Ya han pasado más de 30 días del referéndum independentista en el Kurdistán iraquí y la situación está lejos de ser la ideal para el pueblo kurdo. El gobierno semiautónomo perdió grandes porciones de territorio, incluso la importante y petrolera región de Kirkuk, ahora en manos de Irak y las milicias chiitas apoyadas por Irán. A su vez, la política interna atraviesa momentos de fuertes divisiones ante la decisión del presidente Masoud Barzani de dejar su cargo. Luego de que Bagdad haya rechazado la propuesta de Erbil de “congelar” el resultado y haberle exigido que lo “anule”, se entabló una mesa de diálogo supervisada por los Estados Unidos donde Irak llega mejor posicionado que Kurdistán.
Luego de la celebración del referéndum el pasado 25 de septiembre, la respuesta de Bagdad no se hizo esperar: lanzó una ofensiva militar junto a las milicias chiitas Hashd al Shaabi para recuperar las regiones en “disputa” (las porciones de territorios que son reclamadas tanto por el gobierno kurdo como por el iraquí), que provocó una escalada militar y la huida de miles de kurdos hacia ciudades más seguras, como la capital de la región, Erbil.
La ofensiva no sólo trajo grandes pérdidas de territorio para el gobierno kurdo, sino también un manto de sospechas y de dudas en cuanto a la actuación de la administración de Barzani y de las fuerzas armadas Peshmergas. Mientras llegaban a Occidente los primeros reportes de la avanzada de Bagdad y las milicias chiitas, se podía ver a cientos de kurdos, combatientes o no, en las calles de Kirkuk armados y dispuestos a luchar para defender esa ciudad, conocida como “la Jerusalén de Irak”. Con el paso de las horas, Bagdad logró hacerse con el control regional sin demasiada resistencia armada.
Las críticas no se hicieron esperar y Barzani apuntó contra su principal rival político, la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), liderada por el clan Talabani, y a uno de sus aliados internacionales, Estados Unidos. “Los Peshmergas y toda la gente del Kurdistán fueron apuñalados en la espalda por una daga venenosa”, aseguró Barzani. Sobre la actitud de Estados Unidos, que es proveedor de armas tanto para el Kurdistán iraquí como para Bagdad, afirmó: “Nuestra gente debería cuestionar si Estados Unidos estaba al tanto del ataque de Irak y por qué no lo impidió. ¿Por qué querría Washington castigar a Kurdistán?”.
Por su parte, un comunicado de la jefatura militar de los Peshmergas, que está bajo control del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), liderado por Barzani, aseguró que “nos entristece decir que algunos responsables de la UPK han traicionado a la nación kurda” y acusó a esa organización de haber “desertado de posiciones claves, (entregándolas) a las milicias y las fuerzas iraníes, según acuerdos previos secretos”.
Lo que para el Kurdistán iraquí fue una tragedia, principalmente porque el petróleo de Kirkuk representaba gran parte de sus ingresos económicos, para el gobierno de Irak y su primer ministro Haider al-Abadi, fue una gran victoria tanto militar como política, ya que logró imponerse ante un grupo armado muy entrenado y capacitado como son los Peshmergas, pero también porque consiguió mostrarse al mundo como un gobierno capaz de desarticular un proceso independentista en pocos días.
Con este panorama llegan ambos gobiernos al diálogo abierto que está siendo supervisado por los Estados Unidos. Luego de un cese al fuego bilateral, parece ser que las conversaciones están avanzadas. La agencia de noticias Rudaw aseguró que “ambas partes acordaron algunos puntos y están cerca de llegar a un acuerdo final”. La misma agencia señaló que las partes acordaron que Irak despliegue fuerzas federales en el cruce fronterizo de Fish Khabur, por donde pasa un oleoducto hacia Turquía. El control de los pasos fronterizos y de los aeropuertos es uno de los puntos más importantes para el gobierno iraquí.
Si Irak logra imponer sus condiciones en el diálogo bilateral (todo hace indicar que lo hará) al-Abadi tendrá un motivo más para presentarse al mundo como un líder capaz de gobernar un país en ruinas y muy problemático, y de esta manera ganar apoyo internacional. Las recientes visitas de al-Abadi a Turquía para reunirse con el presidente Recep Tayyip Erdogan y a Irán, donde fue recibido por el presidente Hassan Rouhani y por el líder supremo Ali Jamenei, son claros indicios de lo que busca el gobierno de Irak.
El futuro interno del Kurdistán
La política local kurda también atraviesa momentos complejos, particularmente porque Barzani -en el poder desde el 2005 y quien tuvo que haber dejado el cargo en 2015-, anunció que abandonará su cargo luego del 1 de noviembre. “Me niego a continuar con el cargo de presidente”, dijo Barzani en una carta dirigida al Parlamento kurdo, que aprobó su renuncia con 70 votos a favor y 23 en contra.
El Parlamento, que permaneció cerrado desde que Barzani extendió su gobierno más allá del límite correspondiente, avaló la distribución de los poderes del presidente al primer ministro, Nechirvan Barzani, familiar de Masoud Barzani, y a la Presidencia del Consejo de Ministros, al Organismo Presidencial del Parlamento y al Presidente del Consejo Judicial. Por su parte, Barzani aseguró que seguirá sirviendo en las filas de los Peshmergas.
A esta compleja situación se le suma la decisión del Parlamento de aplazar las elecciones presidenciales previstas para este 1 de noviembre por “ausencia de candidatos en los plazos necesarios y por los acontecimientos actuales”. Una vez más, el Kurdistán iraquí ve posponerse sus citas electorales para elegir a las autoridades gubernamentales. La decisión fue aprobada ya que el único candidato que se presentó en tiempo y forma fue Mohamed Tofiq Rahim, del partido opositor Gorran (“Cambio”), pero la Constitución establece que se debe presentar más de un candidato para poder realizar los comicios.
Dos realidades distintas
A poco más de un mes del referéndum, la realidad kurda es compleja y está marcada por muchas críticas internas y acusaciones encontradas entre los distintos partidos políticos. Esta situación hace compleja la actualidad política, ya que se deberá elegir al próximo mandatario en unos comicio que por ahora no tienen fecha confirmada. Al mismo tiempo, se deberá adecuar la economía luego de haber perdido los pozos petrolíferos de Kirkuk.
La actualidad de Irak es distinta y parece ser un poco mejor. Su gobierno central se muestra fuerte en el plano local y en el internacional, al haber abortado un referéndum independentista. Al-Abadi parece estar pensando en reconstruir Irak luego de haber lanzado una ofensiva para reconquistar las regiones de Al-Qaem y Rawa, tras recuperar Mosul y Tal Afar en manos del ISIS. Irak hará todo lo posible para imponer sus condiciones en el diálogo bilateral y tomar el control de los pasos fronterizos, de los aeropuertos y de los centros petroleros del país. En el futuro, Irak estará obligado a resolver la situación de las milicias chiitas apoyadas por Irán y lideradas por Abu Mahdi al-Muhandis en el terreno, un hombre considerado terrorista por los Estados Unidos.
El pueblo kurdo, una vez más, pasó de la ilusión independentista a la consternación política. Del otro lado, Irak empieza a vislumbrar un futuro mejor pero todavía lleno de complicaciones que deberá resolver.
FUENTE: Lucio Garriga Olmo/El Furgón