Una historia no contada sobre la división del Kurdistán

Firmado el 24 de julio de 1923, el Tratado de Lausana dividió el Kurdistán entre Turquía, Irán, Irak, Siria y Azerbaiyán. A pesar de que estamos entrando en su 94 aniversario, un aspecto grave del Tratado ha sido, voluntaria o involuntariamente, omitido. La narrativa dominante mantiene la opinión de que fueron los aliados los que dividieron el Kurdistán porque no estaba en línea con su diseño imperial. Sin embargo, un análisis más detallado del período comprendido entre 1919 y 1923 no sólo cuestiona esta visión, sino que también la falsifica como “teoría conspirativa”. En este trabajo, trazo la trayectoria de aquellos acontecimientos que resultaron en la consumación del Tratado de Lausana.

La evidencia histórica nos indica que el período entre 1919 y 1921 se presentó al movimiento de libertad kurdo con la mayoría de las estructuras de oportunidad política necesarias para la formación de un Kurdistán independiente, lo que llevó a algunos historiadores a nombrarla como la “oportunidad de oro” (1). Mientras tanto, los revolucionarios kurdos organizaron numerosas rebeliones en diferentes partes y áreas del Kurdistán. Entre ellas, la Rebelión Şêx Mehmûd de 1919, en la provincia de Silêmanî; la Rebelión Koçgirí de 1920, en el área de Dêrsim; y la Rebelión Simko de 1920, en Urmiye. Esta serie de rebeliones armadas demuestran la motivación de la población kurda por alcanzar la libertad, que es la primera estructura de oportunidad para el triunfo de cualquier movimiento revolucionario (2).

La segunda estructura de oportunidad –una grave crisis política que paralizaba la capacidad administrativa y coercitiva del Estado– se presentó al movimiento kurdo durante ese período. Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, los aliados habían ocupado los territorios otomanos e impusieron el Tratado de Sèvres al sultán Abdullhamit. La presión paralizante obligó a Kemal Ataturk a apelar a ciertos círculos kurdos para que le ayudasen a expulsar a las fuerzas de ocupación (3).

La tercera estructura de oportunidad –la división entre las élites del Estado– también estaba presente, ya que las élites gobernantes turcas habían sufrido serias disputas internas. Mientras el Imperio Otomano colapsaba, la élite gobernante se dividió en dos campos opuestos representados por el Sultán Abdullhamit y Kemal Ataturk. Con base en Estambul, la facción del sultán trató de preservar el sistema del Sultanato. No reconociendo su mandato y desacreditándolo por la firma del Tratado de Sevres, la facción de Ataturk nombró un gobierno alternativo en Ankara, que se convirtió en la incubadora de la República Turca.

La cuarta estructura de oportunidad –una alianza transversal entre las clases principales de la sociedad o una coalición nacional entre los principales grupos políticos– no existía. No hay rastro de cooperación alguna entre las principales fuerzas kurdas que luchaban en las diferentes partes del Kurdistán. Tampoco había una alianza de ninguna clase entre las fuerzas kurdas de una misma parte del Kurdistán. Por ejemplo, el movimiento kurdo de Bakûr, Kurdistán del Norte, se dividió entre la facción que buscaba la independencia dirigida por el círculo intelectual bajo la influencia de Bedirxanis y la sección que abogada por la autonomía representada por Seîd Qadirî Nehrî, entre otros círculos tradicionalistas y religiosos (4).

La quinta estructura de oportunidad –permisividad internacional y ayuda externa– estaba hasta cierto punto disponible para el movimiento kurdo. Los datos históricos revelan que los aliados ofrecieron a los kurdos apoyo diplomático para la formación de un Kurdistán independiente. La razón era que el Kurdistán, junto con Armenia, serviría de amortiguador entre la propia Turquía y el resto de las zonas turcas de Asia Central, llamadas Turan. Los Jóvenes Turcos aspiraban a tomar el poder para formar el Imperio Turano. Para evitar esto, los aliados apoyaron tanto a los armenios como a los kurdos. El primer documento que indica la ayuda diplomática de Occidente a este último es la Declaración de catorce puntos de Woodrow Wilson, el presidente estadounidense, sobre los derechos de los pueblos a la libre determinación. El artículo 12 de la Declaración exigía en 1918: “Las porciones turcas del actual Imperio Otomano deberían tener una soberanía segura, pero las otras nacionalidades que están ahora bajo el dominio turco deberían tener garantizada una seguridad indudable de la vida y una oportunidad absolutamente no hostigada de desarrollo autónomo” (6).

