Por Uraz Aydin
El sábado 10 de diciembre tuvo lugar en Estambul el 33º atentado con bomba en un año y medio… En total, 446 muertos, de ellos 363 civiles…
Realizados tanto por el Estado Islámico (EI) como por el TAK prokurdo (como el del pasado sábado), estos atentados que nosotros denunciamos son claramente una consecuencia de la política de guerra llevada a cabo por el AKP, tanto en el interior del país como en el exterior (Siria). No tienen otros efectos que consolidar los dispositivos de seguridad y servir de coartada a Erdogan para aumentar su represión.
Desprovisto de apoyo popular e internacional y con fuerzas extremadamente limitadas, la tentativa de golpe de Estado del 15 de julio pasado fue derrotada en unas horas. Sin embargo, fue la ocasión para que el presidente de la República, Erdogan, llevara a cabo su propio golpe de Estado civil mediante la implantación del estado de excepción, desencadenara una ola de represión sin precedentes contra todas las fuerzas de oposición, y consolidara su régimen dictatorial. En este marco de excepción, que probablemente será prolongado tantas veces como el régimen considere necesario, Erdogan puede dirigir el país a su guisa a través de decretos arbitrarios.
La represión tuvo como primer objetivo a los adeptos de la hermandad de Fethullah Gülen, sospechoso de haber orquestado la tentativa de golpe. Si bien la hermandad aparece efectivamente implicada en el golpe de Estado, probablemente otras fuerzas en el seno del ejército tomaron parte en la conspiración para finalmente abandonar a los gulenistas en el último momento en condiciones que por el momento no están claras pero en las que las negociaciones con Erdogan parecen haber sido decisivas.
¿A quién beneficia la represión?
Sin embargo, las purgas, los arrestos y los cierres de medios, empresas y asociaciones se han extendido rápidamente al movimiento kurdo y a la izquierda radical.
Han sido detenidas 50 000 personas y 35 000 encarceladas. El número total de personas excluidas de la función pública se eleva a 70 000 y a 93 000las que han sido suspendidas. Entre las miles de instituciones, fundaciones y establecimientos cerrados, un millar son establecimientos escolares y 35 son centros médicos y hospitales. También han sido clausuradas 15 universidades privadas y 19 sindicatos. Todos sus capitales, recursos financieros y bienes inmobiliarios han sido confiscados. La represión también ha golpeado con dureza a los meda. Más de un centenar de medios de comunicación han sido prohibidos. Cadenas de televisión cercanas a la causa kurda y a la extrema izquierda forman parte de ellos. El número de periodistas encarcelados supera los 140.
Mientras que el HDP de izquierdas y prokurdo fue excluido de entrada de la “unión nacional” post-golpe y el CHP republicano/centro izquierda se encontró rápidamente fuera de del la misma al criticar los métodos represivos utilizados por el gobierno, el MHP de extrema derecha ocupa en ella un espacio importante…. Al coincidir la tentativa de golpe de Estado con la crisis interna del MHP, su líder aprovechó la ocasión para someterse a Erdogan y denunciar a la oposición interna, acusándola de ser teledirigida por Gülen y haciendo expulsar a sus rivales. Hoy, el apoyo del MHP, que a cambio obtiene la promesa del restablecer de la pena de muerte, parece bastar para que el Parlamento apruebe la propuesta de referéndum para instaurar un régimen presidencial confeccionado a la medida de Erdogan, que quiere borrar la poca separación de poderes que sigue existiendo.
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¿Hacia la crisis económica y social?
Por Masis Kürkçügil
El AKP planteó situar a Turquía entre las diez mayores potencias económicas del mundo y reforzó su base social con la promesa de un crecimiento económico continuo. Sin embargo, de cara al próximo periodo se perfila una nueva crisis.
Tanto la coyuntura nacional como la internacional favoreció al AKP que cumplió su promesa: la tasa media de crecimiento del PIB para el período de 2003 a 2007 fue de alrededor del 7 %. Tras dos años de crisis en los que el PIB no superó el 1 % (2008) e incluso retrocedió en torno al 5 % (2009), los años 2010 y 2011 conociero una recuperación económica durante: la tasa de crecimiento fue del 9,2 % en 2010 y del 8,8 % en 2011. Sin embargo, el crecimiento ha comenzado a bajar y se ha estabilizado entre el 2 y el 4 % desde 2012.
Un capitalismo clientelista
El modo de acumulación de capitalismo clientelar que eligió el AKP y que consolidó tras sus primeros años en el poder, está basado en el consumo interno y en el sector de la construcción y de las grandes obras públicas. Este modelo depende de un aportación anual de capital de alrededor de 40 mil millones de dólares. Además de los capitales extranjeros, el dinero -cuya fuente no es identificable (muy probablemente provenientes de las cuentas bancarias de los patronos turcos en el extranjero y de los Estados árabes del Golfo)- proporcionaba al AKP la capacidad para distribuir contratos lucrativos a sus partidarios en el ámbito de los negocios.
Sin embargo, estos recursos sirven fundamentalmente para sostener la demanda interna, la financiación de préstamos para el consumo y para sectores como el de la construcción que no genran ninguna ganancia de divisas. El ahorro interno también ha retrocedido del 22 al 15 % de la renta nacional. El comercio exterior es deficitario. En consecuencia, el déficit exterior de Turquía se ha convertido en un problema crónico. El stock de la deuda externa (de la cual el 40 % es a corto plazo) ha alcanzado cerca del 60 % del PIB.
Dependencia respecto a los capitales exteriores
La dependencia respecto al capital extranjero fragiliza la economía turca. Una gran parte de ese capital es especulativo. En los últimos meses, la inminencia de la decisión de la Reserva Federal americana de subir sus tasas de interés y los riesgos políticos y geopolíticos crecientes, han inducido a los inversores a salir del país a un ritmo acelerado. Y ha comenzado la caída libre de la libra turca.
La subida de los tipos del Banco Central turco (para limitar la salida de capitales) empujará a la economía a contraerse. Inevitablemente, un dólar más caro provocará la inflación de los costes por el aumento de los precios de los bienes importados (materias primas, bienes intermediarios), lo que llevará al Banco Central turco a nuevas subidas de intereses.
¡Boom del paro!
El paro en sentido amplio ha aumentado un 10 % en agosto de 2016 en relación al período precedente. La proporción de jóvenes y de mujeres en el paro es superior a la media. Son los peores resultados de los diez últimos años. Durante el último año, medio millón más de personas están en el paro.
Oficialmente en Turquía hay18 millones de personas asalariadas; de ellas solo 3 millones en el sector público y solo el 10 % están sindicadas en el sector privado. Solo un tercio de quienes pertenecen a los sindicatos tienen derecho a la negociación colectiva. La mayoría aplastante de los sindicados pertenecen a confederaciones sindicales de derechas o controladas por el gobierno.
En un momento en que el paro y la inflación aumentan, las dificultades económicas van a influir negativamente en la capacidad del AKP para proseguir su programa de asistencia social (del que se benefician alrededor de 10 millones de personas) que es el pilar de su legitimidad.
Así pues, están presentes todos los elementos para el estallido de una crisis económica y social. Sin embargo, Erdogan lo ve como el producto de un complot internacional contra él…
Fuente original en castellano: Viento Sur
Fuente original en francés: Europa Solidare Sans Frontières
Fecha de publicación original: 17 de diciembre del 2016
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR