Delirante. Arrogante. Chauvinista. Egomaniacal.
En este momento histórico, todas estas palabras podrían describir al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. En cierto sentido, referirse a él como “presidente” parece irrespetuoso para los países que realmente tienen instituciones democráticas. Erdogan ha demostrado ser un “líder” que aspira a ser un Sultán, un dictador neo-otomano que no sólo ve a los kurdos como “turcos de montaña”, sino también a la frontera entre Turquía y Siria como algo fluido e ilegítimo.
Fascista. Autoritario. Dictatorial. El amigo de los ideólogos de al-Qaeda.
Con la “Operación Rama de Olivo”, el Sultán del siglo XXI ha mostrado su disposición a unirse con los elementos salafistas más regresivos y reaccionarios que se pueden encontrar en la región. Su agenda de odio a las mujeres está en primera línea en esta “operación”. La mutilación de la integrante de las YPJ por las fuerzas turcas y yihadistas es una amplia evidencia de la ideología del violador en su trabajo colonial.
Mientras que la agencia de noticias oficial turca Anadolu y su máquina de propaganda mundial TRT World juegan con la relación táctica entre las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y Estados Unidos, para intentar posicionar la incursión de Turquía en Siria como una especie de operación “antiimperialista”. La sumisión completa de Estados Unidos a la agenda de Ankara en este punto -lavándose las manos de cualquier asociación con las YPG/YPJ en Afrin- muestra que al final del día la administración Trump nunca elegirá a sus amigos “socialistas” sobre el segundo ejército más grande de la OTAN.
En una de las más extrañas diatribas de un funcionario turco, el ministro de Exteriores del país, Mevlüt Çavuşoğlu, dijo el fin de semana: “¿Por qué son (los Estados Unidos) sensibles a las bajas civiles de nuestra operación Afrin, pero están en silencio con respecto a las YPG? Porque comparten la misma ideología marxista, comunista, atea”.
¡Extrañas noticias! El hecho de que no me informaron que cuando el presidente reaccionario y con inclinaciones fascistas, Donald Trump, fue elegido en Estados Unidos y que estaba a punto de vivir en una dictadura proletaria, me ha dejado muy confundido. ¡Supongo que todos sus ataques contra inmigrantes, minorías étnicas y mujeres pueden pasarse por alto porque Trump, el multimillonario, de hecho muestra algunas tendencias marxistas!
Las contradicciones no siempre son tan fáciles de explicar. Es cierto que Trump, a quien considero un aspirante fascista y contra el que he luchado en todo momento desde que se anunció su candidatura a presidente, ha apoyado a las YPG. Esto de ninguna manera significa que Trump apoye, o siquiera entienda vagamente, las prácticas políticas socialistas propugnadas por el Partido de la Unión Democrática (PYD). En realidad, en Medio Oriente hay un juego de intereses mutuos, temporales y transaccionales.
Algunos analistas han señalado rápidamente cómo la posición de Estados Unidos sobre Afrin muestra que Washington y la administración Trump han “abandonado a los kurdos”. Sin embargo, como dijo Erdal Firaz, un activista del Movimiento Kurdo de Liberación en Alemania, “en esencia, sigue existiendo una contradicción inextricable y, como nunca fuimos amigos, tampoco puede haber traición”.
Esto puede ser difícil de entender para algunos izquierdistas occidentales que sólo ven la política tecnicolor de la región en términos de blanco y negro. He señalado en innumerables ocasiones cómo las fuerzas de las YPG/YPJ -cuyas organizaciones hermanas en el norte de Kurdistán (sureste de Turquía) tienen más de 30 años de lucha contra el Estado a través las filas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), nunca han visto a Estados Unidos como un amigo, especialmente desde que la logística y las armas de Washington han desempeñado un papel tan indispensable en el asesinato de sus camaradas en Turquía a lo largo de los años.
Una lucha antiimperialista, ¿pero lo apoyarán los “antiimperialistas”?
Esto significa que en Afrin, en la coyuntura actual, no son las YPG/YPJ, o las SDF, las que luchan contra Turquía en alianza con el Pentágono o la administración Trump. Son las YPG/YPJ y la gente de Afrin -y los kurdos que han venido de toda la región- los que luchan contra una agresión colonial, mientras que Washington y las fuerzas rusas miran hacia otro lado debido a sus propias agendas en el país y la región.
