Si bien Recep Tayyip Erdogan, en un primer momento, habló con cautela sobre Israel, posteriormente aumentó la beligerancia y comenzó a expresar sus amenazas: “Es posible que lleguemos de repente una noche”.
Antes de estas amenazas, que hizo en el mitin de Estambul, también manifestó su apoyo a Hamás afirmando que “no es una organización terrorista, es un grupo de liberación y muyahidines”.
Ahora se está discutiendo el cambio de actitud de Erdogan y su escalada verbal que han incluido amenazas de intervención militar. Hay diferentes enfoques.
Hay un número significativo de personas que dicen que Erdogan está en connivencia con el propio Estado israelí. Argumentan que Erdogan está tratando de mantener bajo control la reacción contra Israel y así evitar el desarrollo de una amenaza radical incontrolada contra los Estados occidentales e Israel.
Otro grupo dice que Erdogan inicialmente actuó con moderación y consideró mediar en el conflicto entre Israel y Hamás, que esperaba fuera de corta duración. Sin embargo, cuando vio que Estados Unidos lo excluía, tomó nuevas medidas para perturbar la situación mediante una política de amenazas.
La tercera visión afirma que el Estado no está gobernado por Erdogan, sino por la mentalidad de Ergenekon (grupo clandestino y ultranacionalista ) liderada por el MHP (el partido de ultraderecha aliado de Erdogan), y que este grupo ha puesto a Turquía bajo el mando del Bloque del Este, liderado por Rusia.
Cuando hubo reacciones negativas del AKP hacia la política ergenekonista, se dice que Bahçeli (líder del MHP) fue el primero en expresar las amenazas contra Israel y que le transmitió a Erdogan que el apoyo al gobierno se cortaría si no seguía una política similar.
No sé si hay otras opiniones. Sin embargo, estos tres enfoques, que son los principales, fueron expresados por diferentes sectores de la sociedad. Hay que admitir que los tres puntos de vista convienen a Erdogan. Sin embargo, sigo pensando que es necesario ver cuál de esos enfoques prevalece sobre los demás.
Nadie puede afirmar que Erdogan, el maestro de la política hipócrita, respeta la lucha del pueblo palestino. Si este fuera el caso, no habría entrado en una cooperación económica con Israel por un valor de más de nueve mil millones de dólares al año, y no habría permitido que los pilotos israelíes se entrenaran en Turquía. Está claro que su preocupación no es el pueblo palestino.
Después de las elecciones del 15 de junio pasado, Erdogan se rindió a los ergenekonistas, a todos los cuales había encarcelado en el pasado por alentar golpes de Estado en su contra, y luego se convirtió en el principal ejecutor de la política de guerra antikurda. Erdogan, que encontró una manera de mantener su poder estando asumiendo el mando de Ergenekon, ahora sólo tenía un problema: proteger su poder y sus intereses.
La única manera de llevar a cabo esta política era intensificar la guerra. De lo contrario, podría no sólo perder poder sino también perder la cabeza.
Vale la pena recordarlo sin más: Erdogan vio menguado su poder en beneficio de los ergenokonistas debido a sus políticas hipócritas hacia la política kurda. Durante este período, se refugió bajo las alas de los ergenekonistas antikurdos y giró su rumbo hacia la política eurasianista.
Por este motivo, hay quienes culpan al movimiento kurdo. Sin embargo, todos estos años han demostrado que la preocupación de Erdogan no era resolver el problema, sino hacer realidad los deseos de su agenda. Para ello utilizó la religión, la democracia, la comunidad, el kemalismo. Hizo todo tipo de malabarismos para utilizar la política kurda. Al final, cuando no pudo obtener el resultado que quería de la política kurda, fue y se sentó en el regazo de los ergenekonistas.
Hoy en día, este Erdogan continúa con su hipocresía jugando con Hamás. Con esta actitud, aprovecha la sensibilidad de los votantes religiosos, consolidando así a quienes se creen musulmanes, y trata de no desviarse de sus objetivos para evitar una posible oposición de los partidarios de Ergenekon.
Por supuesto, esto es un callejón sin salida para Erdogan y sus partidarios. Para los partidarios de Ergenekon se trata de una política igualmente arriesgada. Si estos impasses y riesgos no han causado ningún problema hasta ahora, la razón principal es, sin duda, el liderazgo miope del último período electoral, encabezado por el CHP (nacionalismo turco), que dice estar en la oposición a Erdogan.
Semejante oposición es una bendición para Erdogan y una oportunidad increíble para los nacionalistas euroasiáticos liderados por los ergenekonistas.
Al principio de este artículo, llamé la atención sobre tres enfoques diferentes que se expresan en el debate público sobre la actitud de Erdogan hacia Hamás, la úlima de las cuales ha sido analizada: la relación entre Erdogan y los nacionalistas euroasiáticos de Ergenekon.
Sin embargo, esto no significa que la actitud en cuestión sea la postura definitiva de Erdogan. El presidente turco, que es propenso a cambiar de dirección, no ha podido alejarse del grupo que abrazó en primer lugar, principalmente porque no ha encontrado una salida.
Si el movimiento kurdo, Occidente, Estados Unidos o cualquier otro grupo que pudiera ser un soplo de aire fresco para él, hubieran olvidado el pasado y lo sucedido, y hubieran ofrecido una oportunidad política diferente, tal vez estaríamos hablando de más opciones diferentes para Erdogan.
Sin embargo, esto no sucedió, porque la evidente hipocresía de Erdogan y su rendición a la política fascista consumieron todo el crédito que tuvo durante un cierto período de tiempo.
Tal vez no podamos decir lo mismo de la política kurda, pero tanto la oposición interna como el bloque proisraelí, liderado por Estados Unidos, se muestran cautos y temerosos de la inestabilidad que crea el rumbo de Erdogan.
Los ergenekonistas respaldados por Rusia, por otro lado, están contando los días hasta que Erdogan, al cual utilizan, agote su capital político y puedan tomar abiertamente el poder.
Todo esto nos muestra una verdad. Turquía avanza rápidamente hacia un futuro inestable. Toda esta hostilidad y polarización es una señal de agotamiento. Entonces, para Turquía, la cuestión va más allá de Hamás e Israel.
La política kurda lo ha entendido. Pero, ¿los demás entendieron? ¿Desarrollarán una actitud nueva y moral ante esta situación? Aunque no es imposible, es muy difícil. Sin embargo, todo el mundo debería saber que las cosas no suceden solas. La única manera de revertir esta tendencia es tomar medidas para poner fin a la guerra y formular políticas acordes con el gobierno y la oposición.
FUENTE: Fehim Isik / Yeni Ozgur Politika / ANF / Edición: Kurdistán América Latina
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