Las relaciones de poder existen tanto en un Estado como dentro de una familia. ¿Cuál es la interdependencia entre estatismo y patriarcado? ¿En qué sentido es la familia el núcleo del Estado?
Nazan Üstündağ, profesora asociada de Sociología en la Universidad Boğaziçi de Estambul, lo explica durante la conferencia “Desafiar la Modernidad Capitalista”, que se realizó en Hamburgo, Alemania, en abril de 2015.
Transcribimos la ponencia de Üstündağ, quien se especializa en teoría feminista, teoría post-colonial, además de ser miembro fundadora del Consejo de Paz, Mujeres por la Paz y Académicos por la Paz.
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Uno de los puntos centrales en el análisis que hace Öcalan de la modernidad y la civilización capitalistas es su aproximación crítica a la familia moderna y a la relación de ésta con el capitalismo y el Estado nacional. En mi charla, comenzaré primero explicando el concepto de familia según Öcalan. En segundo lugar, me gustaría hablar sobre los procedimientos prácticos del Movimiento de Paz Kurdo y su influencia en la institución familiar. Por último, con esta discusión habrán de plantearse determinadas preguntas, surgidas con ocasión de la construcción de la modernidad democrática, en relación con el estatus de la familia en una sociedad político-moral. Ciertamente, muchas de estas preguntas quedarán respondidas en la práctica. Sin embargo, creo que debemos hacernos estas preguntas a un nivel intelectual, con el objeto de que sigan realizándose conferencias y debates internacionales sobre temas como la organización de la procreación, el amor y el cuidado, todos los cuales están íntimamente relacionados con la familia.
La naturaleza patriarcal del estado moderno es objeto de intensos debates en la literatura feminista. La idea de que la desigualdad de género es constitutiva de la ciudadanía moderna y la comunidad nacional, así como de los sistemas capitalistas, tanto tempranos como tardíos, se ha convertido en un tema común en los debates y diálogos que feministas socialistas, radicales y postcoloniales mantienen en contextos diversos.
Mientras que estudios historicistas aportan pruebas de que la modernidad sólo ha transformado el significado de las identidades de género y de las jerarquías, en lugar de facilitar la liberación femenina, investigaciones sociológicas y antropológicas nos muestran, por el contrario, que esas jerarquías son cruciales para el establecimiento de fronteras, tanto tangibles como simbólicas, en la vida social, económica y política. Por otra parte, estudios sobre el cuerpo de la mujer nos indican cómo se encuentran diseñadas la presentación y la representación, la inclusión y la delimitación, el tratamiento, la regulación y la vulneración del cuerpo femenino por parte del poder moderno y de la soberanía estatal.
Öcalan realiza observaciones similares en sus escritos. Describe a la mujer como la colonia más antigua, carente de límites definidos. Además, sostiene que, pese a que la colonización de la mujer se originó hace mucho tiempo con el reemplazo del matriarcado por el patriarcado, su peor forma de explotación se estableció con el capitalismo. La institución familiar juega un papel fundamental en ese proceso. En la familia se da lugar a una explotación sexual y laboral, las cuales se ocultan tras un discurso de amor, intimidad, maternidad y femineidad. También a través de las estructuras familiares represivas tienen lugar la producción y reproducción del Estado y del capitalismo. En su explicación de la función de la familia en la colonización de las mujeres, Öcalan especifica tres vías, a través de las cuales la familia está directamente conectada con el Estado, con la formación del capital y con su monopolización:
La familia es un micro-Estado, en el que los hombres monopolizan para sí la violencia y la toma de decisiones y gobiernan sobre la mujer. Como tal, la familia es el lugar donde el anclaje de lo estatal en la sociedad se torna visible.
En la familia, el trabajo de la mujer es explotado y su función de procreación es utilizada sin recibir contraprestación alguna.
El Estado hace responsable a la mujer por el parto y la crianza de sus hijos. En otras palabras: por el crecimiento de la población mediante la institución de la familia.
A fin de cuentas, la familia integra y normaliza la opresión y esclavitud en la sociedad por medio de su trato a las mujeres.
