza y valor para emprender la lucha contra la violencia sexista y la discriminación tanto en público como en su vida privada. Estas leyes han hecho avanzar una comprensión colectiva de la ética social, y también han contribuido a establecer principios democráticos en las relaciones de pareja y familiares.
La red confederal del movimiento de mujeres, Kongra Star, ha facilitado la aplicación de la ley de la mujer, y también ha impulsado el cambio social hacia el fortalecimiento de la autoconciencia, el empoderamiento y el bienestar económico de las mujeres. Trabajando, organizando y aprendiendo colectivamente, las mujeres se han asegurado la posibilidad de tener más opciones en la vida. Hasta hace muy poco, era difícil imaginar a una madre viviendo sola con sus hijos tras un divorcio o la muerte de su marido. Hoy, proyectos como las cooperativas de mujeres o la aldea de mujeres llamada Jinwar han permitido a las madres solteras determinar el curso de sus vidas y asegurar el cuidado de sus hijos dentro de una comunidad de mujeres. El sistema de copresidencia, en el que mujeres y hombres representan colectivamente la voluntad del grupo y coordinan los trabajos de todas las comunas, consejos populares y en todos los ámbitos de la vida, ha potenciado el papel de la mujer en la sociedad, así como en muchas familias. Hoy, las mujeres que antes eran solicitantes de ayuda trabajan activamente en Mala Jinê y en los consejos de mujeres, o se han unido a las fuerzas de defensa de las mujeres para proteger la vida y los derechos de otras mujeres.
Generando alternativas
Los debates y los consiguientes cambios en la vida de las mujeres, las familias y la sociedad en general, como consecuencia de las leyes sobre la mujer, son un ejemplo de los muchos intentos que se han hecho para establecer un sistema, una mentalidad y una forma de vida democráticos. Podemos concluir que los valores y principios comunes de la Autonomía Democrática han puesto las piedras angulares de una sociedad democrática y de la libertad para todos.
En una época de profunda desesperación y crisis humana y ecológica, el ejemplo de la Autonomía Democrática en Rojava ha creado esperanza y ha dado una nueva inspiración a la gente de Siria y de Oriente Medio. De hecho, mucha gente de otras partes del mundo se ha sumado a este proceso y lo está relacionando con las luchas de sus propias regiones. A pesar de todas las deficiencias y de los numerosos obstáculos de la última década, hemos aprendido que la organización confederal democrática de la sociedad puede satisfacer muchas necesidades espirituales y materiales de la sociedad. Hemos aprendido que la transformación democrática es un proceso continuo, que requiere una constante reflexión de la sociedad y de sí misma. Nuestros logros no están asegurados para siempre, si no los protegemos y avanzamos.
Hemos aprendido sobre nuestros dolores y aspiraciones comunes, escuchándonos unas a otras, y compartiendo nuestras experiencias de vida y de lucha; mientras cantábamos canciones y contábamos historias de nuestros antepasados en nuestras propias lenguas, como mujeres de diferentes comunidades. Hemos aprendido que podemos encontrar soluciones a los problemas de nuestras vidas cuando combinamos la sabiduría con la espiritualidad, y nuestra inteligencia analítica y emocional. Estas son nuestras herramientas para desmantelar las casas de los maestros. Al mismo tiempo, también hemos creado nuevas herramientas para construir nuestras propias casas y jardines: hemos construido una sociedad democrática, uniendo nuestros pensamientos y creencias políticas con nuestra forma de vida. Al transformar nuestras necesidades y esperanzas en organización y acciones comunitarias, ahora experimentamos la democracia como una alternativa al Estado y al poder.
La Revolución de Rojava está viva y extiende sus alas.
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Şervîn Nûdem trabaja desde 2016 en la Academia Jineolojî de Rojava (Kurdistán Occidental), en la Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria. Trabaja con las mujeres del Kurdistán, de Siria y de otros países. Şervîn creció en Alemania y participó activamente en la juventud antifascista y en el movimiento autónomo de mujeres. Su interés por conectar la teoría política con la práctica, y la vida comunitaria con la lucha por una sociedad libre, llevó a Şervîn a unirse a la lucha por la liberación de la mujer en el Kurdistán, y a participar en el trabajo de la Academia Jineolojî. Su trabajo se centra en los programas de educación popular y en las investigaciones colectivas y comunitarias sobre los fundamentos históricos y sociales de la revolución de las mujeres y el sistema de autonomía democrática en Rojava / Norte y Este de Siria. Şervîn también ha participado activamente en la creación del Instituto Andrea-Wolf / Academia Jineolojî con el objetivo de conectar la lucha por la democracia, la justicia y la libertad en todo el mundo con la sabiduría de las mujeres.
FUENTE: Şervîn Nûdem* / Radical Ecological Democracy / Traducido por A Planeta
*Trabaja desde 2016 en la Academia Jineolojî de Rojava (Kurdistán Occidental), en la Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria, junto a las mujeres del Kurdistán, de Siria y de otros países. Şervîn creció en Alemania y participó activamente en la juventud antifascista y en el movimiento autónomo de mujeres. Su interés por conectar la teoría política con la práctica, y la vida comunitaria con la lucha por una sociedad libre, llevó a Şervîn a unirse a la lucha por la liberación de la mujer en el Kurdistán, y a participar en el trabajo de la Academia Jineolojî. Su trabajo se centra en los programas de educación popular y en las investigaciones colectivas y comunitarias sobre los fundamentos históricos y sociales de la revolución de las mujeres y el sistema de autonomía democrática en Rojava / Norte y Este de Siria. Şervîn también ha participado activamente en la creación del Instituto Andrea Wolf / Academia Jineolojî, con el objetivo de conectar la lucha por la democracia, la justicia y la libertad en todo el mundo con la sabiduría de las mujeres.
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