La discriminación hizo que el terremoto entre Turquía y Siria fuera más mortal

A las 4 de la madrugada del 6 de febrero, un terremoto de magnitud 7,8 sacudió el sur de Turquía y el norte de Siria, matando instantáneamente a cientos y atrapando a miles más bajo montones de escombros. El número de muertos ha aumentado en miles cada día, con cifras actuales de más de 30.000 muertos y 80.000 heridos en ambos países.

Hay muchas razones por las que el terremoto fue tan devastador, incluyendo la construcción defectuosa y las tormentas que trajeron fuertes lluvias y nieve antes del desastre. Sin embargo, los informes tanto de Siria como de Turquía sugieren que otro factor ha contribuido a la pérdida masiva de vidas: la discriminación contra los kurdos.

Muchos en Turquía creen que la falta de preparación del gobierno turco es la culpable del alcance de la tragedia. Un terremoto de magnitud 6,8, ​​que mató a decenas en la provincia turca de Elazig, de mayoría kurda, en enero de 2020, podría haber servido como advertencia. Los sobrevivientes de este terremoto se preguntaron por qué los más de 10 mil millones de dólares en impuestos recaudados después del terremoto mortal de 1999 no se gastaron en edificios a prueba de terremotos en regiones vulnerables. El Partido Democrático de los Pueblos (HDP) también declaró, en ese momento, que el Ministerio del Interior turco había bloqueado la entrega de ayuda a Elazig.

Hoy, millones de sobrevivientes se sienten abandonados. “Los equipos de rescate son insuficientes. Los residentes intentan rescatar a sus familiares por su cuenta, pero la policía turca no lo permite”, dijo Ismet Konak, un periodista local del sur de Turquía, al Kurdish Peace Institute.

“No vemos ningún trabajador de emergencia, y tememos que las personas debajo de los escombros hayan muerto congeladas. La policía turca también se está reuniendo alrededor de los escombros e impide que trabajen los rescatistas”, dijo Konak.

Mientras decenas de miles permanecían atrapados bajo edificios derrumbados, el gobierno turco se centró en atacar a los críticos.

“Tenemos la intención de seguir de cerca a aquellos que pretenden enfrentar a nuestra gente con noticias falsas y distorsiones. Hoy no es el día para discutir con ellos. Cuando llegue el momento, revisaremos nuestras notas. Nuestros fiscales identificarán a aquellos que intentan causar el caos social con métodos inhumanos y tomarán las medidas necesarias rápidamente”, dijo el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

Solo un día después del terremoto, el director de Comunicaciones Presidenciales de Turquía, Fahrettin Altun, anunció el lanzamiento de la aplicación para teléfonos inteligentes “Servicio de informes de desinformación”. Hasta el momento, más de 300 usuarios de las redes sociales han sido investigados por las llamadas publicaciones “provocativas” que critican la respuesta del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) al terremoto, con 37 personas detenidas y 10 arrestadas.

Según los rastreadores de bloqueo de Internet, Turquía ha restringido el acceso de sus ciudadanos a Twitter, a pesar de que las redes sociales son una herramienta vital para los esfuerzos de rescate y la entrega de ayuda. Coincidentemente, dentro de Turquía, las redes sociales también son uno de los últimos canales que quedan para criticar al gobierno y las políticas estatales.

“Nuestros compañeros en la escena buscan hacer reportajes. Sin embargo, la policía los obstaculiza”, dijo Konak, y agregó que el reportero de la Agencia de Mesopotamya, Mehmet Guleş, fue detenido por informar.

“Como resultado, los residentes de Amed intentan realizar operaciones de búsqueda y rescate con el apoyo del HDP. Perdieron la esperanza en los funcionarios turcos”, declaró Konak.

En la Siria controlada por Turquía, la censura de los medios y las tácticas políticas son casi idénticas.

En Afrin, que ha estado ocupada por las fuerzas turcas desde 2018, se ha impedido que los periodistas cubran el terremoto y sus consecuencias.

La División Sultan Murad, que forma parte del Ejército Nacional Sirio (ENS) respaldado por Turquía, prohibió a los periodistas acceder a la presa del lago Maydanki, en el distrito Sharran, de Afrin. Mientras que el consejo local respaldado por Turquía afirmó que “los resultados iniciales de los controles de seguridad mostraron que las paredes de la presa no tienen fugas y la puerta de la presa no tiene grietas”, algunos activistas lograron publicar fotos que mostraban enormes grietas en la estructura de la presa.

La situación en Siria se ha visto agravada por la guerra de 12 años del país, que ha destruido casi toda su infraestructura, especialmente en el noroeste.

