En Afrin, norte de Siria, más de 70 aviones del ejército turco están bombardeando aldeas y pueblos.
Afrin no es un lugar conocido para la mayoría. Pero quizás muchos han oído que en Siria se combate una guerra. Desde hace 7 años en este rincón del mundo las super potencias globales, como Estados Unidos y Rusia con sus respectivos aliados, juegan al ajedrez con los recursos y las vidas humanas de los moradores de estos antiguos territorios. Cientos de miles de muertos, otros tantos desplazados y la secuela de toda guerra: escombros humeantes, violaciones masivas, niños llorando, cuerpos despedazados, polvo y ruinas.
Sin embargo, desde julio de 2012 una flor de rebelión ha brotado en medio del desierto de destrucción provocado por las super potencias. En el norte de Siria, en una región poblada mayoritariamente por los y las kurdas, se dio inicio a una profunda revolución: las tierras fueron colectivizadas, el poder político pasó del régimen racista de Assad a un sistema de asambleas de vecinos y vecinas de todas las etnias; se impulsó la plena participación política de las mujeres en los asuntos públicos así que la poligamia fue abolida, aprobado el divorcio y creadas las “Mala Jin”, Casas de las Mujeres; se instalaron juntas vecinales para la resolución de conflictos y juzgados populares específicos para el combate a la violencia de género; se han armado diferentes cuerpos de autodefensa cuyo control lo tienen las asambleas locales; y finalmente se están implementando cooperativas y proyectos productivos en pequeña escala, autosuficientes y sustentables.
Este experimento de socialismo sin estado y desde abajo tiene un nombre, acuñado por el líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) Abdullah Öcalan (recluido desde hace 19 años en una prisión turca), y se le llama Confederalismo Democrático, federación de comunidades autónomas donde, en el caso de norte de Siria, conviven en constante dialogo pueblos de diferentes etnias y religiones: kurdos, árabes, turcomanos, cecenos, yezidíes, sunitas, sciíes, cristanos, etc. Hoy en día más de tres millones de personas viven en este sistema democrático anclado en, más o menos, 4000 asambleas locales.
Esta revolución ha sufrido un constante acoso y ataques por parte de los demás actores armados en el conflicto sírio: el régimen de Assad por un lado y el Ejército Libre Sírio por el otro, las bandas paramilitares salafitas, el ejército turco y, sobre todo, el Estado Islámico. Contra este último las heroicas Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) ganaron una batalla histórica por la humanidad: desde la liberación de la ciudad de Kobane en enero de 2015 hasta la liberación de la ciudad Raqqa en octubre de 2017 han infligido un duro golpe a la mayor organización terrorista mundial que tanta sangre ha regado en todo el planeta. Fueron estas milicias revolucionarias, y no los ejércitos bien pertrechados de las potencias occidentales, quienes pusieron de rodillas al Estado Islámico.
Afrin es todo eso y más: es un lugar precioso rodeado de olivos seculares bajo cuya sombra trabajan y viven diferentes pueblos; idiomas y creencias tan diversas pero ya organizadas en este fraternal sistema de asambleas. Un laboratorio de convivencia pacífica y anticapitalista demasiado peligroso para Medio Oriente ante los ojos de todas las potencias (y sectas religiosas) que se benefician de la guerra prolongada y del despojo continuo. Así, con el silencio acordado de Rusia y Estados Unidos, el gobierno islamo-fascista de Turquía encabezado por el detestado Tayyip Erdogan, en estas horas está bombardeando e invadiendo este territorio libre y autónomo. Nuevamente escombros, bombas, humo, lutos y llantos. Sabemos que no acabarán con la esperanza, pues una vez más los pueblos junto con las YPG/YPJ defenderán casa por casa, metro por metro, las libertades colectivas duramente conquistadas.
Sin embargo nos indigna el silencio cómplice de la Comunidad Internacional que permite que un país miembro de la OTAN, cual es Turquía, pueda llevar decenas de aviones más allá de su fronteras nacionales y abrir el fuego sobre la población civil y sobre quienes lucharon realmente contra el terrorismo fascista e islámico.
Desde el México profundo y otras geografías rebeldes, las organizaciones firmantes repudiamos esta guerra de exterminio promovida por el Estado Turco y avalada por Rusia y Estados Unidos en contra de los pueblos kurdos y sus anhelos de libertad. Nos declaramos hermanas y hermanos de los pueblos de Siria en lucha, solidarizándonos con los comités, las cooperativas, las organizaciones de mujeres, las escuelas autónomas y todos los esfuerzos de los pueblos de la región de Afrin que en este momento sufren las bombas del fascismo neoliberal y los ataques de las pandillas paramilitares salafitas.
La lucha de los pueblos del norte de Siria y de Kurdistán es la lucha de tod@s nosotr@s: la de un mundo donde quepan muchos mundos.
Por eso gritamos:
¡Afrin no está lejos!
¡Afrin está a nuestro lado, abajo y a la izquierda!
¡Fuera militares y paramilitares de nuestras autonomías!
Por una complicidad global en la resistencia:
Colectivo Nodo Solidale
Organizaciones Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca (OIDHO)
Comité de Defensa de los Derechos Indígenas (CODEDI)
Colectivo Autónomo Magonista (CAMA) Red Nacional de Resistencia Civil
Brigada Callejera en Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”
Plataforma Internacionalista por la Resistencia y la Autogestión Tejiendo Autonomía (PIRATA)
Proceso de Articulación de la Sierra de Santa Marta
Asamblea de Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio
Radio Ñomndaa 100.10 FM La Palabra del Agua (Suljaa’, Guerrero)
https://www.facebook.com/nudosolidario/posts/1987532268179533