Unas cincuenta personas se reunieron ayer en IMPA La Fábrica Cultural, en la ciudad de Buenos Aires, para homenajear a Alina Sánchez (Legeri Ciya), médica argentina e internacionalista de las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) de Rojava (Kurdistán sirio), que perdió la vida en un accidente el 17 de marzo de 2018 en la localidad de Heseke, mientras realizaba tareas de salud.
Durante el homenaje, Patricia Gregorini, madre de Alina, expresó que hablar sobre su hija “es una forma de mantenerme cerca de ella”. “Creo que la mayoría sabe algo de Alina, de lo que era, de lo que hacía. Lo que llevó a Alina a hacer lo que hizo fue la coherencia y el compromiso consigo misma”, afirmó Patricia.
“Cada uno viene con una impronta, una semilla, que hay nutrirla y lograr aquello para lo que vino. Ella se animó a ir en contra de los mandatos, su acción no dependía de la opinión del afuera. No actuaba por una necesidad de agradar”, señaló la madre de Alina. “Ella siempre me decía que era feliz y era lo que quería hacer. Alina era un ser hermoso, era muy feliz. Por eso creo que fue tan amada”, finalizó Patricia.
Por su parte, una integrante del Comité de Mujeres de Solidaridad con Kurdistán de Argentina leyó una declaración en la que se remarcó que Alina era una “mujer latinoamericana, hija de tierras sin fronteras, hija de la solidaridad entre los pueblos, practicante cotidiana del amor por la humanidad”.
“Legerin nos enseñó sobre la praxis, esa unión completa entre el decir, el pensar y el hacer –manifestaron desde el Comité-. Nos enseñó que hay que practicar la rabia, la desobediencia, la obstinación, la abnegación, el amor y la revolución. Y esa praxis no es aislada. Ahí donde los estados capitalistas y patriarcales pretenden sembrar muerte, hay miles de hijos e hijas de la revolución sembrando vida, resistencia y libertad. Compañeros y compañeras que nunca perdieron de vista la importancia de tejer ese hilo rojo que recorre el mundo, que une luchas y pueblos hermanos en resistencia”.
En la declaración leída, indicaron que “cuando un pueblo se levanta y lucha, ya cuenta con el triunfo de hermanarse con todos los pueblos, sin importar los puntos cardinales. Esa solidaridad que recorre nuestras fibras del corazón no tiene fronteras, tiene humanidad”.
“Este homenaje para Legerin es también para todas las hijas e hijos de la revolución –aseveraron-, para todas y todos que practican el amor por la humanidad, y somos conscientes de que nos queda la inmensa responsabilidad de continuar la huella, de seguir el camino por un mundo justo, libre de toda explotación y opresión, un camino de lucha en defensa de toda la humanidad”.
Por último, un grupo de amigas de Alina también tomó la palabra. “Cuando hablamos de revoluciones en estos tiempos de odio, de indiferencia e impotencia, nos referimos a construir nuevas sociedades libres –explicó una de sus amigas-. En principio desde la acción, porque los pensamientos vuelan y las palabras en sí mismas quedan vacías. Por eso, cada vez que nos encontrábamos con Alina, soñábamos estratégicamente hacerlo real. ¿Cómo podemos vivir sin opresiones? ¿Cómo podemos ser la fisura que destruye pero ir haciendo camino? ¿Cómo ser felices con tanta muerte a nuestro alrededor? Lo primero que se nos ocurrió fue identificarnos en este sistema en el que nacimos, este patriarcado, capitalismo, colonialismo, antropocentrismo”.
“Cuando dijimos ‘basta’, logramos convencernos de que teníamos el poder de romper esos paradigmas, de deconstruirnos y construirnos, de ir en búsqueda de alternativas y recrearlas en otros espacios, compartiendo la lucha y la resistencia de múltiples territorios”, apuntó su amiga.
Además, recordaron que Alina llegó “con ojos grandes y brillantes, con vos serena y segura, a contarnos sobre la revolución en Kurdistán, de quiénes eran, cómo vivían, cómo resistían. En un inicio, como siempre pasa, no entendíamos muchas cosas y empezamos a leer, a formarnos y a contagiarnos de la idea de que había que transmitir el mensaje de ese pueblo. A hablar de organización, autogestión, de Jineoloji, de pueblo y no de Estado, de comunidad, de cuidado, de salud, de confederación democrática, de autodefensa. Sabíamos que no podíamos romantizar esa lucha, porque lo que se había logrado también había traído dolor, sangre, bombardeos, amenazas, encarcelamientos, asilamientos”.
“Alina, en su búsqueda fue encontrada, como decía ella, por esta revolución, que necesitaba de sus manos y ella no dudó de emprender vuelo y fundirse en cuerpo y alma en este proceso, siendo puente y huella que rompió con las fronteras –recordaron sus amigas-. Te nombramos en presente porque sigues siendo y siempre vas a ser. Nos dejaste tantos aprenderes como quehaceres, y día a día la reencontramos en nosotras, en nuestras compañeras. Seguiremos soñando, creando, seguiremos siendo ante todo felices”.
Antes de finalizar el homenaje, el músico Okan Attilar y la cantante Valeria Cherekian interpretaron canciones kurdas, armenias, árabes y turcas.
FUENTE: Kurdistán América Latina