Kurdistán es la mayor nación sin un Estado del mundo. Su población está presente en Irak, Siria, Turquía e Irán, pero, la verdad, es como si no perteneciesen a ninguno de estos lugares. Mientras luchan para ser reconocidos de hecho, los kurdos resisten a los intentos del gobierno turco y del Estado Islámico de exterminar a su pueblo.
Al frente de batalla de esta revolución está el Movimiento de Liberación de las Mujeres de Kurdistán, que se ha afirmado como una de las más bellas iniciativas de empoderamiento femenino. Tanto como integrante del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que lucha por la independencia kurda, cuanto a la línea de frente armada que combate a los turcos y al grupo radical extremista, las mujeres son los pilares de la revolución. En 2015, ellas estaban en el frente de batalla que expulsó al Estado Islámico de la ciudad de Kobani.
En septiembre de este año, la muerte de la combatiente kurda Asia Ramazan Antar, de 19 años, que también era militante de la Unión de Protección de las Mujeres (YPJ), brigada femenina del ejercito del PKK, fue transformada por la prensa mundial en un espectáculo de cosificación de la mujer kurda, dejando de lado la importancia de la lucha que ellas afrontan por la autodeterminación.
Para Jinda Nurhak*, integrante del Movimiento de las Mujeres de Kurdistán, esta es una clara tentativa de “vaciar el contexto ideológico de la real lucha de esas mujeres”.
“Para nosotras, la belleza viene por dentro y, por eso, esas mujeres están siempre sonriendo: porque la idea de que la belleza viene de adentro nos hace más felices”, completó Jinda.
La militante del PKK, que habló en exclusiva con Brasil de Fato, destaca el abordaje negativo de los medios de comunicación occidentales durante la cobertura de los acontecimientos al frente de batalla contra el Estado Islámico.
“La ideología que está por detrás de la cobertura de los medios sobre la presencia femenina en la revolución es siempre superficial. La CNN (canal de noticias norteamericano) inclusive hizo un reportaje cuestionando porque ellas no se maquillan”, dijo.
Jinda también comentó sobre la cuestión femenina en Kurdistán y cómo ella misma ingresó en la revolución kurda.
-¿Cómo nació la Unidad de Protección de las Mujeres?
– Lo que sucedió en Rojava, en el Kurdistán de Siria, mostró que los kurdos deben tener su propio sistema de defensa. La Unidad de la Protección de las Mujeres vino de un contexto de mujeres que ya luchaban en el PKK. Es una rica historia de las mujeres tomando el poder en la Revolución kurda, en los últimos cuatro años.
-¿Cómo las mujeres han luchado para garantizar sus derechos en Kurdistán?
-La sociedad kurda, en verdad, es diferente de las otras en la región, y las mujeres siempre ocuparon un lugar significativo. Mientras las otras sociedades fueron afectadas por las leyes islámicas, en la sociedad kurda muchas tribus son conocidas por tener una mujer como líder. Pero, así como los kurdos son oprimidos por países extranjeros, las mujeres también lo son.
Así que el movimiento de la revolución comenzó, desde el primer día, con las mujeres tomando lugar en ese proceso. Pero, antes de eso, no había conocimiento acabado sobre los derechos de las mujeres. Entonces, no existen movimientos feministas de autonomía y fuerzas militares, eso todo vino después.
Desde el inicio del PKK, el líder del partido, Adbullah Ocalan, decía que el papel de las mujeres en la revolución no es apenas por cuestiones nacionales, solamente por la independencia kurda, sino también como forma de debatir los propios problemas de las mujeres. Entonces, a partir de ahí, nuestro papel quedó cada vez más relevante en la revolución kurda.
El caso de la muerte de la joven combatiente Asia Ramazan Antar mostró cómo los medios han reaccionado frente a las mujeres que están en la línea de frente de batalla en Siria y en Irak.
-¿Cómo el movimiento ve ese abordaje y los cuestionamientos sobre la Unión de Protección de las Mujeres?
-Desde el inicio, los medios occidentales especialmente, han abordado a la Unión de Protección de las Mujeres de una manera muy banal, de una forma consumista. La ideología por detrás de la cobertura de los medios sobre la presencia femenina en la revolución es siempre superficial. La CNN, inclusive, hizo un reportaje cuestionando porque ellas no se maquillan y haciendo otras preguntas de ese estilo.
Hasta la cultura occidental consumista intentó alcanzar a las mujeres kurdas, cuando una marca de ropas llamada H&M lanzó una línea de ropas utilizada por las kurdas. Las ventas solo fueron interrumpidas por la cantidad de protestas que generaron.
Lo que ellos quieren hacer es vaciar el contexto ideológico de luchas de las mujeres. Para nosotras, la belleza vienen de dentro, y por eso esas mujeres están siempre sonriendo: porque la idea de que la belleza viene de dentro las torna más felices. Entonces, nosotros criticamos la manera que el Occidente aborda a nuestras mujeres revolucionarias.
-¿Cómo usted ingresó en la revolución kurda, o más precisamente en la Unión de Protección de las Mujeres?
-Yo vengo de una familia patriótica. Cuando era más joven, yo no tenía ni idea de lo que representaba ser una mujer, ni de la lucha de las mujeres. Pero un libro que leí, que explicaba cómo las mujeres kurdas eran torturadas cuando eran capturadas por el gobierno turco, me afectó mucho.
Después de entrar en el movimiento y ver los entrenamientos políticos de la organización, para mí los aspectos nacionales de la lucha pasaron a segundo plano y dieron lugar a la lucha ideológica de las mujeres.
*A pedido de la fuente, su nombre fue alterado.
FUENTE: José Eduardo Bernardes/Resumen Latinoamericano /Brasil de Fato -Traducción: María Julia Giménez