Desde la ocupación de Afrin en marzo de 2018, el Estado turco ha establecido un régimen de saqueo y explotación. El olivo y sus productos derivados eran la principal fuente de ingresos de la región antes de la invasión. Con la invasión turca, los olivares de Afrin han sido saqueados y se han convertido en una fuente de financiación para el autodenominado Ejército Nacional Sirio (ENS), establecido y financiado por Turquía. Las milicias del ENS saquean la producción de aceitunas de la región y la llevan al mercado mundial a través de Turquía. Los productos robados van desde “productos orgánicos”, como el llamado jabón de Alepo -que se vende en tiendas de productos naturales y farmacias-, hasta el aceite de oliva que se vende en supermercados. Aunque los vendedores alemanes no responden a las preguntas de la prensa sobre el tema, el gobierno alemán ha admitido que no hay obstáculos para la importación oficial de productos procedentes de las olivas saqueadas en Afrin. A los jabones de Alepo se unen en Europa nuevos productos procedentes de los territorios ocupados, la mayoría de los cuales se venden en supermercados de propiedad árabe, turca o kurda. En muchos de los productos se nombra directamente el lugar de producción como “Afrin”, mientras que otros innumerables productos saqueados del antiguo cantón autónomo, salen a la venta con otras etiquetas.
La riqueza de Rojava a los ojos de los colonialistas y ocupantes
Antes de que comenzara la guerra, Rojava representaba el granero de toda Siria y la región era explotada por el régimen del partido Baaz de manera colonial. Mientras que las regiones de Cizîrê servían para el monocultivo de trigo, en Afrin se cultivaban principalmente aceitunas y frutas para el mercado sirio. Antes de la guerra que comenzó en 2011, Rojava había suministrado el 40% de la producción agrícola en general, y el 60% de la producción de cereales en Siria. La actual región autónoma del norte y el este de Siria cuenta además con el 80% de las reservas de petróleo del país.
La relación colonial se ejemplifica con el monocultivo de trigo impuesto por el régimen. Por ejemplo, el trigo producido en Cizîrê no se procesaba en la región, sino en las metrópolis sirias para reimportarlo otra vez a Rojava, a veces más caro, como harina. Por tanto, a pesar de las enormes cantidades de grano, la falta de molinos para procesarlo supuso un grave problema para Rojava tras la revolución. Sin embargo, no sólo el régimen reclamó la explotación de la riqueza del lugar, sino también los estados vecinos y en primer lugar Turquía, que intenta reclamar para sí todo el norte de Siria en una línea trazada aproximadamente a la altura de Alepo.
Así, fue Turquía quien primero invadió Siria con el objetivo de ocuparla. Para ello, Ankara apoyó inicialmente a grupos como ISIS, el Frente Al Nusra y otras milicias yihadistas y luego intervino en la propia guerra tras su derrota militar. Afrin fue bombardeada por más de 70 aviones de guerra a principios de 2018, para luego ser ocupada y saqueada por el ejército turco y un conglomerado de mercenarios de extrema derecha y yihadistas. Desde entonces, la población kurda ha sido sistemáticamente desplazada y quienes permanecen allí son explotados mediante el robo y la extorsión.
Robo de cientos de millones de euros
En Afrin había al menos 18 millones de olivos antes de la invasión. Además, estas aceitunas se utilizan para producir el mundialmente famoso “jabón de Alepo”. Durante siglos, el aceite de oliva de Afrin ha sido considerado “oro amarillo”. Ankara y sus tropas mercenarias se reparten ahora los ingresos de su producción, mientras que las familias que permanecen en la región tras la invasión sólo pueden quedarse con una parte de las ganancias. El valor del “botín” saqueado se ha cifrado en unos 90 millones de euros, aunque es probable que la cantidad real sea mucho mayor.