En resumen, Öcalan argumenta que la familia contiene una ideología que encarna la naturaleza esencial del capitalismo. La familia es también un espacio donde tiene lugar una guerra contra las mujeres. En la familia se encierra a las mujeres como objeto de un apetito sin límites, siendo explotadas sexualmente y realizando un trabajo esclavizado a través de la maternidad y de su rol como amas de casa. En primer lugar, la moral es reemplazada por las leyes y la política del Estado. Al mismo tiempo, sin embargo, dichas políticas y leyes son ocultadas a través de diversos discursos sobre el amor, la intimidad y el liberalismo. La familia define, entonces, arbitrariamente al ciudadano moderno, al cual tanto su modo de funcionamiento en un Estado capitalista moderno, como la opresión, le resultan naturales.
Mientras para Öcalan lo anterior son apreciaciones sobre la familia moderna, él tiene también conocimientos más específicos en relación con la familia kurda, que se basan en sus propias experiencias y observaciones etnológicas.
Como sabemos, existe un gran número de feministas postcoloniales que discrepa con las objeciones de las feministas blancas a la familia, argumentando que, en el contexto de colonialismo y racismo, la familia juega un papel importante, fortaleciendo, apoyando y dando seguridad a sus integrantes. Por otro lado, Öcalan piensa que los jóvenes kurdos deberían separarse de sus familias para conseguir la verdadera libertad. Según él, la familia kurda no sólo sufre los problemas propios de la familia moderna, sino que en ella se generan también el colonialismo y la cooperación con el Estado. La familia permite la asimilación y la internalización de una identidad colonizada.
La incorporación al movimiento de liberación kurdo y especialmente a los movimientos guerrilleros, no es un camino de insurrección sólo en contra del Estado y el capitalismo, sino también en contra de la ideología de la familia. Aquí tengo que añadir que, para Öcalan, la familia no representa una institución a ser superada, pero sí una institución que necesita una profunda transformación. Sólo después de esa modificación, la familia podrá cumplir su función de procreación de forma moral y política. Öcalan cree que mientras el sexo y el amor se manifiesten como una relación de dominación, no habrá igualdad ni libertad para las mujeres. Por eso, Öcalan, la guerrilla y los miembros del movimiento de liberación prefieren el celibato.
Pese a que el celibato no es considerado un sacrificio, sino un ejercicio de individualidad moral y política, el mismo no se espera de parte de todos los sectores sociales. En cambio, la experiencia del movimiento kurdo muestra que el rol vanguardista de la guerrilla, sus ideas y sus prácticas han cambiado a las familias tanto directa como indirectamente.
Directamente, el movimiento motiva una transformación de la conciencia y de las relaciones de género a través de múltiples métodos pedagógicos y políticos. Indirectamente, la transformación tiene lugar a través de los hijos, hijas, hermanos y hermanas que ingresan en el frente guerrillero separándose de sus familias. Dado que éstos no se reproducen biológicamente, es tarea de las familias y de los amigos reproducirlos expandiendo sus ideas, recuerdos y actos, y enviando más guerrilleros a la montaña. Con ello, la reestructuración familiar tiene lugar por sí misma.
Estudios etnográficos muestran hoy en día que en Kurdistán, la guerrilla ha reorganizado la familia, conduciéndola por caminos diferentes. Las mujeres, en general, y aquéllas emparentadas con los que han caído en la lucha contra el dominio estatal, en particular, se han vuelto políticamente activas y han asumido su participación en la sociedad civil. Aceptan cargos comunales, en municipios o en el Parlamento, dejando de ese modo a sus maridos e hijos en casa, fomentando la división del trabajo doméstico. Al mismo tiempo, la campaña a favor de una educación basada en el idioma materno ha destacado el rol de la mujer en el hogar, dado que la mayoría de ellas sólo habla kurdo, en tanto no han sido enviadas a la escuela, quedando así lingüística y culturalmente menos asimiladas. En ese sentido, la posición de las mujeres en la familia y la sociedad ha adquirido un nuevo valor como freno a los objetivos del colonialismo étnico y estatal. Aparte de los cambios en el estatus de la mujer en el círculo familiar, en Kurdistán ha emergido una nueva generación que ha poblado de las ciudades, procedente de las familias desplazadas por el ejército turco en la década de 1990. Estos muchachos conforman sus propias comunidades políticas y actúan como agentes de la rebelión e insurgencia contra el Estado. Como resultado, la juventud ha emergido como un estatus político en el que diferentes grupos de edad invierten como fuente de libertad individual y política.
