Menal Mihemed Emîn es uno de los maestros que han luchado por la educación en kurdo iniciada con la Revolución en Rojava. Menal, nativo de Dêrik, peleó por su lengua materna, el kurdo, durante sus años universitarios. Cuando Menal era todavía estudiante en la Universidad de Alepo, fue juzgado por el régimen sirio por enseñar en secreto la lengua kurda. Aunque se graduó en la universidad, el régimen lo calificó de “sospechoso” y no le concedió su diploma.
Menal nos recuerda que no está solo en esto y que tuvo la “suerte” de ser juzgado, porque mucha gente permaneció en las cárceles durante años porque enseñaban o recibían educación en kurdo.
Siguiendo los pasos de la revolución, Menal participó en la Saziya Zimanê Kurdî (Institución de la Lengua Kurda) que realizaba actividades educativas en Rojava en aquel entonces, y ahora es el portavoz del Comité de Educación del cantón de Qamishlo.
Menal, a quien pedimos que nos contara la aventura de la educación en kurdo en Rojava, nos indicó: “Vamos a empezar donde dimos los primeros pasos” y nos condujo hasta Dêrik.
Había más vigilantes que estudiantes
Menal dijo que en Rojava la gente pagaba un alto precio por la educación en kurdo, y que muchas personas eran encarceladas por enseñar o recibir educación en kurdo, señalando que el régimen sirio no aceptaba en absoluto la educación en esta lengua.
Recordó que con el régimen, quienes querían aprender kurdo solían reunirse en secreto en su casa, unas tres o cinco personas por la noche. “Por esta razón, era necesario poner el doble de vigilantes que personas que recibían educación”, añadió.
Cuando llegamos a Tirbêspiyê, Menal nos contó que tenían un lugar clandestino donde enseñaban kurdo: la Escuela Mártir Nezir.
Cuando entramos en el patio de la casa de dos habitaciones, que se utilizaba como escuela, Goran Şakir, uno de los profesores de la época, nos contó cómo se educaron allí. “Éramos solo un puñado de personas”, comentó.
Recordó que cuando el régimen tenía mucha fuerza en la región, ellos seguían impartiendo educación en kurdo, incluso siendo un pequeño número. “Los que se educaron aquí se convirtieron en los primeros maestros de la revolución”, señaló Goran.
Cuando salimos a la carretera y llegamos a Girkê Legê, Menal explicó que había una casa en la ciudad que utilizaron como escuela para la educación en lengua materna.
Las casas de las familias de los mártires eran escuelas
Aún se puede ver el letrero de la casa con jardín, que dice “Navenda Çand û Ziman a Şehîd Kawa Dil ya Girkê Legê” (Centro de Lengua y Cultura Mártir Kawa Girkê Legê).
Recordando que el Mártir Kawa, que dio su nombre a la escuela, fue un joven que “tomó el camino de las montañas por su lengua y cultura” cuando era un estudiante universitario, Menal añadió: “Esta casa nos la cedió su familia para estudios educativos”.
Menal nos contó como muchas personas recibieron educación en kurdo en esta casa de dos habitaciones. “Con el inicio de la guerra civil en Siria, decidimos presionar al régimen para impartir educación en el idioma materno kurdo”, añadió.
Nos condujo a un colegio de la ciudad y continuó su relato: “En la reunión que tuvimos en esta escuela, decidimos cambiar a la educación en kurdo. Aunque muchos de nosotros nos opusimos. La mayoría también enseñaban en las escuelas del régimen y declararon que este nunca lo aceptaría”.
“En la reunión de esa noche, decidimos que ya no daríamos educación kurda en secreto y que llevaríamos el kurdo a las escuelas. Determinamos que la mañana siguiente era el momento de ponerlo en práctica”, contó Menal.