Según los economistas, la producción de aceite de oliva en 2018 en Afrin fue de unas 50.000 toneladas y se estimó en 130 millones de euros. La revista francesa Le Point publicó un informe de investigación sobre el tema, en enero de 2019, afirmando que se habían vendido en Turquía 20.000 toneladas de aceite de oliva de Afrin por valor de 60 millones de euros.
En noviembre de 2018, ANF publicó documentos que mostraban que el Estado turco y sus mercenarios habían concluido un acuerdo sobre el saqueo. Este protocolo prometía a los grupos mercenarios los ingresos de la producción de aceite de oliva en 2018 y 2019. De este modo, generaban 22 millones de dólares en ingresos para los mercenarios sólo por la venta de aceitunas a España. Así es como la explotación adquirió su nivel internacional, que sigue vigente en la actualidad. Las fábricas saqueadas en la ciudad se pusieron al servicio del régimen de ocupación. Un informe de ANF del 28 de junio de 2021 señalaba que los propietarios de 50 de las 100 fábricas de aceite de oliva de la ciudad que quedaban en Afrin habían huido a Shehba y a Alepo, y que sus fábricas habían sido confiscadas.
Necib Şêxo, que era propietario de una de las fábricas de aceitunas y formó un grupo de interés con otros productores de aceite de oliva desplazados, dijo a ANF en junio de 2021: “Presionan a la población y la obligan a vender el aceite de oliva producido en Afrin a un precio muy bajo. Se recoge en la fábrica de Nûri Arap, en Jindires. Desde allí, cruza la frontera hacia Turquía a través del cruce opuesto en el pueblo de Hamam, en la provincia turca de Hatay”.
Alemania es la piedra angular en la distribución de productos saqueados
Actualmente, el aceite de oliva robado en Afrin se vende en casi todos los países europeos y en Estados Unidos y Canadá. Alemania es uno de los principales pilares del saqueo y, por tanto, de la financiación de los grupos mercenarios del ENS. Esto no es casualidad, porque Alemania es también el más vehemente partidario del fascismo turco.
El aceite de oliva se recoge y distribuye desde un gran depósito en Magdeburgo. Los productos saqueados de la región kurda ocupada son llevados primero a Turquía y transportados a Europa por el Instituto Turco de Normalización (TSE). “Siria” figura como país de origen de los productos. La empresa, situada en la Liebknechtstraße n.º 99, de Magdeburgo, no ha querido responder a nuestras preguntas.
La empresa Salet Al Ghouta, con sede en Wuppertal, también vende aceite de oliva robado en Afrin. Aquí se vende bajo el nombre de “Jibal Afrin”, como “aceite de oliva de las montañas de Afrin” por 15,28 euros en botes de dos litros.
Robo a través de canales oficiales
Los productos de la aceituna llegan a Europa en camiones y barcos. Parece que pasan por las aduanas a través de los canales oficiales.
La respuesta del gobierno alemán a las correspondientes consultas al Ministerio de Agricultura lo confirma. La respuesta dice que las empresas de terceros países que exportan a la Unión Europea (UE) no necesitan un permiso para importar productos alimentarios que no sean de origen animal. Las autoridades aduaneras y estatales son las únicas que realizan “evaluaciones” en casos individuales. Estadísticamente, las importaciones no se registran.
En consultas similares a las autoridades francesas y belgas ni siquiera se obtuvo respuesta. Tampoco ha respondido a las correspondientes consultas de la prensa ninguna de las empresas que venden aceite de oliva.
Los productos de la marca “Jibal Afrin” saqueados en Afrin también se venden en Canadá. El país de origen es Siria. Los productos llevan el sello de la autoridad turca de normalización TSE y en la etiqueta figura una empresa llamada “Mir Paketleme İTH. İHR. VE TIC. LTD. ŞTİ”. Este grupo tiene su sede en Hatay, una provincia fronteriza turca con el Afrin ocupado. En el sitio web de “Jibal Afrin”, el aceite de oliva saqueado de Afrin se ofrece a 13 dólares el litro. Nueve kilos de “jabón ecológico y verde” cuestan 75 dólares.