El bombardeo casi diario de áreas del norte de Alepo, pobladas en gran parte por refugiados kurdos, no cesó durante el desastre humanitario. El 7 de febrero, las fuerzas turcas bombardearon la zona de Tel Rifaat con proyectiles de artillería, causando daños materiales en viviendas civiles.

Roj Mousa, un periodista kurdo sirio de Afrin, afirmó que las comunidades desplazadas de Afrin han hecho todo lo posible para organizar la ayuda para la gente de Jinderis. “Estamos tratando de comprar comida, agua, mantas y tiendas de campaña y enviárselas”, dijo al Kurdish Peace Institute.

“El principal problema ahora es que, después de una semana, cuando se quiten todos los escombros, deben reconstruir. Ahora en Jinderis, la segunda ciudad más grande de la región de Afrin, el 90% de las personas duermen al aire libre”, agregó.

La ayuda tardó en llegar a Afrin. Según Mousa, dos días después del terremoto, la ayuda internacional aún no había llegado a la región, salvo por un pequeño equipo de trabajadores egipcios de búsqueda y rescate. Se cavó una fosa común para las víctimas del terremoto en Jinderis para acomodar los casi 1.000 cuerpos extraídos de debajo de los escombros.

Las autoridades turcas y respaldadas por Turquía han saqueado gran parte de la ayuda que ha llegado. Según el periodista kurdo sirio Massoud Akko, la caravana de primeros auxilios a la que se permitió entrar en Jinderis, de la Fundación Benéfica Barzani de la Región del Kurdistán de Irak (RKI), tardó tres días en viajar 700 kilómetros debido a los retrasos burocráticos.

“Cuando este convoy pasó por Turquía de camino a Afrin, la Autoridad Turca de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD) confiscó la mitad de la ayuda para su uso en Turquía”, dijo Akko al Kurdish Peace Institute.

La poca asistencia que llegó a Afrin y Jinderis se ha distribuido injustamente.

“Para los kurdos que viven bajo el Ejército Nacional Sirio, su situación ya era mala antes. Fueron oprimidos, sus casas fueron destruidas y sus propiedades fueron robadas. Las facciones están robando la ayuda que está logrando llegar a la región”, explicó Akko.

“Cuando los kurdos pidieron una excavadora para cavar las tumbas de los kurdos que habían muerto, se les dijo que cavaran con las manos. Hasta ahora, están discriminando a nuestra gente”, dijo Akko.

La discriminación contra las áreas kurdas no solo ha afectado la distribución de ayuda a las víctimas. En Siria, también está afectando su provisión.

La Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES) se salvó de lo peor del terremoto. Ha ofrecido ayuda para asistir a los civiles en áreas bajo el régimen y el control turco. Sin embargo, ambas partes han rechazado la ayuda, según el periodista kurdo sirio Hosheng Hesen.

“Actualmente hay un convoy de 30 camiones cisterna de combustible y dos camiones de alimentos, ropa y otra ayuda en Manbij. La Administración Autónoma preparó esto para Afrin, Idlib y otras regiones. Sin embargo, no han accedido porque consideran a la Administración Autonómica un enemigo”, dijo Hesen.

Hesen agregó que desde el 8 de febrero, 100 camiones cisterna de combustible con destino a las áreas del régimen del enclave autónomo de Sheikh Maqsoud, en Alepo, también han estado esperando en Manbij. Sin embargo, el régimen se negó a aceptarlos, exigiendo que se le diera el control sobre la distribución del 50 al 70 por ciento de la ayuda.

El viernes, se permitió que un convoy de Médicos Sin Fronteras (MSF) pasara por el cruce de Umm Jloud desde Manbij hacia el noroeste de Siria.

Fuentes anónimas en el noroeste de Siria le dijeron a la agencia local North Press que los activistas tienen miedo de discutir su deseo de aceptar ayuda de la Administración Autónoma directamente, y uno afirma que el sector humanitario en el noroeste ha sido “infiltrado por personas afiliadas o leales a la seguridad” del régimen. Otros declararon que temían ser arrestados por la policía respaldada por Turquía si expresaban públicamente su deseo de recibir ayuda humanitaria del noreste de Siria.

En respuesta a un llamado de la Administración Autónoma para el paso de ayuda al noroeste de Siria, un miembro del Ejército Nacional Sirio declaró en un grupo de WhatsApp: “Si quieres ayuda (de ellos), ve y vive entre ellos”.

“Como periodista, kurdo y sirio, espero que todos puedan ayudar y que todos puedan recibir asistencia: turcos, árabes y kurdos. Porque esto es un gran desastre”, dijo Akko.

FUENTE: Lucas Chapman / Kurdish Peace Institute / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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