Este lunes, en Astaná, capital de Kazajistán, se lleva a cabo una nueva reunión para intentar encontrar una solución política y negociada al conflicto interno en Siria. A diferencia de los anteriores encuentros, como los realizados en Ginebra, éste es auspiciado por Rusia, Irán y Turquía, con el aval del gobierno del presidente Bashar Al Assad. Al mismo tiempo, la reunión deja de lado a Estados Unidos y a sus aliados monárquicos del Golfo Pérsico, aunque la administración del mandatario turco Recep Tayyip Erdogan presiona para que Washington sea incluido.
El esperado encuentro en Astaná sí tiene similitudes con los anteriores con respecto a la ausencia de los pueblos del norte de Siria, especialmente los kurdos. Aunque el norte sirio es controlado por las Unidades de Protección del Pueblo (YPG/YPJ), que han demostrado una feroz resistencia contra los grupos terroristas -como en el caso de la liberación de la ciudad de Kobane en poder del Estado Islámico-, nuevamente esa fuerza y quienes conformar la Federación del Norte de Siria fueron excluidos.
¿Cuáles son las razones para esta situación?
Desde que se inició la crisis en Siria, el gobierno de Erdogan fue el principal impulsor para derrocar al presidente Al Assad. En paralelo, el Estado turco rechazó el levantamiento popular del pueblo kurdo, que tomó el control total del norte de Siria, luego que el Ejército Árabe Sirio se retirara. Para el gobierno de Turquía, tanto las YPG/YPJ como el Partido de la Unión Democrática (PYD) son organizaciones “terroristas”, equiparables al Estado Islámico, pese al fuerte respaldo popular que tienen.
El pueblo kurdo del norte de Siria, que ronda los dos millones de habitantes, desechó la opción de sumarse a los grupos armados irregulares que se expandieron por el país generando caos y muerte. Al contrario, se levantaron demandando que se cumplan sus derechos básicos, tanto políticos como culturales. Desde que el norte sirio fue liberado, se inició la construcción de una nueva estructura administrativa, alejada del Estado-nación impulsado hasta el momento. Asambleas populares, feminismo, respeto a los derechos religiosos y étnicos, una economía basada en el cooperativismo, y una amplitud democrática que busca convertirse en anticapitalista, son las líneas básicas de este proceso todavía en marcha. Por supuesto, para Turquía esto es inadmisible. La frontera de casi 900 kilómetros entre Siria y Turquía es territorio kurdo, y el gobierno de Erdogan tuvo siempre en claro que las aspiraciones de los kurdos y las kurdas que abrazan el Confederalismo Democrático, ideología del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), no puede seguir desarrollándose. El ejemplo más claro es en el propio territorio turco: desde hace casi dos años, el gobierno desató una feroz represión contra el pueblo kurdo, llegando a arrestar a 11 diputados y diputadas del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), la tercera fuerza política del país.
Aunque ahora el gobierno turco esté presionado (principalmente por Rusia) para detener su injerencia en Siria y cortar su apoyo logístico a los grupos terrorista, Ankara mantiene su postura inamovible de represión al pueblo kurdo. Desde que Turquía ingresó con su Ejército a territorio sirio, sus principales blancos son los pueblos y aldeas kurdas. Desde las YPG/YPJ han denunciado los bombardeos y asesinatos de civiles, pero hasta ahora nadie se hizo eco de estos hechos. Tanto para Rusia e Irán lo fundamental es estabilizar al gobierno sirio y, por lo que parece, por ahora el pueblo kurdo ha quedado de lado.
Un toque de alerta sobre la reunión en Kazajistán fue dado por Saleh Hamawi, un opositor sirio vinculado a los grupos terroristas, quien aseguró a la cadena Al Mayadeen que “Turquía quiere participar en la conferencia de Astana sólo para dar la impresión de que respeta sus compromisos con Rusia”.
Hamawi aseguró que el objetivo real de Ankara es detener el avance del Ejército sirio y llevar a cabo una reestructuración militar de los grupos armados irregulares. Al mismo tiempo, según el representante opositor, Turquía intenta generar contradicciones entre Moscú y Teherán.
A su vez, quienes sí participarán en Astaná son los miembros del Consejo Nacional Kurdo (CNK), en representación del gobierno del Kurdistán Autónomo de Irak, dirigido por el polémico Masud Barzani, quien mantiene una estrecha relación con Erdogan, Estados Unidos e Israel. La administración de Barzani es una aliado pleno de Turquía en la lucha contra las YPG/YPJ, razón por la cual mantiene bloqueada las fronteras con territorio sirio.
El proceso social y político en el norte de Siria es incómodo. Poco conocido, pero incipiente, las YPG/YPJ, el PYD y el máximo órgano de gobierno de la región (el TEV-DEM), dejaron en claro que la ausencia de los pueblos kurdo y de otras nacionalidades del norte de Siria va a llevar el encuentro al fracaso. La resistencia demostrada contra los grupos terroristas y, al mismo tiempo, la construcción de una sociedad inclusiva, democrática y con aspiraciones liberadoras, son ejemplos que no se pueden soslayar para alcanzar una solución a la crisis en Siria. Y como han dejado en claro los kurdos de Siria, esa solución debe llegar respetando la unidad territorial del país, pero con reformas profundas en el actual sistema de Estado-nación.
Hasta ahora, el gobierno sirio aclaró que la cuestión kurda será tratada luego de que se logre la derrota total de los grupos terroristas. Desde las organizaciones kurdas han declarado su disposición al diálogo, pese a la desconfianza y temores que acarrean hace muchas décadas.
Sin duda, la ausencia de los kurdos en Astaná repercutirá tarde o temprano, en el futuro de Siria.
FUENTE: Leandro Albani/Kurdistán América Latina