Dos años pasaron desde la masacre de Kobanê, en Rojava, Kurdistán sirio.
Lo que sucedió durante la madrugada y luego durante todo el día del 25 de junio de 2015 lo conocimos como “viernes negro”. Los medios sólo hablaron de tres ataques simultáneos en Francia, Kuwait y Túnez que causaron 53 muertes en distintos atentados que se autoadjudicó el Daesh (ISIS). Pero nada dijeron sobre lo que allí había sucedido ni de las 251 víctimas de esa barbarie.
Los atacantes iban con la barba afeitada, y lograron infiltrarse en la ciudad utilizando uniformes y simbología de las distintas milicias de autodefensa que allí combaten.
Ingresaron casa por casa aprovechando la confianza de los pobladores hacia sus fuerzas y fueron matando a todos los que se encontraban en su interior, mientras disparaban descontroladamente a los vecinos que se iban asomando a la calle para ver qué es lo que estaba sucediendo. Luego los francotiradores ocuparon calles y terrazas y se encargaron del resto.
Las imágenes que se difundieron en las redes sociales son las más aterradoras que se hayan podido conocer de este conflicto.
Sólo en la aldea de Berx Botan, al suroeste de Kobanê, los grupos atacantes asesinaron a cuarenta civiles, decapitando a la mayor parte de ellos sin importar si eran niños, niñas, hombre o mujeres.
Solamente haciendo una descripción de las fotografías podríamos llegar a imaginarnos cuál es la forma que toma el horror en esta tierra. Era imposible no asociarlas con las que se conocieron de Halabja, otra ciudad kurda que fue atacada en marzo de 1988 por el régimen de Sadam Hussein. Habitaciones, patios y salones de las casas quedaron cubiertos de cadáveres después del ataque.
De los más de 200 muertos contabilizados, apenas una veintena eran combatientes, porque todas las evidencias indican que no se trataba de recuperar Kobanê para el Estado Islámico sino de infligir el mayor castigo al pueblo kurdo, igual que los europeos en las playas de Túnez, en Lyon o a los chiíes en la mezquita de Kuwait, por su responsabilidad en las últimas derrotas que estaban sufriendo los yihadistas. Así lo relata el periodista Manuel Martorel: https://www.cuartopoder.es/…/mas-de-200-muertos-en-la-mayo…/
Hay sobrada evidencia de que pudieron ingresar a la ciudad atravesando la frontera desde Turquía, que incluye el testimonio de varios miembros de ISIS que fueron capturados vivos por las YPG-J (Unidades de Protección kurdas) e incluso de alguno de ellos que se entregaron voluntariamente.
Pese a las denuncias y pedidos de investigación que se hicieron a la ONU y demás organismos que tienen la obligación de actuar, nada se hizo al respecto. Ni se investigó ni mucho menos se sancionó.
El presidente turco Recep Tayip Erdogan tardó casi dos días en condenar la mayor masacre de civiles en Siria en manos de los terroristas. Difícil condenar lo que él mismo ha posibilitado en su obsesión por impedir la autodeterminación y la libertad del pueblo kurdo tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Sin embargo, pese a los ataques, a los embargos, a las continuas campañas mediáticas de desprestigio que sufren los kurdos y las milicias populares sin cuyo accionar no sería posible vencer al Estado Islámico, Rojava y su proyecto revolucionario de construir una sociedad antipatriarcal, ecológica, de economía comunitaria, libre y democrática, sigue creciendo, y sigue llenándonos de esperanza a quienes creemos que otro modo de vivir en este mundo es posible.
¡Biji Rojava! ¡Biji berwedana Kurdistán! ¡Viva Rojava! ¡Viva la resistencia Kurda!
FUENTE: Nathalia Benavides/Kurdistán América Latina