El segundo documento es el Tratado de Sevres de 1920, que estipulaba: “Artículo 62: Una Comisión que se reunirá en Constantinopla y estará compuesta por tres miembros nombrados por los Gobiernos británico, francés e italiano, redactará, en un plazo de seis meses a partir de la entrada en vigor del presente Tratado, un esquema de autonomía local para las zonas predominantemente kurdas situadas al este del Éufrates, al sur de la frontera meridional de Armenia como se puede determinar en lo sucesivo, y al norte de la frontera de Turquía con Siria y Mesopotamia…

”Artículo 64: Si en el plazo de un año a partir de la entrada en vigor del presente Tratado, los pueblos kurdos dentro de las áreas definidas en el Artículo 62 se dirigen al Consejo de la Sociedad de las Naciones de manera que demuestren que la mayoría de la población de estos territorios desea independizarse de Turquía, y si el Consejo considera que estos pueblos son capaces de tal independencia y recomienda que se les conceda, Turquía acuerda ejecutar tal recomendación y renunciar a todos los derechos y títulos sobre estas áreas” (7).

Como he dicho, el apoyo occidental se limitaba a iniciativas diplomáticas y no hay evidencia de ayuda militar o financiera. Fue el adversario de los kurdos el que recibió apoyo político, militar y financiero de la Unión Soviética bajo la dirección de Vladimir Lenin. Los datos históricos demuestran que desde 1919 en adelante, el gobierno alternativo de Ataturk en Ankara recibió una cantidad sustancial de ayuda del Soviet (8). Después de la conclusión en 1921 del Tratado de Amistad con Ataturk, Lenin fue el primero en reconocer el gobierno de Ataturk en Ankara, en oposición al del Sultán en Estambul. Durante estos años críticos, el Soviet fue el principal proveedor de gran parte de los apoyos militares, económicos y morales que Ataturk necesitaba para expulsar a los Aliados de Turquía y consolidar los cimientos de la República Turca.

Como tal, la ayuda soviética ayudó a Ataturk en 1921 a obtener un tratado de Francia para retirar sus fuerzas de Cilicia. En el año siguiente, Ataturk también logró expulsar a los griegos de Anatolia, después de lo cual lanzó un asalto a la Zona de los Estrechos, bajo control británico. Esto condujo a un armisticio formal entre ambos cuando el representante turco en Londres se reunió con los funcionarios británicos para negociar un nuevo tratado para remodelar o substituir al de Sevres. Por esta época, además, Gran Bretaña había perdido interés en la creación de un Kurdistán independiente, ya que ello podría instigar a la rebelión de la población kurda en el Irak bajo mandato británico (12). El deseo de lograr un acuerdo de paz con el gobierno turco y no animar la rebelión que podría fomentar disturbios en las fronteras iraquíes parece haber sido otra razón para su renuncia.

Probablemente fue a petición de Ataturk que en 1923 Lenin retiró el estatuto de autonomía que había concedido previamente al enclave kurdo en los territorios soviéticos conocido como “El Kurdistán Rojo”, y posteriormente lo añadió a la República de Azerbaiyán (13). Con una superficie de aproximadamente 5.200 kilómetros cuadrados, el Kurdistán Rojo fue desechado en el basurero de la historia y nunca se ha hablado del mismo. Más allá de todo esto, la Tercera Internacional, que se encontraba bajo la influencia del Soviet, denunció la rebelión kurda de 1925, conocida como la Revuelta de Şêx Seîd, como un movimiento “reaccionario” diseñado por el “imperialismo británico” para debilitar a la República Turca (14).

