El 3 de noviembre, Estados Unidos eligió a su próximo presidente. Las encuestas muestran actualmente al candidato demócrata Joe Biden a la cabeza, y una seria posibilidad de que el Partido Demócrata tome el control del Senado, ahora en poder del Partido Republicano, que tiene la mayoría.
Si este resultado se mantiene, una administración de Biden y un Congreso liderado por los demócratas brindarían oportunidades únicas para cambiar el rumbo sobre Turquía, Siria y los asuntos kurdos.
Las citas de funcionarios son una forma en que la próxima administración podría realizar este cambio. Hoy en día, la política sobre Turquía generalmente recae en personas y departamentos cuyo trabajo se centra en Europa, Eurasia y la OTAN, mientras que la política de Siria es competencia de individuos y departamentos centrados en Oriente Medio y el contraterrorismo. Esto crea una desconexión artificial en la respuesta de la política estadounidense a los problemas kurdos, donde los desarrollos en un lado de la frontera sirio-turca generalmente se reflejan en el otro.
En cambio, es necesario un enfoque de todo el gobierno. Una administración de Biden debe designar a personas para puestos relacionados con Turquía, Irán, Irak y Siria, que tengan algún historial en asuntos kurdos, y establecer algún tipo de coordinación para garantizar que los desarrollos relevantes en estos países se vean a través de la lente de la “política kurda”. Esto ayudaría a corregir varias suposiciones falsas que han amenazado la estabilidad y seguridad regionales, como la creencia de que la intervención turca en Siria podría evitarse mediante una “zona segura” provisional sin un ajuste de cuentas político interno.
La administración también podría involucrarse más abiertamente con los actores políticos kurdos. Esto sería una ruptura con la tradición demócrata y republicana. Como vicepresidente, Biden expresó puntos de vista contradictorios sobre Turquía, los kurdos y el conflicto sirio, y la administración de Barack Obama reaccionó al abandono del proceso de paz por parte de Erdogan y la posterior represión de la oposición interna tanto como Trump lo hizo con los ataques a Afrin, Serekaniye y Tel Abyad (Gire Spi).
Hoy, sin embargo, el cálculo es diferente: los estadounidenses asocian el apaciguamiento de Turquía con la desastrosa política exterior de Trump, y las demandas de los actores políticos kurdos se alinean con los objetivos de una administración que busca una política exterior basada en la democracia y la paz en lugar de la simpatía personal por los autócratas.
Para cambiar de rumbo en Siria, podrían apoyar la inclusión de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES) en las negociaciones de la ONU, un paso que ni Obama ni Trump dieron. También podrían proporcionar a la región un alivio total de las sanciones como parte de un ajuste de cuentas más amplio con las devastadoras sanciones extranjeras que ha impuesto la administración actual.
Fortalecer la AANES a través del compromiso diplomático mientras se impulsa una resolución política en Turquía, ayudará a crear las condiciones para que Estados Unidos reduzca su presencia militar en Siria y, en última instancia, se retire sin provocar una nueva invasión.
Una nueva administración también debería ser más abierta sobre el compromiso diplomático con la oposición pro-kurda de Turquía. Biden ha declarado que estaría dispuesto a hacer esto, otra diferencia con respecto a su mandato como vicepresidente, donde la administración Obama no impuso consecuencias a Erdogan, ya que la apertura democrática causada por las conversaciones de paz fue aplastada a favor de los arrestos de diputados y alcaldes de la oposición.
El Congreso también puede usar este tema para recuperar parte de su poder en política exterior como una rama del gobierno en igualdad de condiciones. La cuestión kurda es un área ejemplar para que el Congreso presente un plan para la política de Oriente Medio, que ponga los derechos humanos y la diplomacia en primer lugar, reevalúe las alianzas fallidas y trabaje para poner fin a guerras interminables, objetivos que muchos de sus electores comparten cada vez más.
Para hacer esto, podrían recortar la ayuda de seguridad a Turquía incluida en los presupuestos anuales de defensa, formalizar la prohibición de facto de las transferencias de armas que miembros de ambas partes ya han hecho cumplir, y tomar medidas para sacar a las tropas estadounidenses -y las armas nucleares- del país. Esto retiraría el apoyo estadounidense a las desestabilizadoras aventuras militares de Erdogan y dejaría claro a Turquía que su relación política con Estados Unidos ha cambiado.
Estas medidas liberarían fondos para esfuerzos proactivos para abordar los desafíos existentes en el norte y este de Siria, como la restauración del recorte de fondos para la reconstrucción por parte de la administración Trump, o un mayor apoyo para los desplazados internos y las víctimas de abusos de derechos humanos documentados por la ONU en áreas donde Trump permitió a Turquía invadir y ocupar.
El Congreso también podría presentar una legislación que muestre lo que Estados Unidos podría imaginar como condiciones necesarias para restaurar la relación: mejores resultados en materia de derechos humanos, democratización y una solución pacífica al conflicto con los grupos kurdos tanto dentro como fuera de las fronteras de Turquía.
Gran parte del plan de acción ya existe. La reciente agresión de Turquía contra kurdos, armenios, griegos y otros, ha llevado a la introducción de muchos proyectos de ley que piden una revisión de la asistencia de seguridad y la cooperación militar, así como la condena de los abusos de los derechos humanos en el país. En la década de 1990, cuando Turquía disfrutaba de una relación mucho mejor con Estados Unidos que ahora, los miembros del Congreso pidieron el fin de la ocupación de territorios kurdos en los estados vecinos y exigieron una resolución pacífica del conflicto kurdo.
La próxima administración tendrá muchos desafíos que abordar, y deberá restablecer tanto las relaciones como las formas más amplias de interactuar con el mundo. Si elige seguir una política basada en la paz, la democracia y la moderación, el uso de herramientas diplomáticas y económicas para comprometerse con los actores políticos kurdos y promover la paz y el pluralismo en Turquía y Siria sería un fuerte primer paso.
FUENTE: Meghan Bodette / North Press Agency / Traducción y edición: Kurdistán América Latina