En una entrevista con ANF News el domingo, el comandante de las YPG en Afrin, Manî Egid Said, dijo: “Erdoğan encarna todos los elementos fascistas y quiere ocupar Afrin. Consideramos esta guerra como el final del AKP si falla en Afrin. Ataca a los kurdos en todas partes, pero Afrin significará su caída. Haremos de Afrin un segundo Vietnam para el segundo ejército más grande de la OTAN”.
¿Un segundo Vietnam? ¡Esto no parecen ser las palabras del imperialismo estadounidense! Después de todo, la clase dominante de Estados Unidos nunca se recuperó de perder la llamada “Guerra de Vietnam”, en la cual sus fuerzas fueron repelidas y obligadas a abandonar el país en 1975 cuando Saigon cayó bajo el control de las fuerzas revolucionarias.
El más célebre comunista revolucionario del siglo XX, Ernesto “Che” Guevara, dijo una vez que el mundo necesita “dos, tres, muchos Vietnam” para luchar contra la política imperialista de Estados Unidos. Cuando viajé al Kurdistán sirio primavera pasada, este fue uno de los temas presentado en una clase sobre internacionalismo en la que participé en una academia en Qamishlo. En ese momento, sentí un deseo tan abrumador de poder compartir de primera mano estas experiencias con mis camaradas del oeste, aquellos que lucharon contra el imperialismo, pero que no captaron por completo la compleja y confusa dinámica de Medio Oriente. A menudo veía a los “revolucionarios” kurdos como nada más que peones de Occidente.
El juego fatal del Sultán
Algo está claro en la coyuntura actual: a más de dos semanas del anuncio de Erdogan de la “Operación Rama de Olivo” (cómo alguien puede tomar ese nombre en serio es incomprensible), no está todo bien en las aspiraciones de su ejército colonial y sus aliados yihadistas.
Ayer, las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) anunciaron que habían derribado un avión no tripulado turco. En una declaración, señalaron: “El 12 de febrero de 2018, las defensas aéreas de nuestras fuerzas lograron derribar un avión de reconocimiento Bayraktar no tripulado en la aldea de Qodeh, en Afrin. Esta es considerada una de las mejores aeronaves militares turcas, de acuerdo con el Estado turco, y es capaz de maniobrar en todas las condiciones climáticas y aéreas, además de tener un sistema de visión nocturna y tecnología infrarroja. El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan había firmado el cuerpo del avión antes de enviarlo al cielo de Afrin, sin saber que sería su último vuelo”.
Las fotos pronto inundaron Internet, mostrando al propio Sultán firmando un dron en una base militar en Batman el 3 de febrero. Quizás hubiera sido más apropiado para Erdogan firmar el certificado de defunción de su gobierno fascista en lugar de drones que luego serían destruidos por los revolucionarios de Kurdistán.
Aunque es difícil medir las estadísticas de la guerra en Afrin, parece plausible que las cifras del Estado turco a partir del conflicto sean muy imprecisas, dado que no han logrado avanzar más allá de algunas aldeas dentro de Siria.
Como dijo un comandante de las YPG: “En las aldeas y distritos de Afrin, hemos hecho preparativos que son suficientes por un período de más de un año. En el centro de la ciudad, estamos preparados para un período de resistencia mucho más largo. Deberían avanzar un poco más, los estaremos esperando. Han estado rondando la frontera durante más de tres semanas. Como dije, estamos preparados, tanto desde el punto de vista logístico como militar”.
Luchando con los corazones, no solo armas
Sin embargo, no es solo que las YPG estén preparadas militarmente. Así como los comunistas vietnamitas resistieron la ocupación estadounidense sobre la base de la fuerza de voluntad y la ideología, las fuerzas kurdas en Afrin también luchan no sólo con sus armas, sino con sus corazones.
Esto no sólo es visible en los videos de los valerosos luchadores de las YPG/YPJ que están en la línea del frente, resistiendo la agresión turca armada con una ideología de confederalismo democrático, socialismo y liberación de la mujer, sino de las decenas de miles de kurdos que viajaron a Afrin desde los cuatro partes de Kurdistán agarrando nada más que ramas de olivo, burlándose de la lógica absurda del AKP para la invasión. La llegada a Afrin de miles de civiles muestra que la elite gobernante turca se enfrenta a muchas más de las que se jugó en Siria.
Como Manî Egid, comandante de las YPG, ha dicho: “El ejército turco y las bandas aliadas todavía están en la zona fronteriza. En algunos lugares han penetrado tres kilómetros, en un punto, cinco kilómetros. Lo lograron solo por su capacidad técnica: usan aviones de combate, drones de reconocimiento, lanzagranadas y tanques. Ellos confían en la tecnología, nosotros confiamos en nuestra fuerza de voluntad”.
La historia ha demostrado que los más tecnológicamente avanzados suelen mantener un sentido de superioridad y arrogancia antes de las batallas. Esto generalmente se arroja al basurero de la historia tan pronto como las fuerzas armadas, con tan poco como los Kalashnikov -pero con la riqueza de ideas- contraatacan. Esta es la realidad en Afrin.
Cuando estaba en Rojava, lo primero que percibí fue que la política estaba al mando. La ideología fue central. Con una tremenda fuerza de voluntad y la absoluta obsesión por aplastar al fascismo y establecer una autonomía democrática, supe instintivamente que estas fuerzas nunca podrían perder. Incluso si los miembros de las YPG/YPJ se convirtieran en shahids en la lucha por un futuro mejor, era un pequeño sacrificio en el contexto de una gran batalla para que la humanidad afirmara su existencia en Medio Oriente.
Erdogan encontrará su caída
Durante el fin de semana, el partido de oposición más importante de Turquía, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), celebró su congreso en Ankara. Para ser claros, creo que es bastante apropiado decir que el HDP es el partido de oposición de facto del país, a la luz del hecho de que luego del intento de golpe en julio de 2016, el Partido Republicano del Pueblo (CHP) aparentemente se integró todavía más a la dictadura de Erdogan, yendo tan lejos como para dar luz verde a la invasión de Afrin contra los “terroristas” del PKK.
Justo un día después del congreso del HDP, al que asistieron 32.000 personas a pesar de la represión policial fuera del recinto, Turquía lanzó una investigación sobre el nuevo presidente del partido, Pervin Buldan, y del legislador HDP, Sirri Sureyya Onder, presuntamente por los “crímenes de llevar a cabo propaganda terrorista, incitar rencores y enemistad en el público”. Un día después, los fiscales turcos emitieron una orden de arresto contra el ex copresidente del Partido de la Unión Democrática de Siria (PYD), Saleh Muslim.
No en vano uno de los oradores del congreso de HDP fue Leila Khaled, miembro del Buró Político del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP).
Khaled, conocida por ser una de las secuestradoras de aviones comerciales a de la década de 1960, dijo: “Las voces que se alzan en esta sala ahogarán los grilletes de todas las prisiones y se convertirán en el eco de las voces de todos los pueblos. Donde haya colonialismo, opresión y violencia, la resistencia ganará fuerza. Estamos resistiendo. Somos la voz de aquellos que resisten el colonialismo. Los saludo en nombre del pueblo palestino que lucha. También levantamos nuestra voz contra la guerra en Afrin. Las guerras no promueven la vida sino que conducen a la muerte. Los pueblos construyen vida y futuro. Desde este lugar, saludo a todos los pueblos que resisten”.
La declaración de Khaled contrasta fuertemente con Erdogan, quien intenta posicionarse como un defensor de los derechos de los palestinos al tiempo que aplasta las aspiraciones democráticas del pueblo kurdo. Su hipocresía nunca ha sido más evidente.
Responsabilidad histórica para luchar contra el fascismo
A medida que el Sultán lucha por avanzar en Siria, las llamadas a la caída de su gobierno fascista se aceleran. Erdogan pudo haber pensado que era prudente ingresar al territorio sirio junto con los rebeldes salafistas. Pudo haber pensado que era inteligente intentar aplastar a la oposición democrática del país. De alguna manera todavía piensa que pelear contra el PKK puede traer la victoria. Hasta ahora, esto ha demostrado ser la manifestación del engaño. De hecho, se ha demostrado que es el ápice de la locura. La historia pronto acabará con la dictadura de Erdogan/AKP. Mientras tanto, nuestra responsabilidad histórica es apoyar a las fuerzas que luchan contra esa dictadura.
FUENTE: Marcel Cartier / The Region / Traducción y edición: Kurdistán América Latina