La guerra civil siria no ha resultado como esperaba el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. El presidente sirio Bashar Assad (con la ayuda de Rusia, Irán y Hezbollah) ha derrotado en gran medida a las fuerzas de la oposición, algunas de las cuales cuentan con el apoyo de Estados Unidos, y las más radicales encontraron apoyo en Turquía.
Mientras el Estado Islámico (ISIS) rodeaba a los kurdos en Kobane, ciudad inmediatamente adyacente a la frontera de Turquía, Erdogan no sólo impidió el tránsito de suministros muy necesarios para ellos, sino que en un momento dado permitió que los combatientes de ISIS atravesaran la frontera de Turquía para tratar de rodear a los combatientes kurdos. Los lanzamientos aéreos americanos de suministros a los combatientes kurdos finalmente les ayudaron a romper el asedio. Sólo cuando Turquía reconoció la inevitabilidad del triunfo kurdo abrió la frontera al reabastecimiento kurdo para que Erdogan pudiera reclamar una parte de la victoria.
El hecho de que los kurdos sirios se las arreglaran para luchar no sólo contra las fuerzas de Assad, sino también contra Jabhat al Nusra, vinculado a Al Qaeda, y contra ISIS, no sólo fue un milagro menor, sino un testamento tanto del impulso kurdo como de su creencia en la rectitud de su causa. La zona controlada por los kurdos, llamada primero Rojava y luego, por deferencia a la diversidad de la región, Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES), tuvo un gran éxito. Disfrutaba de estabilidad y seguridad.
La agricultura y el petróleo permitieron a la AANES obtener modestos beneficios económicos a pesar del embargo que le imponían el gobierno sirio, Turquía y los grupos políticos rivales del Kurdistán iraquí. La AANES también respetó la diversidad cultural y las diferencias religiosas, permitiendo a los musulmanes, cristianos y yazidíes practicar su religión libremente y sin restricciones. Lo más importante es que los kurdos sirios controlaban su territorio y no permitían que se utilizara para lanzar ataques terroristas en Turquía. No ocurría lo mismo con los apoderados árabes, alineados con Turquía, que a menudo protegían, si no incorporaban, a los veteranos de Al Qaeda e ISIS.
El enfoque de Turquía hacia los kurdos siempre ha sido cínico, en el mejor de los casos, y racista en el peor. Erdogan se acercó a los kurdos antes de las elecciones clave, pero respondió con venganza cuando la mayoría trató de apoyar al Partido Democrático de los Pueblos (HPD), predominantemente kurdo y liberal, de Turquía, por encima de su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), islamista y en gran parte autocrático. Erdogan llegó a ofrecer una rama de olivo al líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) encarcelado, Abdullah Öcalan, sólo para retirarse cuando se hizo evidente que los kurdos de Turquía tenían demandas propias. Parte de su trato con el PKK, sin embargo, fue implementar su demanda de que los kurdos armados salieran de Turquía hacia Siria.
El cinismo de Erdogan se puso de manifiesto cuando propuso el concepto de “refugio seguro” para el norte de Siria. Lo que Erdogan tenía en mente era muy distinto de lo propuesto en 1991 por el ex presidente Turgut Ozal, que quería detener el flujo de refugiados kurdos que huían de Saddam Hussein. Ozal permitió la autonomía: Erdogan imaginaba la ocupación. De hecho, cuando el ejército turco y sus fuerzas sustitutas entraron en el cantón de Afrin (norte Siria), controlado por los kurdos, se dedicaron a la limpieza étnica.
El enviado especial de los Estados Unidos, James Jeffrey, un ex embajador en Turquía que ha amplificado la narrativa de Turquía tanto dentro como fuera del gobierno, consintió y alentó la posterior propuesta de Erdogan de un refugio seguro en territorio kurdo sirio. En teoría, se trataba de ayudar a la lucha antiterrorista turca, sin tener en cuenta que no hay pruebas (más allá de las propias acusaciones de Erdogan) de que los kurdos sirios lanzaran ataques desde su territorio a Turquía. De hecho, si la lucha contra el terrorismo era realmente el objetivo, entonces Turquía debería haber establecido un cordón sanitario en su propio lado de la frontera. Reubicar a los árabes sirios en el territorio que hasta entonces había sido habitado por los kurdos y otras minorías es, sin embargo, una limpieza étnica de libro. No obstante, después de que Jeffrey pidiera a los funcionarios kurdos que desmantelaran sus defensas a lo largo de la frontera (cosa que hicieron), las fuerzas turcas se movilizaron.
Nueve meses después de que Trump traicionara a los kurdos y Turquía estableciera la zona segura, ¿cuán seguro es el refugio seguro? Ciertamente, los cristianos y los yazidíes han sufrido desproporcionadamente. La traición de Estados Unidos también revitalizó a ISIS. Ahora, un nuevo informe de una organización de mujeres kurdo-sirias muestra lo mal que se ha puesto la situación de las mujeres que viven bajo la ocupación turca en Afrin. Aunque es fácil tratar esos informes con cinismo, las organizaciones de investigación kurdas son extraordinariamente cuidadosas en sus investigaciones y tienden a ser conservadoras en sus afirmaciones, ya que entienden que quedar atrapadas en cualquier exageración es munición para que sus detractores las desestimen.
El informe concluye que las mujeres “son oprimidas, humilladas, maltratadas, obligadas a casarse, incluidas muchas niñas menores de edad, sometidas a tortura así como a violencia física y sexual, lo que culmina en violación y femicidio”. Los ocupantes turcos y sus apoderados árabes también han participado en la destrucción cultural, incluida la destrucción de sitios del patrimonio y la prohibición del idioma kurdo en las escuelas (y su sustitución por el turco).
Las autoridades kurdas también cuentan más de 1.500 ataques a mujeres, más de 1.000 secuestros de mujeres, y el asesinato de más de 50 mujeres entre el 20 de enero de 2018 y el 1 de junio de 2020. Vale la pena leer todo el informe, incluyendo sus estudios de casos, su metodología y sus estadísticas. (Puede ser descargado aquí).
Jeffrey y otros realistas dicen que las fuerzas de Estados Unidos estaban perfectamente en su derecho de alejarse de un acuerdo que era sólo “táctico y temporal”. Si eso es verdad, entonces deberían explicar por qué la posterior limpieza étnica de Turquía, la violencia sistemática contra las mujeres, el apoyo al extremismo y el consiguiente resurgimiento de ISIS son intereses de Estados Unidos.
FUENTE: Michael Rubin / Washington Examiner’s / Traducción: Rojava Azadi Madrid