El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se dispone a gobernar el país un cuarto de siglo. El presidente del Consejo Supremo Electoral (YSK), Ahmet Yener, ha confirmado la victoria de Erdoğan con más del 52% de los votos, frente a su rival, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, que se ha quedado en torno al 48%.
El líder turco apareció montado en un autobús en Estambul y dio las gracias a los turcos por haberle mantenido en el poder. “Para los próximos cinco años, nos ha sido entregada a nosotros la responsabilidad de dirigir el país”, afirmó ante sus seguidores en la ciudad de la que fue alcalde, tras entonar con ellos una canción.
Erdogan insistió en que el resultado –también el de las elecciones parlamentarias que se celebraron junto a la primera vuelta de las presidenciales el pasado 14 de mayo, en las que su Partido Justicia y Desarrollo (AKP) fue el más votado– es un fracaso para el CHP, la formación de Kiliçdaroglu.
Recordó que la siguiente cita con las urnas será en 2024, cuando se celebrarán elecciones municipales en Turquía. “¿Estáis preparados para ganar Estambul en 2024? No paréis, debemos seguir trabajando”, exhortó a sus seguidores en una especie de mitin electoral, en la ciudad más liberal del país y donde más ha habido muestras de descontento a su liderazgo conservador y autoritario.
El presidente turco había repartido dinero a sus simpatizantes en el colegio electoral donde depositó su voto a primera hora, mientras les estrechaba la mano. En un gesto simbólico, Erdogan les entregó billetes por valor de 200 liras turcas (9,3 euros), que debido a su mala gestión económica valen ahora mucho menos que cuando se celebraron los comicios anteriores: una lira ha pasado de 0,25 dólares a 0,05 dólares en estos años. La economía será sin duda uno de los grandes retos del presidente electo, pero no parece que la crisis le haya pasado factura.
Sí parece que su retórica conservadora ha seguido atrayendo a su base y a otros electores. En su primer discurso en Estambul, Erdogan hizo que sus partidarios abuchearan a Kılıçdaroğlu y a la comunidad LGBTI+. “Quiero dar las gracias a todos y cada uno de los miembros de nuestra nación, que una vez más nos confiaron la responsabilidad de gobernar el país durante los próximos cinco años. Este bendito camino no quedará inconcluso. Bye Bye Kemal (Kılıçdaroğlu). Supongo que el CHP le hará responsable. Los ganadores tanto de las elecciones del 14 de mayo como de las del 28 de mayo son todos nuestros 85 millones de ciudadanos. Dijimos ‘ganaremos tanto que nadie perderá’. Así que hoy sólo Turquía es la ganadora”, dijo. Erdogan volvió a “acusar” a los partidos de la oposición, incluidos el CHP y el HDP de ser “pro-LGBT” y dijo que “los LGBT no pueden colarse en el AKP”, su partido de corte islamista.
Anoche, empezaron a llegar las primeras felicitaciones por la reelección, por parte de aliados y detractores. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, se apresuró a felicitar a Erdogan antes incluso de que hubiera resultados oficiales: “Felicidades al presidente Erdoğan por su incuestionable victoria electoral”.
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y el comisario de Ampliación, Olivér Várhelyi, han difundido un comunicado en el que felicitan a Erdogan por su reelección: “La UE tiene un interés estratégico en continuar una relación cooperativa y mutuamente beneficiosa con Turquía y todo su pueblo, así como en un entorno estable y seguro en el Mediterráneo Oriental. La UE está dispuesta a comprometerse con Turquía para avanzar hacia una relación constructiva para nuestra prosperidad y estabilidad compartidas sobre la base de los compromisos con los derechos humanos, el Estado de Derecho, el Derecho internacional y la estabilidad regional, en beneficio de todos nuestros ciudadanos”.
El presidente francés, Emmanuel Macron, también le felicitó y dijo en Twitter que “Francia y Turquía tienen inmensos desafíos para afrontar juntos (…) Con el presidente Erdogan, que felicito por su reelección, seguiremos avanzando”. Desde Italia, la primera ministra Giorgia Meloni envió sus felicitaciones y aprovechó para hacer hincapié en las rutas migratorias a través del mar Mediterráneo. “Italia y Turquía son aliados y comparten importantes responsabilidades en el Mediterráneo y en el mundo”, afirmó en una nota.
Erdogan ha mantenido una línea dura con los migrantes y ha empleado esta carta en numerosas ocasiones con los países europeos, y también durante la campaña electoral, en la que los sirios residentes en Turquía han sido una importante baza para ambos candidatos -los dos a favor de que los refugiados regresen a su país.