Pese a todos sus efectos negativos, podemos afirmar que, desde un punto de vista geográfico, en Kurdistán la guerra ha surgido ahí donde el nacionalismo, el capitalismo y la familia han fracasado sistemáticamente en su reproducción. De hecho, no es ninguna sorpresa que, por una parte, desde el año 2000 el Estado turco haya comenzado a considerar a la familia kurda como el principal destinatario de su política social, pero, por otra, haya comenzado a castigar más severamente a mujeres y niños. Programas de ayuda social, de trasferencia de dinero sujeta a condiciones, reformas sanitarias, centros sociales, campañas de educación, y viviendas públicas económicamente asequibles, han sujetado a la familia kurda, vinculándola estrechamente con el Estado. Erdogan, a la sazón primer ministro, incitó a las madres a encargarse exhaustivamente de la educación de sus hijos, y su aliado de entonces, el líder religioso Fetullah Güllen, engalanó Kurdistán con colegios privados y becas, con lo cual los estudiantes fueron preparados para rendir exámenes universitarios y su actuar quedó reformado. A su vez, niños y miembros femeninos del movimiento de liberación que participaron en protestas populares fueron arrestados y procesados invocándose leyes antiterroristas, siendo condenados a largas penas de prisión.
Cuando el gobierno del partido AKP inició el proceso de paz entre turcos y kurdos, no fue sorpresa que aparecieran mártires de la paz como la joven Sakine Cansiz y sus camaradas. Cansiz fue uno de los miembros fundadores del partido PKK y líder del movimiento de liberación de la mujer. El siguiente mártir fue Medeni Yidirim, un adolecente que protestó en contra de la construcción de un puesto militar en su ciudad de origen.
Durante el proceso de paz entre Turquía y Kurdistán, el primer ministro Erdogan anunció en reiteradas ocasiones que la paz en Kurdistán abriría el camino a las inversiones del capital y la creación de riqueza, mientras que la guerra generaría una amenaza para el capital. Erdogan reconoció errores que el Estado había cometido en años anteriores, y enfatizó su voluntad de registrar la historia kurda en la narrativa nacional, haciendo referencia a figuras históricas como Ahmed Xani, Sirvan Perver y Said Nursi. Finalmente, quiso destacar en repetidas ocasiones la importancia de acercar las relaciones con el siempre repetido lema “las madres no deben llorar más” y trató de reducir el movimiento guerrillero a la imagen de una tragedia para las familias.
En efecto, con la paz estatal un territorio amenazado por la guerra siempre resulta asegurado y redefinido, pero al mismo tiempo múltiples historias son incluidas en una sola historia nacional y lo social es reorganizado como una sola entidad homogénea. Con ello, la sociedad moral y política, la cual había experimentado una apertura durante la guerra, a través de la pérdida de poder del capital y del estado, resulta nuevamente dominada a través de las leyes y del Estado. Por lo tanto, no sorprende que inmediatamente después de firmar el proceso de paz, el partido AKP haya decidido edificar y levantar nuevas carreteras, represas y otros proyectos de construcción para ocupar y privatizar tierras comunales kurdas. El AKP introdujo también nuevos puestos militares con el objeto de nacionalizar el país, e intentó reestablecer la familia, lo cual Öcalan caracterizó como pequeñas células estatales generadas por medio de políticas sociales.
Sin embargo, el movimiento kurdo quedó parcialmente preparado para luchar unilateralmente contra todo esto. Para ello, Öcalan establece un nuevo paradigma por medio de encaminar el movimiento hacia un proceso de reconstrucción: La creación de instituciones autónomas y democráticas al margen del Estado. Öcalan afirma que la familia representa una figura clave en la construcción de una sociedad política y moral, la cual brota y florece con autonomía democrática como resultado de ese proceso.
