El 11 de septiembre de 2016, las autoridades turcas reemplazaron a más de dos docenas de alcaldes kurdos elegidos con administradores designados en todo el sureste de Turquía.
Enormes banderas turcas colgaban del costado de los edificios municipales, que rápidamente fueron rodeados por la policía y los equipos de operaciones especiales. Quizás las autoridades creyeron que encubrirían su ilegalidad con la bandera y así resolverían la cuestión kurda.
La persona designada por el Estado, o kayyum, para el distrito central de Sur, en Diyarbakır (Amed), donde vivo, llegó al edificio municipal con diez vehículos antidisturbios y diez autobuses de unidades de operaciones especiales. Los líderes de la sociedad civil, activistas y trabajadores municipales, se reunieron para hacer una declaración de protesta, pero pronto fueron detenidos. El grito de un joven local resumió la escena: “¡Estamos siendo ocupados!”.
Los administradores estatales fueron finalmente nombrados en 95 de los 102 municipios principalmente kurdos, en reemplazo de los funcionarios electos. Los nombrados comenzaron su trabajo destruyendo los símbolos de la cultura y la historia kurdas. Cambiaron los nombres kurdos de calles y parques por nombres turcos. Los centros de derechos de las mujeres, junto con los centros de cultura y artes, fueron cerrados. La policía cerró las principales plazas y parques donde la gente pudiera reunirse y protestar.
Los administradores saquearon todo de lo que estábamos orgullosos y pusieron los beneficios a disposición de sus partidarios, lo que finalmente dejó a los municipios con una deuda paralizante. Mientras tanto, las autoridades encarcelaron a los ex alcaldes electos del Partido Democrático de los Pueblos Kurdos (HDP) y del Partido de las Regiones Democráticas (DBP) con acusaciones absurdas sobre el financiamiento del terrorismo.
En tres años, ninguna de estas acusaciones ha sido respaldada por evidencia sólida, pero ahora la historia se repite.
El lunes pasado, las autoridades turcas comenzaron a implementar el mismo proceso, inventando nuevos casos contra los alcaldes del HDP elegidos con una mayoría considerable hace solo unos meses, y reemplazándolos por personas designadas.
Una y otra vez, las autoridades turcas se han apoderado de los municipios, utilizando la justificación de que “los alcaldes kurdos financian el terror”, pero sin ninguna prueba. Sin justificar sus acusaciones contra docenas de alcaldes kurdos despedidos en el pasado, hoy el Estado turco los acusa de los mismos delitos, una vez más sin evidencia.
Mientras tanto, hemos sido testigos de lo que los kayyums lograron durante su tiempo en las alcaldías: construyeron baños privados enchapados en oro, compraron muebles por valores millonarios y desperdiciaron el dinero público.
Estos administradores nombrados, conocidos por gastar el dinero público para su beneficio personal, están nuevamente de guardia, mientras nuestros representantes electos se sientan tras las rejas por acusaciones sin fundamento. Es difícil imaginar una mayor injusticia para un pueblo que ya ha sufrido una violencia indescriptible en los últimos años, incluida la destrucción de muchas de sus ciudades: después de las victorias electorales inspiradoras de esta primavera, ahora el gobierno tienen el control de esas ciudades una vez más.
Mientras escribo, veo en las redes sociales que mi edificio municipal está nuevamente rodeado por barricadas policiales, y que la policía está utilizando cañones de agua para ahuyentar a los manifestantes. Anteriormente, no había podido entrar en el municipio de Diyarbakır durante dos años y medio, hasta la elección de Selçuk Mızraklı el 31 de marzo pasado.
¿La policía entiende el significado de nuestro municipio para nosotros? Están colocando esas barricadas no entre el municipio y la gente, sino entre este país y los kurdos.
Entonces nuestras ciudades son tomadas una vez más. ¿Qué es una convulsión? La acción de capturar a alguien o algo por la fuerza, contra su voluntad. Los municipios de Diyarbakır, Van y Mardin nos han sido robados por la fuerza. La ley ha sido violada y nuestros derechos democráticos revocados.
En el informe de investigación policial del juicio del año pasado, en el que 12 funcionarios del HDP y DBP fueron acusados de pertenecer a una organización terrorista, un policía dijo: “Deberíamos decir financiación del terrorismo o algo así”. Continúan mintiendo porque no pueden decir la verdad.
Sin embargo, no hemos perdido la esperanza. Seguiremos oponiéndonos a esta usurpación malvada. ¡Quiero decir que, como persona kurda, no doy mi bendición a este país!”.
FUENTE: Nurcan Baysal / Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina