Cuando visité la iglesia de Surp Giragos (armenia ortodoxa) en agosto de 2010 estaba en plena restauración como parte de un ambicioso proyecto de rehabilitación urbana del Ayuntamiento de Diyarbakir con el objetivo de recuperar la tradicional coexistencia religiosa en la considerada capital kurda de Turquía.
Con el proyecto “Calle de las Culturas”, Abdulá Demirbash, alcalde del distrito histórico, quería resaltar que los musulmanes habían convivido durante siglos con armenios, asirio-caldeos, judíos, alevis y yezidis zoroastrianos. Por esta razón había elegido la calle Yenikapi, ya que prácticamente en el mismo lugar coincidían los restos de la antigua sinagoga, Surp Giragos, la iglesia caldea de Mar Petyun y, justo a su lado, el minarete de las Cuatro Columnas, una construcción única dentro de la arquitectura islámica. Además, el programa incluía un Centro Cultural Yezidi y un nuevo hotel para los futuros visitantes forasteros.
A la izquierda, la iglesia armenia, en la “Calle de las Culturas” y en plena reconstrucción el año 2010. / Manuel Martorell
La historia de Surp Giragos, la mayor iglesia armenia de Oriente Medio, resume la de la propia ciudad. Sus orígenes se sitúan en el siglo XIV (1376), cuando la antigua Amed era mayoritariamente cristiana. Destruida y reconstruida en varias ocasiones, su actual estilo corresponde al siglo XVIII. En pleno genocidio armenio (1915), el campanario fue derribado a cañonazos porque su altura sobrepasaba la de los minaretes musulmanes. Tras ser utilizada como cuartel y almacén de algodón, quedó abandonada hasta que surgió el proyecto de restauración al llegar Demirbash al Ayuntamiento.
Demirbash se volcó en la reconstrucción de Surp Giragos con la colaboración de la diáspora armenia y un presupuesto de dos millones de dólares, abriéndose de nuevo al culto de forma solemne el 23 de octubre de 2011. Tanto Demirbash como Osmán Baydemir, alcalde del área metropolitana extramuros, aprovecharon la ocasión para pedir perdón por la participación de sus antepasados en el genocidio y realizar un llamamiento a los descendientes de quienes huyeron o fueron asesinados para que “volvieran a su ciudad”.
De esta forma, Giragos se convirtió en símbolo y centro de peregrinación para los armenios de todo el mundo, contagiando con su espíritu ecuménico a las otras comunidades cristianas: los caldeos de Mar Petyun, los asirios de Santa María, los armenios apostólicos de Surp Sargis, los católicos y los protestantes.
Base del minarete de las Cuatro Columnas. Justo detrás se encuentra la iglesia caldea de Mar Petyun. / M. M.
Era la época en que Demirbash potenciaba su ciudad como modelo de diversidad religiosa y cultural, editando folletos turísticos no solo en el idioma turco oficial sino también en kurdo, armenio o arameo, la lengua de los asirio-caldeos. También consiguió apoyo europeo para los trabajos de rehabilitación, concretamente del Ayuntamiento de Santiago de Compostela.
Sin embargo, Demirbash fue procesado por utilizar en su gestión municipal lenguas no turcas y el acuerdo de colaboración con el municipio gallego fue fulminantemente anulado por el Gobierno central de Ankara porque, al redactar el proyecto, se escribió sin pensar en las fatales consecuencias que podía tener que la ciudad de Diyarbakir estaba “en el Kurdistán”, una expresión aún prohibida en Turquía.
Con un sistema municipal en que buena parte de los presupuestos dependen de la Administración del Estado, la “Calle de las Culturas” solamente encontró obstáculos por parte de un Gobierno que, paradójicamente, lideraba, junto a José Luis Rodríguez Zapatero, la denominada Alianza de las Civilizaciones.
Hoy, ese mismo Gobierno ha dado la puntilla a este intento sin precedentes de restaurar la convivencia de culturas y religiones en Turquía expropiando de forma urgente, sin siquiera informar a las autoridades locales, cerca del 80 por ciento del casco histórico de Diyarbakir, rodeado por murallas bizantinas construidas en el siglo IV. En total, 6.300 propiedades, 174 pertenecientes al propio Ayuntamiento de Diyarbakir y todas las iglesias donde se había restaurado el culto religioso.
Sobre la imagen aérea de la ciudad amurallada, las principales iglesias y el perímetro rojo de la parte expropiada. Las zonas verdes indican las fincas que han quedado fuera del decreto y la línea amarilla señala la “Calle de las Culturas”. / M. M.
Tanto el Ayuntamiento como el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), a través del diputado armenio Garo Paylan, y las distintas comunidades religiosas han denunciado la medida gubernamental que ni siquiera fue comunicada previamente a las autoridades locales, mientras que el arzobispo armenio Aram Atesyan ha solicitado una entrevista con el Gobierno para pedir explicaciones.
Como está ocurriendo en otras ciudades del Kurdistán turco, la medida supone anular todo el trabajo realizado en este sentido por el Ayuntamiento, además de expulsar de sus viviendas a una población que estaba considerada un importante feudo electoral del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), cuyo principal objetivo es precisamente conseguir un sistema político que respete los derechos culturales y políticos de las distintas minorías existentes en el país.
El Gobierno de Tayip Erdogán, en boca de su primer ministro, Ahmed Davutoglu, asegura que el casco histórico, prácticamente destruido después de tres meses de combates entre el Ejército y milicias urbanas próximas al PKK, será reconstruido siguiendo el modelo de la ciudad española de Toledo.
Sin embargo, teniendo en cuenta la posición mantenida hasta ahora por Ankara, todo indica que el principal objetivo de la expropiación urgente de la práctica totalidad del casco histórico consiste en desmantelar un proyecto multicultural ya en marcha y convertir a la antigua Amed, una de las ciudades más antiguas del planeta, en un parque temático, planificado, habitado y explotado turísticamente bajo control del Gobierno central.