El día para implementar la decisión
Menal también recordó que primero fueron a un colegio en Çilaxa para impartir la educación en kurdo. Fueron a la sala del director y tomaron asiento. “El director de la escuela preguntó: ‘¿Qué quieren?’. Respondimos: “Ustedes harán su trabajo y nosotros el nuestro; les daremos educación en kurdo’”, recordó.
Menal nos explicó que el régimen no lo aceptó y los atacó en algunos lugares. “No lo reconocieron, ni siquiera aceptaron un curso optativo. Detuvieron a algunos de nuestros amigos, los amenazaron, en algunos lugares incitaron a los estudiantes y a los padres en contra nuestra. Sin embargo, no nos echamos para atrás”, afirmó.
“El régimen resolvió el problema cerrando colegios. Pero no nos quedamos indefensos. Rompimos las puertas de las escuelas una por una y comenzamos la educación en kurdo. Las madres desempeñaron el papel principal en este trabajo de romper puertas. Derribábamos las puertas cada día. Algunas madres venían con martillos en sus manos. Así empezamos la educación regional en lengua materna en todos los centros”, señaló Menal.
“El régimen estaba perdiendo ciudades y pueblos en Siria, pero el hecho de que se rompiera la puerta de un colegio les molestaba más -dijo Menal-. Porque su existencia dependía del sistema educativo y estaba viendo su desaparición”.
Primera escuela kurda en Rojava
Llegamos al pueblo de Besta Sus, en la región de Koçerat, en Dêrik, donde se abrió la primera escuela.
Dibistana Şehîd Dicle, la primera escuela en Rojava que enseñaba en kurdo, se inauguró en este pueblo. La escuela es sólo una casa de adobe con dos habitaciones. Ahora vive una familia en ella. Escuchamos la historia de esta escuela de la boca del maestro Ciwan İbrahim.
“En realidad, esta escuela se abrió para ver la respuesta del régimen ante la educación kurda -relató el maestro Ciwan-. Se abrió con gran entusiasmo. Miles de personas de los pueblos de alrededor vinieron aquí para ver la primera escuela kurda. Se inauguró como un festival. Mamoste Hemid, que hace poco perdió la vida, impartió la primera clase. Llegaron a la inauguración niños y ancianos de 70 años. Fue como un sueño”.
En el camino de vuelta, Menal nos explicó: “Esta educación en la lengua materna que comenzamos con un puñado de personas, ahora es impartida por casi 100 mil maestros y estudiada por más de 900 mil personas en el noreste de Siria. Actualmente, tenemos un sistema educativo en tres idiomas, que incluye el kurdo, el árabe y el asirio. Nunca hemos impuesto nuestro propio idioma a nadie. Sin embargo, hacemos lo que sea necesario por la educación en nuestra lengua materna”.
Pregunté que opinaban de los tres profesores de la ENKS (fuerza kurda vinculada a Turquía) que pidieron durante las negociaciones para la unidad kurda en Rojava que “se anulara el sistema educativo kurdo y se devolviera al sistema del régimen”.
Goran Şakir nos dijo: “Cada nación en este mundo es conocida por su lengua, queremos ser conocidos con nuestro idioma y nuestra cultura. Nuestro idioma es nuestro punto en común”.
Y Ciwan İbrahim respondió: “Si me preguntan qué he ganado con esta revolución, diría que he ganado mi lengua, sin duda alguna. Porque un idioma es el valor más alto de un pueblo. La lengua que quiere que renunciemos a nuestra lengua, es la lengua del enemigo. Porque si no tenemos una lengua, no somos nada”.
Menal Mihemed Emîn también nos respondió: “El paso que hemos dado no es un paso que se pueda retroceder o comprometer. Era nuestro sueño. Pagamos un gran precio por ello. Por lo tanto, nadie debe venir con tal reivindicación de complacer el corazón de alguien o por sus intereses personales. El lenguaje no es un tema de negociaciones políticas. El lenguaje es supra-político, y los políticos no tienen derecho a decidir sobre este tema”.
FUENTE: Ersin Caksu / ANF / Edición: Kurdistán América Latina