En febrero de 2016, la embajada de Estados Unidos en Bagdad emitió un escalofriante mensaje a los ciudadanos iraquíes: prepárense para un posible colapso de la presa de Mosul, situada a unos 57 kilómetros al norte de la ciudad del mismo nombre.
En una hoja informativa adjunta se afirmaba que la presa (la mayor del país) “se enfrenta a un riesgo grave y sin precedentes de rotura catastrófica sin previo aviso”, lo que provocaría un “maremoto en tierra” que se precipitaría 280 kilómetros al sur a lo largo del río Tigris hasta la ciudad de Samarra, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Aproximadamente entre 500.000 y 1,47 millones de personas morirían en la inundación a menos que evacuaran a tiempo la zona inundada.
En los años siguientes a esa advertencia, el gobierno italiano ayudó a reparar la presa de Mosul y sigue prestando asistencia al gobierno iraquí para mantener la estructura y proteger a los millones de personas que viven aguas abajo, pero muchos sostienen que sigue existiendo una amenaza importante.
Mientras que el potencial de un desastre humanitario masivo es muy claro, la rotura de la presa de Mosul también acabaría con miles de sitios arqueológicos y culturales a lo largo del río Tigris, incluyendo muchos que ya han sido dañados o destruidos por el Estado Islámico (comúnmente conocido como ISIS).
La presa más peligrosa del mundo
La integridad estructural de la presa de Mosul (antigua presa de Sadam) ha sido motivo de preocupación desde que entró en funcionamiento hace 35 años. La presa hidroeléctrica está construida sobre unos cimientos “muy pobres” de minerales solubles en agua que requieren una inyección continua de lechada para sostener la estructura de 4,5 kilómetros de longitud y 115 metros de altura, que retiene hasta 11 kilómetros cúbicos de agua.
En 2006, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos la calificó como“la presa más peligrosa del mundo” y predijo que un fallo estructural podría inundar Mosul con más de 21 metros de agua en tres o cuatro horas.
Los yacimientos asirios de Nimrud, Nínive y Khorsabad, en su día capitales de uno de los primeros imperios auténticos del mundo en el primer milenio a.C., están en la trayectoria proyectada de un diluvio resultante del fallo de una presa. Todos estos lugares, así como el Museo de Mosul e innumerables lugares religiosos, fueron objeto de daños y destrucción por parte de ISIS tras la toma de la ciudad en 2014.
Pero mientras que el daño causado por ISIS en los sitios culturales de Irak y Siria ha sido un foco de preocupación mundial, los investigadores están luchando para calcular la destrucción que resultaría de un fallo en la presa de Mosul.
Michael Danti, profesor de Arqueología de la Universidad de Boston (Estados Unidos) y codirector de la Iniciativa por el Patrimonio Sirio de las Escuelas Americanas de Investigación Oriental, que está documentando la destrucción deliberada del patrimonio cultural en Irak y Siria, afirma: “Me resulta difícil hacer otras estimaciones que no sean las de los miles de yacimientos arqueológicos y sitios patrimoniales que desaparecerían”. “Sería una pérdida sin precedentes”, agregó.
JasonUr, profesor de antropología de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), observa que centrarse en las grandes ciudades asirias significa que muchos otros grandes yacimientos a lo largo del río Tigris aún no se han investigado adecuadamente. “No sabemos exactamente lo que perderíamos”, afirma.
Además, señala que los arqueólogos de la región suelen basarse en los artefactos de superficie para determinar aproximadamente la antigüedad y el tamaño de un yacimiento sin necesidad de excavar. Una enorme inundación que arrasara el paisaje desordenaría el registro de superficie: “Nos arrebataría una de nuestras mejores herramientas de investigación. Eso dificultaría enormemente el trabajo en el futuro”.
Peor aún, dice, sería un depósito masivo de limo en toda la cuenca del río Tigris. “Entonces ni siquiera tendríamos acceso a ese amasijo superficial”, estimó.
Forjando identidades futuras
Aunque muchos investigadores se sienten incómodos al hablar de los posibles daños al patrimonio cuando también están en peligro millones de vidas, subrayan la importancia que tendrá el conocimiento histórico en la formación de las futuras generaciones de iraquíes.
“Los kurdos se preguntan cómo fue su pasado, y los suníes y chiíes hacen lo mismo”, afirma Ur. “La gente forma su identidad nacional basándose en lo que hubo antes que ellos, así que la arqueología va a formar parte de eso”.
Para Danti, que rastrea la destrucción de yacimientos culturales por parte del Estado Islámico, no pasa desapercibida la triste ironía de la posible pérdida de patrimonio iraquí a una escala mucho mayor.
“No es muy frecuente que piense en términos de cosas peores que lo que [el Estado Islámico] ha hecho”, dice. “Han destruido cientos de yacimientos. Pero esto se lo llevaría todo”.
FUENTE: Kristin Romey / National Geographic
Be the first to comment