Asiria es la antigua región del norte de Mesopotamia en torno a la ciudad de Assur, fundada hacia 2600 a.C. a orillas del Tigris (hoy sus ruinas se hallan al norte de Irak). Formó parte del Imperio Acadio de Sargón de Acad hasta 2154 a.C., que unió a todas las ciudades mesopotámicas. Y a partir del II milenio a.C. la región fue el centro del Imperio Asirio, que en su máxima expansión entre los siglos VIII y VII a.C. controlaba prácticamente todo el territorio comprendido entre los actuales Irán, Irak, Turquía y Siria.
La destrucción de su capital, Nínive, en 612 a.C., por la alianza de babilonios y medos marca el final del imperio, cuyas provincias se repartieron éstos.
La región iría pasando del dominio de un imperio a otro: medos, aqueménidas, macedonios, seléucidas, partos, romanos, sasanidas… Entre finales del siglo III a.C. y mediados del siglo II a.C. surgieron una serie de pequeños reinos asirios independientes: Ashur, Adiabene, Osroene, Beth Nuhadra, Beth Garmai y Hatra. La disolución final de Asiria se produciría a mediados del siglo VII d.C., con la conquista árabe y la expansión del Islam.
Durante esos 33 siglos de historia, la región estuvo habitada por el pueblo asirio, un grupo semítico que originalmente hablaba la lengua acadia y más tarde arameo antiguo (que sería luego la lengua franca del imperio aqueménida). En el momento en que llegaron los musulmanes, los asirios ya eran mayoritariamente cristianos, aunque los nombres acadio-mesopotámicos todavía pervivían. Es más, no hay registros históricos ni evidencias de que la población de Asiria fuera nunca exterminada, deportada, desterrada, o que hubiera sido forzada a emigrar tras la caída de su imperio ni en tiempos posteriores.
Por ello, muchos expertos consideran que existe una continuidad entre los asirios de la antigüedad y los asirios modernos, una minoría étnica repartida por los actuales norte de Irak, sureste de Turquía, noreste de Siria y zonas del noroeste de Irán. Una zona que coincide precisamente con lo que fue una vez la antigua Asiria.
Son cristianos y siguen hablando, leyendo y escribiendo un dialecto de arameo influenciado por el acadio antiguo. Se dividen entre varias iglesias como la Iglesia Siriaca-Ortodoxa, la Iglesia Asiria del Este o la Iglesia Caldea, aunque étnicamente son un único grupo compacto que cuenta con aproximadamente entre 300.000 y medio millón de individuos en Irak, unos 400.000 en Siria y 200.000 en Irán.
También existe una diáspora y comunidades de refugiados repartidos por Europa, América, Australia, Armenia o Rusia. Una migración provocada por el genocidio armenio-asirio cometido por los otomanos aliados con los kurdos en la Primera Guerra Mundial, la revolución islámica de Irán en 1979 o las campañas de persecución de Saddam Hussein y el Estado Islámico.
Los investigadores que defienden la continuidad del pueblo asirio hasta nuestros días se basan en que el término Siria derivaría de Asiria, lo que convertiría a los cristianos siríacos en descendientes de los aborígenes asirios de hace más de 4.500 años. Una de las evidencias que demostrarían esto es la inscripción de Çineköy. Fue descubierta en 1997 en la localidad del mismo nombre, en la provincia turca de Adana, y data del siglo VIII a.C. Es una inscripción bilingüe en luvita y fenicio en la que se puede leer Sura/i en luvita con el equivalente fenicio de Ashur, lo cual según Robert Rollinger en su estudio publicado en 2006 en Journal of Near Eastern Studies es una evidencia de que el nombre Siria deriva directamente de Asiria.
Las fuentes clásicas, con la notable excepción de Heródoto, utilizan los términos Siria y Asiria de modo prácticamente intercambiable. No obstante, Heródoto menciona que aquellos a quienes los griegos llaman sirios son llamados asirios por los bárbaros. También Estrabón en el siglo I a.C. escribió que aquellos a quienes los historiadores llaman sirios son en realidad asirios.
“Los asirios armados de guerra llevaban cubiertas las cabezas con unos capacetes de bronce, entretejidos a lo bárbaro de una manera que no es fácil declarar, si bien traían los escudos, las astas y las dagas parecidas a las de los egipcios, y a más de esto unas porras cubiertas con una plancha de hierro y unos petos hechos de lino. A estos llaman sirios los griegos, siendo por los bárbaros llamados asirios, en medio de los cuales habitan los Caldeos. Era el que venía a su frente por general Otanes, hijo de Artaqueo”. (Heródoto, Historia VII-63).
R.S. Stafford en 1935 describía a los asirios de la época como descendientes de los antiguos asirios, habiendo sobrevivido intactos a los diversos períodos de dominio extranjero y aseguraba que hasta la Primera Guerra Mundial utilizaban prendas de vestir muy parecidas a las de los antiguos asirios.
Otros autores dudan de esa continuidad y defienden que el actual pueblo asirio no es más que una mezcla de los diferentes pueblos que habitaron la zona.
En cualquier caso, los llamados neo-asirios se consideran a sí mismos descendientes directos de los antiguos asirios, así como lo hacen la mayoría de historiadores e investigadores. Las Naciones Unidas, a través de la Organización de Naciones y Pueblos No Representados (UNPO), también reconoce a los asirios actuales como el pueblo indígena del norte de Irak, con capital en la antigua Nínive. Asimismo, los estudios genéticos han puesto de manifiesto que los asirios forman un grupo homogéneo con respecto a todos los demás grupos de su entorno (judíos, armenios, kurdos, árabes, etc.)
FUENTE: Guillermo Carvajal / La Brújula Verde