En Francia, el aceite de oliva robado en Afrin se vende bajo el nombre de Yaman en un sitio web llamado Mira. Como lugar de origen aparece Siria. La descripción habla de “aceite de oliva natural de primera clase”, y piden 13,50 euros por tres litros, 22,50 euros por cinco litros y 81 euros por 18 litros de aceite de oliva.
Otra empresa es Jobri Food, que opera en Dinamarca, con sede en Viborg. Esta empresa vende “productos Afrin” y también tiene una red alemana. Los productos se envasan y prueban en Turquía. De la presentación de la empresa se desprende que tiene representantes en toda la Unión Europea y que su propietario es de Afrin. Jobri Food se presenta como una de las principales empresas de la UE. En una nota ponen: “Estamos orgullosos de ofrecer alimentos de la más alta calidad procedentes de conocidos cultivos de Afrin”.
Todos los aceites de oliva producidos en Turquía son sospechosos
Del mismo modo, se han encontrado productos de aceite de oliva saqueados de Afrin en Estados Unidos y muchos otros países de Europa. Hay un gran número de internautas que anuncian la compra de esos productos en las redes digitales. Muchos productos que no llevan el nombre de Afrin también proceden del saqueo. Esto hace difícil determinar el verdadero alcance de la exportación de productos saqueados. Todos los productos a base de aceitunas fabricados en Turquía o autorizados en ese país deben considerarse sospechosos desde este punto de vista.
El hecho de que los Estados europeos no tomen medidas contra esto los convierte en cómplices de los crímenes en Afrin y en ayudantes de la financiación del terrorismo. Esto se debe a que los productos robados en Afrin financian tanto a un régimen opresivo como a los grupos que cometen los más graves crímenes de guerra, incluidos los miembros del ISIS, al-Nusra y las milicias de extrema derecha y yihadistas del ENS, como Ahrar Al Sham y Ahrar Al Sharqiya, que recientemente fue incluido en la lista de sanciones de los Estados Unidos. Por tanto, la venta de estos productos puede constituir tanto un crimen de guerra como un delito según la legislación nacional.
Europa no hace nada
Tras una decisión del Tribunal de Justicia de la UE, los estados de la UE están obligados a etiquetar como tales los productos procedentes de los territorios palestinos ocupados. Esta normativa pretende informar correctamente a los consumidores sobre el origen de los productos. Dado que la misma práctica no se aplica a los productos saqueados de Afrin, no es difícil imaginar que muchos consumidores están apoyando involuntariamente el saqueo y la ocupación.
Jean-Louis Malterre, abogado del Colegio de Abogados de París, ha afirmado que el saqueo y la comercialización de los productos de Afrin viola el derecho internacional: “Viola las convenciones que regulan las acciones militares; esto es saqueo”. Malterre ha recordado el caso LafargeHolcim. La multinacional cementera había seguido operando en su planta de Çelebiyê, en el sureste de Kobanê, hasta 2014, pagando dinero a terceros sobre el terreno para que negociaran acuerdos con los grupos islamistas y así mantener la producción. Al parecer, sólo entre 2011 y 2013 fluyeron trece millones de euros en sobornos. Los sobornos continuaron incluso cuando el ISIS invadió partes de Siria en junio de 2014 y proclamó el establecimiento de un califato.
En este contexto, LafargeHolcim está acusada de “complicidad en crímenes contra la humanidad” por sus actividades en Rojava. Según el abogado Jean-Louis Malterre, la venta de los productos oleícolas saqueados podría tener consecuencias similares.
Malterre ha explicado que los productos introducidos en la UE desde Afrin son también “producto del saqueo y del robo”, y ha añadido que “los que participan directamente en el saqueo y los que se benefician del mismo pueden ser procesados. Sin embargo, para poner en marcha el proceso, es necesario que los implicados presenten cargos penales”.
FUENTE: Maxime Azadi / ANF / Edición: Kurdistán América Latina
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