Varios meses después de que los ataques de Turquía obligaron a los residentes del cantón Afrin a abandonar sus hogares y al desplazamiento forzado, la ocupación se sigue cobrando vidas en Shehba, donde los refugiados carecen de recursos básicos y atención médica. Aunque la ocupación de Turquía se ha desvanecido de los titulares, sus impactos en las aproximadamente 140.000 personas que se vieron obligadas a abandonar Afrin se vuelven cada día más serias.
Informes de la Media Luna Roja Kurda y fuentes desde los campamentos creados para los desplazados de Afrin, indican la insuficiencia de la infraestructura, la escasez de alimentos y el agua. Eso es lo que sucede en la región, ubicada entre las áreas controladas por los rebeldes respaldados por Turquía y los que posee el Estado sirio.
Shehba en sí no estaba preparada para recibir a cientos de miles de personas desplazadas que necesitaban refugio, tratamiento médico y servicios públicos básicos. Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) capturaron el área controlada por el Estado Islámico (ISIS) en 2016. Si bien se han llevado a cabo algunos esfuerzos de reconstrucción, las personas desplazadas todavía enfrentan muchos peligros.
“Las minas planteaban un grave problema para los refugiados que llegaban a Shehba desde Afrin. Cuando las personas buscaban refugio en edificios abandonados, explotaban, causando graves heridas e incluso la muerte”, indicó un informe del autogobierno democrático de Afrin. Una fuente local informó que desde el desplazamiento masivo de personas de Afrin a Shehba, al menos 27 minas han explotado, matando a 17 personas y dejando heridos a varios otros. Del total de las víctimas, 10 fueron niños.
Incluso las áreas más seguras no estaban adaptadas a para las actuales circunstancias. Antes de que se establecieran los tres principales campamentos de refugiados, Berxwedan, Serdem y Afrin, la gente buscaba refugio en casas abandonadas, escuelas, mezquitas y otros edificios, muchos de los cuales habían sido destruidos por la guerra y nunca habían sido reparados. En el mejor de los casos, carecían de servicios básicos y, en el peor de los casos, carecían de paredes y ventanas.
Cuando el área fue ocupada por ISIS, en Shehba también se destruyeron las líneas de agua y electricidad. Hoy en día, la mayoría del agua proviene de pozos, las cuales no se pueden analizar adecuadamente para detectar contaminantes. Los residentes de las ciudades y pueblos recolectan agua de los embalses, mientras que los residentes de los campamentos obtienen agua de los tanques, que deben rellenarse periódicamente. De acuerdo con la el autogobierno democrático de Afrin, se necesitan dos tanques nuevos y los dispositivos de esterilización de agua para satisfacer las necesidades de las personas de la región.
Los pobladores desplazados dependen de los generadores para obtener electricidad, que es necesaria para enfriar las tiendas de campaña, bombear el agua de los pozos, refrigerar los alimentos, encender los equipos médicos y proporcionar luz. Si bien las autoridades locales que administran los campos de refugiados han adquirido varios elementos, la necesidad de electricidad aún excede el suministro disponible. El campamento de Berxwedan, en Fafin, tiene un generador que proporciona seis horas de electricidad por día. La situación en otras partes de Shehba es un poco mejor.
La contaminación del agua ha provocado brotes de enfermedades contagiosas, y la escasez ha causado deshidratación en las altas temperaturas del verano. Tanto el autogobierno democrático de Afrin como la Media Luna Roja Kurda han documentado muchos casos, los cuales podrían evitarse mediante un acceso confiable a la electricidad y al agua potable.
Estas condiciones se ven agravadas por la falta de recursos médicos adecuados. La Media Luna Roja Kurda pudo establecer un hospital de campaña en Fafin y varios puntos médicos en las ciudades circundantes, pero los bloqueos y puntos de control que rodean el cantón impiden que ingresen los suministros. En casos urgentes, los pacientes se pueden enviar a los hospitales en Alepo. Las fuentes locales informan que los pacientes ingresados en un territorio controlado por el gobierno para el tratamiento no pueden traer acompañantes con ellos, y que el tiempo que lleva asegurar la aprobación necesaria para el transporte significa que los pacientes puedan morir aunque tengan condiciones tratables.
Esta grave crisis humanitaria ha recibido poca atención en los medios internacionales. Las principales organizaciones de derechos humanos no se han pronunciado sobre la situación, a pesar de centrarse intensamente en el desplazamiento en otras partes de Siria. El sitio web de Human Rights Watch solo arroja diez resultados de búsqueda del término “Afrin” desde que comenzó la Operación Rama de Olivo, impulsada por Turquía, y ninguno para “Shehba”. Amnistía Internacional tiene quince resultados para “Afrin” y dos para “Shehba” en el mismo período. De ellos, solo uno -un informe de Amnistía Internacional publicado recientemente- analiza la condición de las personas desplazadas con detalle, calificando la situación de “funesta” e instando a las autoridades sirias a “acelerar la evacuación médica de todos los enfermos y heridos que no pueden recibir un tratamiento adecuado en el país”.
El autogobierno local ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional en busca de ayuda, detallando las necesidades financieras y materiales específicas. Hasta ahora, solo la Media Luna Roja Kurda ha abordado la situación sobre el terreno.
FUENTE: Meghan Jean / The Region / Traducción y edición: Kurdistán América Latina – Fotos: ANF