Después de la Revolución de Octubre de 1917, debe tenerse en cuenta que el Soviet adoptó la política de apoyar a los movimientos anticoloniales en lo que entonces se llamaba el “Tercer Mundo”. La intención detrás de esto era no sólo encender una revolución internacional contra el sistema capitalista, sino también consolidar la revolución socialista en casa (15). La primera iniciativa que el Soviet hizo a este respecto fue organizar en 1920 el Primer Congreso de los Pueblos de Oriente, que se celebró en la capital de Azerbaiyán, Bakú. Se invitó al Congreso, además, a un grupo de activistas azerí-turcos de Irán, incluido el general Lahuty de Tabriz (16). El líder revolucionario de Vietnam, Ho Chi Min, que estuvo presente en el Congreso, afirmó: “Después de este histórico Congreso, a pesar de todas las dificultades internas y externas, el Soviet revolucionario nunca vaciló en apoyar a los pueblos que habían despertado como resultado de su histórica revolución. Una de las decisiones más importantes tomadas en el Congreso fue abrir la Universidad de Oriente” (17).

El Soviet estableció la Universidad de Oriente con el fin de educar a los futuros revolucionarios del mundo colonizado. Según Ho Chi Min, que recibió educación ideológica y política en esta Universidad, contaba con 150 profesores y 1.022 estudiantes de 66 países (18). Entre ellos estaban tres activistas iraníes llamados Hussein Sharqy, Karim Nikkhah y Ardashir Ovasiyan (19). En su evaluación de la Universidad, Ho Chi Min mantuvo que, sin exagerar, el futuro de los pueblos colonizados se encontraba bajo el techo de esta Universidad (20). No sólo el futuro de los kurdos colonizados no se encontraba bajo su techo, sino que la colaboración sostenida de Lenin con Ataturk en la formación del Estado-nación turco resultó demasiado costosa para los kurdos.

Más importante aún, Lenin estableció un modelo que los subsiguientes líderes soviéticos no dudaron en emular. En la Revuelta Agirí de 1937, por ejemplo, la ayuda soviética al Estado turco fue crucial en el aplastamiento final de la rebelión. Cuando el Soviet cerró la frontera de Araxes a los revolucionarios kurdos y permitió que el ejército turco hiciera uso de sus instalaciones ferroviarias, el destino de la Revuelta Agirí quedó sellado. Por encima y más allá de ello, el Soviet medió entre los regímenes turco e iraní en asentar los resultados de la Revuelta (22).

Puede resultar sorprendente que en los años ochenta el Soviet proporcionara al ejército turco helicópteros Mi-1 Hip-M y Sikorsky, vehículos blindados de transporte de personas y equipo de visión nocturna, todos ellos utilizados en operaciones contra las guerrillas del PKK y sus partidarios civiles (23).

Para concluir, sostengo que el Tratado de Lausana fue el resultado de una desunión paralizante entre los diversos grupos kurdos y un suministro sostenido de ayuda extranjera que el gobierno de Ataturk obtuvo del Soviet bajo la dirección de Lenin. Si los grupos kurdos hubieran logrado fundirse en un frente unificado, y si el Soviet no hubiese apoyado al aplastado ejército turco para revertir el Tratado de Sèvres, el Kurdistán quizá no se hubiera dividido en cinco partes, con una de ellas olvidada para siempre.

Notas:

[1] Izady, Mehrdad. The Kurds: A Concise Handbook (Washington: Taylor & Francis, 1992) p. 58; Kendal, Nizan. “Kurdistan in Turkey”. In: Chaliand, Gerard. ed. A People Without A Country: The Kurds and Kurdistan (New York: Olive Branch, 1993, [1980]) p. 30.

[2] Para el análisis de las estructura de oportunidad ver Greene, T. Comparative Revolutionary Movements; Search For Theory and Justice. Third Edition. (New Jersey: Prentice Hall, 1990, [1974]); Goldstone, J. (Ed.). Revolutions; Theoretical, Comparative, and Historical Studies. Second Edition. (Forth Worth: University of California, Davis, 1994, [1986]); Goldfrank, W. “The Mexican Revolution”. In: Goldstone, J. ed. Revolutions; Theoretical, Comparative, and Historical Studies. Second Edition. (Forth Worth: University of California, Davis, (1994, [1986]).

