La zona segura impuesta en el nordeste de Siria tras un acuerdo entre Rusia y Turquía está resultando menos segura cada día que pasa. Un informe publicado por el Centro de Información Rojava (RIC) destaca la continua violación de los derechos humanos en la zona bajo control turco, y el aumento del número de muertes -en su mayoría civiles-. Los analistas del RIC han recogido pruebas de los crímenes cometidos en la llamada zona segura, entrevistando a la población local y analizando vídeos y fotos también disponibles en línea y publicados por los propios miembros de las milicias yihadistas que operan en el noreste con apoyo de Turquía.
Los datos
Según el RIC, hay pruebas de 151 violaciones perpetradas por el ejército turco y las milicias cooptadas por Ankara y activas en el nordeste de Siria bajo el nombre de Ejército Nacional Sirio (ENS). Los crímenes cometidos desde el inicio de la invasión van desde ataques a los medios de comunicación locales para impedir la difusión de información sobre las condiciones de vida en la zona segura, hasta el asesinato de tres trabajadores sanitarios el 13 de octubre, pasando por la destrucción de casas, campamentos e infraestructura civil. El objetivo último de Turquía y de las milicias cercanas a Ankara es imposibilitar la vida civil en las zonas bajo su control, obligando así a la población local a abandonar sus hogares y facilitando el plan de cambio demográfico que el presidente Erdogan quiere aplicar.
Hace apenas unas semanas, alrededor del 20 de noviembre, comenzaron las primeras repatriaciones de refugiados sirios desde Turquía a las ciudades de Serekanyie y Tell Abyad (Gire Spi), pero, como también se destaca en el informe del RIC, se trata de árabes de otras zonas del país y que son instalados a lo largo de la frontera según un esquema preciso. De hecho, Erdogan ve como una amenaza la presencia kurda en el noreste, y gracias a la estrategia de terror y violencia contra los civiles, está creando un vacío demográfico que se puede llenar a voluntad. Es en este contexto que se insertan los ataques contra viviendas, comercios, lugares de culto, pero también contra campos, silos para la recolección de grano y sistemas de agua. A finales de octubre, el ejército turco atacó deliberadamente la presa de Alouk, en Serekaniye, dejando a 45.000 personas sin agua y bloqueando cualquier intento de reparar la estructura gracias al uso de milicias yihadistas locales.
Ataques contra civiles y personal médico
Los civiles son el principal objetivo de los ataques de la fuerza aérea turca y de las milicias cooptadas por Turquía. Es imposible determinar el número exacto de víctimas, pero según un recuento inicial realizado por la Media Luna Roja kurda, al menos 90 personas han muerto desde el comienzo de la ofensiva. El número es probablemente mucho mayor, como admiten los propios operadores de la ONG. Además, habría 2.400 personas heridas como resultado de artillería, explosiones, minas o ataques aéreos en zonas directamente afectadas por la operación turca, así como en zonas vecinas y teóricamente seguras para la población civil. Un ejemplo emblemático es el último ataque perpetrado por la fuerza aérea turca y sus aliados cerca de una escuela en Tel Rifat, en el noroeste de Siria: ocho niños, un hombre y una mujer murieron en el bombardeo. El informe del RIC también menciona otro crimen cometido contra civiles: a las familias de las personas asesinadas por las milicias pro-turcas se les pide dinero para devolverles los cuerpos de sus seres queridos.
No son sólo los civiles los que tienen que lidiar con la violencia turca. Incluso el personal médico que opera en y alrededor de la zona segura está constantemente sujeto a ataques que hacen su trabajo casi imposible, además de poner en peligro sus vidas. La intención es desalentar las operaciones de rescate y obligar una vez más a los habitantes a abandonar sus hogares. Desde el inicio de la operación Manantial de Paz, se han registrado bombardeos directos contra hospitales e instalaciones médicas, así como ataques contra ambulancias y personal médico que intentaba ayudar a los heridos. El 13 de octubre, tres trabajadores sanitarios también fueron asesinados por milicias pro-turcas cerca de la ciudad de Suluk, lo que constituye otro ejemplo de la total falta de seguridad en el noreste ocupado por Turquía y de la impunidad con la que operan tanto el ejército turco como las milicias aliadas de Ankara.
FUENTE: Inside Over / Futura d’Aprile / Traducido por Rojava Azadi Madrid