En las primeras horas del domingo 20 de noviembre, Turquía inició operaciones transfronterizas intensivas en el noreste de Siria (NES). El Ministerio de Defensa Nacional de Turquía afirmó que está operando dentro de sus derechos de “autodefensa”, de acuerdo con el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas (ONU). Turquía invoca su derecho a la autodefensa tras el ataque ocurrido en Estambul el 13 de noviembre y en el que murieron seis personas. El Estado turco ha responsabilizado al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), así como a los grupos pro-kurdos en su frontera siria que cree que están afiliados al PKK, como el Partido de la Unión Democrática (PYD), las Unidades de Defensa del Pueblo. (YPG) y la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES).
A pesar de estas acusaciones, todos estos grupos han negado cualquier responsabilidad en el ataque y han condenado explícitamente la matanza de civiles. En lugar de entablar un diálogo o avanzar en la investigación sobre quién realizó el ataque en Estambul, Turquía ha comenzado repetidos ataques aéreos contra el NES, contra civiles e infraestructura humanitaria como escuelas, centrales eléctricas, campos petrolíferos y clínicas médicas.
Hasta el momento, la AANES ya reportó 26 bajas confirmadas, entre ellas 14 civiles. Es probable que este número solo crezca a medida que los ataques turcos continúen sin cesar.
Los ataques contra escuelas, hospitales y civiles se enmarcan directamente en la definición de crimen de guerra de las Naciones Unidas (ONU): “Algunos ejemplos de actos prohibidos incluyen: asesinato; mutilación, trato cruel y tortura; toma de rehenes; dirigir intencionalmente ataques contra la población civil; dirigir intencionalmente ataques contra edificios dedicados a la religión, la educación, el arte, la ciencia o fines benéficos, monumentos históricos u hospitales”.
¿Cómo puede Turquía sentirse justificada para invocar la carta de la ONU cuando sus acciones no podrían violar más claramente el derecho humanitario y las convenciones internacionales establecidas por la propia ONU?
Hemos escuchado declaraciones de funcionarios de Estados Unidos, Alemania, Rusia y la presidenta del Parlamento Europeo (PE), Roberta Metsola, condenando los ataques aéreos turcos.
Metsola dijo durante un discurso el 22 de noviembre: “Los ataques aéreos turcos que estamos viendo en el norte de Siria e Irak, después del ataque con bomba en Estambul, se están cobrando más vidas y causando más derramamiento de sangre… Pido a las autoridades turcas que ejerzan moderación y respeten el derecho y las normas internacionales”.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos dijo, en su declaración del 21 de noviembre: “Instamos a la desescalada en Siria para proteger la vida de los civiles y apoyar el objetivo común de derrotar a ISIS. Seguimos oponiéndonos a cualquier acción militar no coordinada en Irak que viole la soberanía de Irak”.
El Comandante en Jefe de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), Mazloum Abdi, informó que el miércoles 23 de noviembre, Turquía atacó el campamento de Al Hol, que alberga a miles de afiliados del Estado Islámico (ISIS), lo que resultó en intentos de fuga de los prisioneros.
La preocupación de Estados Unidos de que los ataques de Turquía desestabilizarán la región y retrasarán el objetivo compartido de Washington y la AANES de eliminar la amenaza de ISIS, es válida. En la noche del miércoles 23 de noviembre, Mazloum Abdi informó que los ataques aéreos de Turquía habían tenido como objetivo el campamento de refugiados de Al Hol, que alberga aproximadamente a 53.000 afiliados de ISIS. Como resultado de los ataques aéreos, un número desconocido de prisioneros pudo escapar del campo. El portavoz de las FDS, Ferhad Shami, también informó sobre la situación y dijo que seis personas, la mitad de ellas mujeres, fueron arrestadas por las fuerzas de seguridad interna (Asayish) después de escapar. No está claro si otros siguen prófugos.
Esta no es la primera vez que la agresión de Turquía hacia el NES ha resultado directamente en la desestabilización de la región y particularmente en la lucha contra ISIS. El 10 de octubre de 2019, el segundo día de la Operación Fuente de Paz, Turquía bombardeó cerca de la prisión de Navkur, en la ciudad de Qamishlo (Qamishli), en el norte de Siria, cerca de la frontera con Turquía. En el caos del bombardeo, cinco combatientes de ISIS pudieron escapar de la prisión.
Esta es la realidad de la situación: si la comunidad internacional solo se opone a los ataques turcos contra el NES con “declaraciones oficiales” y condolencias, y se niega a tomar más medidas concretas para garantizar que cese la violencia, no veremos el final de las bajas civiles y la lucha contra ISIS se debilitará cada vez más. Necesitamos más que palabras de los políticos; también necesitamos ayuda práctica. Turquía está atacando hospitales, escuelas y centrales eléctricas de las que depende la población civil para sobrevivir.
La operación de Turquía destruye infraestructura vital y daña la ya frágil seguridad de la región. En tal situación, es imposible mantener o mejorar la estabilidad; estabilidad que es necesaria para evitar otro ascenso de ISIS. Es esencial no solo para el noreste de Siria sino para todo el mundo que se permita a esta región recoger los pedazos, cuidar de sus civiles y su seguridad.
FUENTE: Robin Fleming / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina
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