Espero que, hasta ahora, hayan quedado claras las diferencias entre las visiones de Öcalan y la crítica de la corriente feminista principal sobre la estructura familiar. Permítanme, sin embargo, enumerar estas diferencias de una forma más sistemática:
Para Öcalan la liberación de la mujer y la transformación de la familia en una unidad existencial libre, voluntaria e equitativa, son necesarias para alcanzar una sociedad política y moral, y viceversa. Con ello, el bienestar de la sociedad, de la familia y de la mujer se entrelazan. De esa manera, Öcalan rechaza al liberalismo individualista y pone en primer plano la figura de un individuo profundamente arraigado y conectado socialmente. Para Öcalan, la liberación no se trata de un “haz lo que quieras”, sino que se logra mediante el cultivo ético de un sujeto unido, que tomará parte en la creación de una sociedad nueva y democrática.
En la reflexión de Öcalan, la crítica es una práctica que de inmediato llama a la acción colectiva. Su comprensión de la historia, opuesta al positivismo y la genealogía, está muy influenciada por la de Engel y Pierre Clastres: Existe una lucha entre la sociedad y el Estado, así como una lucha entre el hombre y la mujer, semejante a la lucha del Estado y el capital en contra de la sociedad. Sin embargo, debido a la historia, la sociedad hoy en día está mejor informada y tiene conciencia de lo anterior.
En el modo de pensar de Öcalan, la crítica se orienta a la movilización. La movilización necesita de estrategias y tácticas que la conduzcan a un objetivo definido. Si ese objetivo no es alcanzado, de debe reestudiar la estrategia y su marco ideológico. Podríamos decir que esta interacción entre crítica y práctica, ideología y movilización masiva, y libertad y construcción, configura la epistemología de sus pensamientos, los cuales pueden ser definidos, en el mejor de los casos, como post-coloniales, dado que se encuentran incluidos en una lucha contra el colonialismo.
En esta última parte, quisiera argumentar que ciertamente no es fácil implementar políticas orientadas a la reforma de la familia, que al mismo tiempo produzcan condiciones y lazos de igualdad dentro de ella. En Rojava, y también en otros lugares del Kurdistán, existen diferentes instituciones que trabajan para hacer realidad este propósito. Existen diferentes formas de trabajo que conducen a la generación de lazos de confianza alternativos. Centros comunitarios, casas de la mujer, sedes de partidos políticos y organizaciones femeninas son sólo algunas de ellas. Estas instituciones generan muchas preguntas, en la medida en que intentan atajar los problemas de raíz. Dichas preguntas deben ser respondidas rápidamente y llevadas a la práctica. Por ejemplo: ¿Cómo lidiar con la violencia, el incesto y la poligamia? ¿Con el divorcio, la herencia y los conflictos generacionales? ¿Cómo pueden las mujeres defenderse de otras mujeres o cómo puede protegerse a los niños frente a los adultos en un contexto de violencia estatal? O ¿cómo se puede acceder a los bienes y recursos sin tener que ser miembro de un grupo? ¿En qué medida es la familia el lugar donde el ser humano es protegido frente al individualismo liberal? ¿Cómo pueden otras instituciones, como ayuntamientos, escuelas y comunidades, fortalecerse y transformar la estructura familiar? La esperanza es que estas instituciones sean capaces de funcionar, que florezcan nuevas formas de intimidad basadas en las experiencias de la guerrilla, como la amistad, y con ello, que se multipliquen y pluralicen nuevos modelos de vínculos sociales.
Finalmente, la pregunta más veces planteada por las feministas: Si la familia es tan negativa, si las mujeres son oprimidas en la familia, ¿por qué, por ejemplo, las crecientes tasas de divorcio son percibidas como un problema en Rojava y Bakur? ¿Por qué, por ejemplo, las ‘casas de mujeres’ en Rojava animan a las mujeres a mantener su matrimonio, luchar contra la poligamia o condenan el trabajo sexual? Podría decirse que para no provocar la alienación o como solución transitoria. Podría decirse que para el Movimiento una política contra la familia corre el riesgo de provocar la occidentalización y la desconexión con el pueblo. O podría argumentarse que en Kurdistán la familia sigue siendo el único entorno que protege a las personas del individualismo liberal mientras no se construyan otras instituciones. Según aumenta la funcionalidad de estas instituciones, florecerán nuevas formas de intimidad basadas en la propia experiencia de la guerrilla y, en consecuencia, se multiplicarán modelos de diferentes maneras de intimidad que resultarán inquietantes para la familia como institución. Éstos son debates que, inevitablemente, se hace necesario plantear.
FUENTE: Rojava Azadi