El voto ultranacionalista
Kılıçdaroğlu, en un intento de arañar los votos del ultranacionalista Sinan Ogan –que en la primera vuelta quedó tercero con un 5%– ha endurecido su discurso sobre los migrantes y refugiados. “No abandonaremos esta patria a la mentalidad que nos han traído 10 millones de refugiados ilegales”, afirmó durante la campaña de cara a la segunda vuelta. “La frontera es nuestro honor. Con este flujo de refugiados no podemos proteger nuestro honor. Esta riada de gente irregular se infiltra en nuestras venas a diario y amenaza nuestra supervivencia”.
El candidato socialdemócrata ha forzado una segunda vuelta por primera vez desde que se instauró la elección del jefe de Estado por sufragio directo en 2014, y el apoyo logrado por la oposición este domingo es el mayor obtenido desde que gobierna Erdogan. Además, ha conseguido unir a un importante sector del nacionalismo turco, por un lado, con la izquierda y al nacionalismo kurdo, por el otro, a pesar de sus posiciones opuestas.
Sin embargo, Ogan se decantó públicamente por Erdogan, con el argumento de la estabilidad y gobernabilidad, ya que el AKP tendrá mayoría absoluta y controlará, junto a formaciones aliadas, 321 escaños de los 600 del Parlamento que salió elegido en las legislativas del 14 de mayo.
Ese mismo día se celebró la primera vuelta de las presidenciales, en la que ninguno de los candidatos consiguió la mayoría necesaria para evitar una segunda vuelta: Erdogan rozó la mayoría absoluta al obtener el 49,5% de los votos, frente al 44,9% de Kiliçdaroglu, con una participación en las urnas del 89% en el territorio turco, y del 86% si entran en el cálculo también los más de tres millones de ciudadanos residentes en el extranjero.
Un cuarto de siglo
El presidente ha ganado todas las elecciones a las que se ha presentado desde 2002 y seguirá siendo mandatario otros cinco años más, pudiendo alcanzar el cuarto de siglo como máximo dirigente del país. Su rival Kiliçdaroglu lleva 13 años al frente de la formación kemalista CHP, tiempo suficiente para perder cinco elecciones generales y dos presidenciales contra el todopoderoso “sultán”.
Estas elecciones estaban consideradas por muchos analistas como las más importantes de Turquía desde 1950, porque representaban la oportunidad de revertir el autoritarismo del régimen personalista de Erdogan o, por el contrario, dar la luz verde para que siga por ese camino. Su visión de Turquía, heredera del Imperio Otomano, como una gran potencia islámica a nivel regional, con industria de armamento propio e indispensable en el tablero internacional -por ejemplo, en la guerra de Ucrania-, ha seguido atrayendo a parte del electorado.
Aún así, el resultado electoral refleja una vez más la división de la sociedad turca, polarizada en los pasados años por un discurso nacionalista e islamista cada vez más agresivo de Erdogan, que ha llevado a cabo purgas en la judicatura y el Ejército, y ha perseguido a periodistas y todos los críticos.
Condiciones poco igualitarias y justas
La censura también jugó su papel durante la carrera electoral, según denuncia la misión de observación de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), porque Erdogan y los suyos controlan los medios y buena parte de las instituciones. “El actual presidente y los partidos gobernantes han tenido una ventaja injustificada”, señaló la organización después de la primera vuelta.
“La democracia turca está demostrando ser asombrosamente resistente. Estas elecciones han tenido una alta participación y han ofrecido una posibilidad real de elección. Sin embargo, Turquía no cumple los principios básicos para celebrar unas elecciones democráticas”, dijo Frank Schwabe, jefe de la delegación de observación del Consejo de Europa. “Figuras políticas y sociales clave están en prisión incluso después de sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la libertad de los medios de comunicación está gravemente restringida y existe un clima de autocensura. Turquía está muy lejos de crear unas condiciones justas para la campaña electoral”.
Una muestra del clima tenso vivido durante estas elecciones fue el incidente protagonizado por diez diputados españoles, entre los que estaban Jon Iñarritu (EH Bildu), Ismael Cortés (Podemos) e Isa Chacón (CUP), que acudieron a Turquía con una delegación internacional de observación/acompañamiento organizada por el partido pro-kurdo HDP. Los españoles fueron retenidos durante horas por la policía en la ciudad de Siirt, hasta ser trasladados al aeropuerto de la localidad para viajar a Estambul y, desde allí, abandonar el país, tal y como les indicaron que hicieran las autoridades turcas.
El HDP organiza a menudo este tipo de delegaciones internacionales para denunciar su situación y la represión del gobierno de Erdogan, que considera a los kurdos una amenaza para su hegemonía. Durante su mandato, el presidente se ha embarcado en una de las aventuras bélicas más cuestionadas de la historia reciente de Turquía, con la intervención en el norte de Siria y la ocupación de facto de parte de los territorios de población kurdo-siria. Ahora, ha prometido restablecer las relaciones con el presidente sirio, Bashar Al Assad, después de haber apoyado a la oposición turca en los pasados años, sobre todo a los grupos islamistas.
FUENTE: Javier Biosca Azcoiti – Francesca Cicardi / eldiario.es
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