Los actores internacionales presentes en el conflicto de Siria, especialmente Turquía, han aprovechado la situación de inestabilidad que caracteriza a este país, sumido en el conflicto desde 2011, para aumentar su influencia en regiones como Idlib, el último bastión rebelde en la región, en el cual se concentra gran parte de la oposición al gobierno de Bashar Al Assad, y hacer así realidad sus ambiciones. El presidente de la nación euroasiática –quien ha dejado claro en repetidas ocasiones cuál es su posición respecto al conflicto que asola a Siria– ha abierto las fronteras de su país a cientos de desplazados y refugiados, así como a la oposición siria, especialmente la afiliada a la Hermandad Musulmana, los salafistas, u otras corrientes extremistas, según ha denunciado este martes el digital Middle East Online.
Ankara ha respaldado algunas de estas milicias y otros grupos islámicos extremistas como, por ejemplo, el Frente Al Nusra. “Al Nusra seguía las órdenes de Turquía y recibía apoyo material y mediático de la nación euroasiática para luchar en su nombre en Idlib y otras regiones de Siria”, ha especificado este medio.
Asimismo, el país liderado por Recep Tayyip Erdogan también ha financiado a algunos grupos terroristas o les ha facilitado su entrada y salida de Siria a través de la frontera turca, convirtiendo a Idlib en una zona controlada por la inteligencia turca. “Los servicios de inteligencia de Erdogan han tratado durante años de transformar la provincia de Idlib en un foco de terrorismo controlado por ellos con el pretexto de luchar contra los kurdos”, han manifestado tras señalar que su presencia en esta región amenaza la seguridad de otras provincias cercanas, como Alepo, Latakia o Homs.
Además de permitir la entrada y salida de extremistas, este análisis denuncia el robo de recursos naturales sirios por parte de Turquía, como el petróleo y el agua del río Éufrates, construyendo presas que podrían causar una catástrofe humanitaria. No obstante, Erdogan ha afirmado en repetidas ocasiones que a su país no le importaba el petróleo de Siria y que, en cambio, sí que le importaban los sirios, afirmando que Turquía es el único país que, al mirar a Siria, ve gente y no petróleo.
Sin embargo, la investigación realizada por Middle East Online ha criticado el doble juego de Turquía en Siria, ya que poco después de hacer estas declaraciones, Erdogan reveló su interés por el petróleo sirio y pidió a su homólogo ruso, Vladimir Putin, que participara en la gestión de los campos petrolíferos de la provincia oriental de Deiz Ezzor. “En lugar de que los terroristas se beneficien aquí, tendríamos la oportunidad de reconstruir Siria a partir de los ingresos de este (yacimiento petrolífero). Esto también demostrará quién está tras la protección de la unidad de Siria y quién tras la toma de esta”, aseguró.
La mayoría de los yacimientos de oro negro de Siria se concentran en Deiz Ezzor, o cerca de las fronteras de Irak y Turquía. El yacimiento de Omar –situado en la campiña de Deiz Ezzor—es el más grande del país y está controlado –al igual que otras instalaciones- por las Fuerzas Democráticas Sirias, designadas por Erdogan como una organización terrorista. En este contexto, y según el artículo de Middle East Online, Erdogan creó desde el principio una sólida asociación económica con Daesh, y les proporcionó armas y asistencia médica y logística.
Además, y en esta misma línea, los grupos armados sirios que cooperaban con Ankara cortaron el agua a más de 500.000 sirios en las provincias de Hasakah y Ras Al Ain, a través de la estación de Aluk, en un intento de sabotear y presionar a los kurdos. “Turquía trabaja para castigar a los kurdos. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió que cientos de miles de personas en el noreste de Siria se enfrentaban a un mayor riesgo de contraer el nuevo coronavirus debido a la interrupción del suministro de agua”, han denunciado en este mismo digital.
FUENTE: Atalayar / Middle East Online / Edición: Kurdistán América Latina