[3] Kendal, 1993, p. 48.

[4] Kendal, 1993, p. 32; Dêrsimî, Nûrî. Dêrsim le Mêjûy Kurdistan da, (Dêrsim in the History of Kurdistan), trans from Turkish to Soranî by Dizeyi, F.A. (Hewler: Mukiryanî, 2001, [1952]) p. 145-46

[5] See Mann, M. The Dark Side of Democracy; Explaining Ethnic Cleansing (Cambridge: Cambridge University Press, 2005) p. 131-2; Hewitt, C. and Cheetham, T. (2000) Encyclopaedia of Modern Separatist Movements(California: ABC-CLIO, 2000) p. 232.

[6] http://www.ourdocuments.gov/doc.php?flash=true&doc=62

[7] http://wwi.lib.byu.edu/index.php/Section_I,_Articles_1_-_260

[8] McDowall, David., A Modern History of the Kurds (London: I.B. Tauris, 1997) p. 130.

[9] McDowall, 1997, p. 138; Romano, David., The Kurdish Nationalist Movement: Opportunity, Mobilization and Identity (Cambridge: Cambridge University Press, 2006) p. 36; Kirişci, Kemal. and Winrow, Gareth., The Kurdish Question and Turkey: An Example of a Trans-state Ethnic Conflict (London: Frank Cass, 1997) p. 71.

[10] Dunn, John., Modern Revolutions: An Introduction to the Analysis of a Political Phenomenon (London: Cambridge University Press, 1972) p. 193-95; Harris, Nigal., National Liberation (London: Penguin Books, 1990) p. 118-9; Olson, Robert., “The Kurdish Question in the Aftermath of the Gulf War: Geopolitical and Geostrategic Changes in the Middle East”, Third World Quarterly 13: 3 (1992) p. 480-92; Bedirxan, Sureya., The Case of Kurdistan Against Turkey (Stockholm: SARA Bokförlag, 1992) http://www.saradistribution.com/thecaseofkurdistan.htm; Vanly, Ismet Sheriff., “The Kurds in the Soviet Union”. In: Kreyenbroek, Philip. and Sperl, Stephan. eds., The Kurds; A Contemporary Overview (London: Routledge, 2005 [1992]) p. 158; Jwaidah, Wadia., The Kurdish National Movement; Its Origins and Development(New York: Syracuse University Press, 2006) p. 122; Dêrsimî, 2001, p. 290; Kendal, 1993, p. 49.

[11] McDowall, 1997, p. 140.

[12] Kirişci and Winrow, 1997, p. 70.

[13] Vanly, 2005, p. 158-9.

[14] Harris, 1990, p. 119; Bozarslan, Hamit., “Some Remark on Kurdish Historiographical Discourse in Turkey 1919-1980”. In: Vali, A. ed. Essays on the Origins of Kurdish Nationalism (Costa Mesa: Mazda, 2003) p. 29; van Bruinessen, Martin, Agha, Shaik and State: The Social and Political Structures of Kurdistan (London: Zed Books, 1992) p. 292.

[15] DeFronzo, James. Revolutions and Revolutionary Movements (Oxford: Westview, 1996) p.43-44-47.

[16] Abrahamian, Ervand. Iran Between Two Revolutions (Princeton: Princeton University Press, 1982) p. 119.

[17] Minh, Ho Chi. On Revolution: Selected Writings, 1920-66, Fall, B.B. edition (New York: Praeger, 1967) p. 44.

[18] Minh, 1967, p. 46.

[19] Abrahamian, 1982, p. 130-32.

[20] Minh, 1967, p. 46.

[21] McDowall, 1997, p. 205.

[22] Jwaideh, 2006, p. 123.

[23] Laizer, Sheri. Martyrs, Traitors and Patriots; Kurdistan after the Gulf War (London: Zed Books, 1996) p. 83.

FUENTE: Kardo Bokani / Kurdish Question / Traducido por Rojava Azadi