La Organización de las Naciones Unidas (ONU) confirmó algo que las personas que gobiernan este mundo saben y muy pocos quieren denunciar: en Afganistán, el régimen encabezado por el movimiento Talibán es brutal con las mujeres y las niñas del país. Por supuesto, el informe presentado por el organismo internacional no es una novedad, sino que se suma a la larga lista de atrocidades cometidas por los integrantes de un grupo fundamentalista que volvió al poder hace poco más de un año, ante la indiferencia (pese a la puesta hollywoodense de Estados Unidos) de las principales potencias.
Aunque en un principio, los talibanes aseguraron, una y otra vez, que su régimen sería diferente al anterior (1996-2001), a los pocos días de tomar el poder en Kabul dejaron en claro que la “moderación” que pregonaban era pura propaganda. El gran apoyo al movimiento Talibán en su nueva administración provino de las propias potencias internacionales y regionales (como Irán, Turquía o Pakistán), que de forma muy clara “normalizaron” a los otrora enemigos número uno del mundo. Estados Unidos, en particular, que con la invasión a Afganistán en 2001 terminó con el reinado talibán (aunque con anterioridad no se negaba a negociar recursos con los seguidores del Mulá Omar), esta vez literalmente hizo las valijas y se escapó del país, dejando un territorio devastado por la guerra y en una crisis económica y social terminal.
El 25 de noviembre pasado, un grupo de relatores y relatoras de Naciones Unidas denunció los abusos que sufren las mujeres y niñas en Afganistán, y advirtieron que esos hechos podrían ser crímenes contra la humanidad. Para los y las funcionarias de la ONU, en el país las violaciones de derechos humanos aumentaron “drásticamente”. Desde Naciones Unidas condenaron el veto a las mujeres en la educación secundaria o en parques y gimnasios y, en términos generales, que se les aplique una reducción al ocio a puntos mínimos.
“Confinar a las mujeres en sus casas equivale a encarcelarlas y llevará probablemente a mayores niveles de violencia doméstica y a problemas de salud mental”, señaló la ONU en un comunicado. Y alertó sobre que el régimen talibán extiende sus políticas de control social a los hombres considerados “responsables” de las mujeres que saltan las estrictas doctrinas del Ejecutivo.
Desde la ONU demandaron al movimiento Talibán que respete el derecho internacional, que libere a las personas detenidas de forma arbitraria y que las mujeres puedan ejercer labores de activismo social y político “sin intimidación ni ataques”.
La ONU también convocó a la comunidad internacional a respetar los derechos de las mujeres y lo consideren como un eje “central” en cualquier discusión con el régimen afgano. Además, en el comunicado se dejó abierta la posibilidad que tercero países puedan investigar e incluso procesar a quienes ejecuten una “persecución de género” en Afganistán.
El mismo día que se conoció esta declaración, la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos se manifestó “consternada” por el uso de los latigazos como castigo público por parte de los funcionarios talibanes. El miércoles pasado, en la provincia de Logar, 14 personas fueron víctimas de esta pena “aberrante”, como la calificó la oficina de la ONU. El organismo multilaterial además señaló que en las dos últimas semanas tuvo constancia de varios casos de latigazos que involucraron a más de una 30 de personas en todo el país. La Oficina de Derechos Humanos recordó que las convenciones internacionales de las que Afganistán es Estado miembro condenan el castigo corporal como “una forma de trato o pena cruel, inhumano o degradante”.
El líder del movimiento Talibán, el mulá Hebatulá Ajundzada, ordenó recientemente a los jueces de Afganistán que apliquen en su integridad la Sharia (ley islámica, según la interpretación de los talibanes) contra quienes cometan una serie de delitos que podrían ser castigados incluso con amputaciones públicas o lapidaciones por delitos como el robo, el secuestro o la sedición, algo que se convirtió en hechos cotidianos en el anterior régimen.
En una entrevista publicada ayer en la agencia de noticias Firat News, Shakofa Selaab, de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA), explicó que su país es “el lugar más peligroso del mundo para las mujeres”. “Las niñas ya no pueden ir a la escuela, las mujeres fueron expulsadas de sus trabajos. Por último, se prohibió a las mujeres asistir a parques y clubes deportivos”, afirmó.
Selaab calificó a los talibanes como “extremistas, con su mentalidad medieval”, que “están destruyendo todo rastro de dignidad humana, libertad y democracia”. “Las mujeres afganas se enfrentan a fundamentalistas misóginos que no reconocen a las mujeres como seres humanos –denunció la activista-. A los castigos prescritos por la Sharia, como la ejecución, el encarcelamiento, la tortura, el secuestro y el asesinato, se suman todo tipo de torturas y barbaridades censuradas por los medios de comunicación”.
La integrante de RAWA relató que pese a la situación en el país, las mujeres continúan encabezando movilizaciones y actos para denunciar al régimen gobernante, e impulsando actividades educativas clandestinas.
Por último, Selaab aseguró que la lucha de las mujeres kurdas e iraníes, que se multiplicó luego del asesinato de la joven Jina Mahsa Amini por parte de la policía moral de Teherán, “nos da más fuerza que nunca para luchar contra los brutales talibanes”. “La única manera de cambiar el sistema misógino es concienciar, unirse y luchar sin miedo”, resumió la activista.
FUENTE: La tinta
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