Amontonadas, atraviesan la puerta de un espacio convertido en teatro en la ciudad de Heseke. Vestidos largos, bordados y abrillantados, las cabezas cubiertas con pañuelos, hijab, kefiyas, y las sonrisas cargadas de adrenalina que generan los encuentros multitudinarios.
Árabes, asirias, armenias, kurdas, turcomanas, circasianas y caldeas con sus ropas antiguas típicas, que utilizan en ocasiones especiales. Van ingresando a la sala, toman un dulce en la puerta y dan sus nombres a las mujeres que están en una mesa a la derecha. Ellas los escriben en un pequeño cartel y se lo entregan, para que se los cuelguen en sus cuellos. Las mujeres son revisadas por las Asayis, las fuerzas de seguridad interior femenina del pueblo, que controlan la seguridad de Rojava. A muchas, luego de revisarlas, las saludan con un beso y un abrazo.
Así comienza la conferencia bianual de Kongra Star, en una mañana soleada de un sábado de octubre, donde mujeres de cada una de las aldeas y ciudades de la región de Haseke, el norte de Rojava, se reúnen para evaluar las actividades de los últimos años, su situación política y organizativa, criticar los errores y aciertos, y elegir a nuevas representantes para los próximos veinticuatro meses.
Antes de 2012, las mujeres kurdas que habitaban Rojava tenían negada su existencia e identidad, sujetas al mando de los hombres de sus familias. Ellas eran utilizadas como mercancía y tratadas como extranjeras por el Estado sirio. La idea de ocupar espacios públicos y tomar decisiones sobre sus propias vidas comenzó en secreto y clandestinidad, el 15 de enero de 2005, cuando conformaron una organización llamada Yekîtiya Star, que en kurdo se refiere Yekîtiya a “unión” y a Star “Ishtar”, la diosa de los pueblos de la Mesopotamia antigua. Ishtar representa la reivindicación de un pasado donde las raíces identitarias de las mujeres estaban asociadas al poder y a la sacralidad de la fuerza femenina.
Esta organización tenía como objetivo crear espacios que aborden los problemas de las mujeres y fomenten la autoorganización para solucionarlos. A pesar de las constantes prohibiciones y detenciones por parte del gobierno sirio, la organización no dejó de crecer desde su nacimiento.
“Ocupar las calles y construir una alternativa política propia”
La crisis política en Siria, luego de la primera década del siglo XXI, y la guerra civil, habilitaron las condiciones para que las mujeres ya organizadas tengan la oportunidad de ocupar las calles y construir una alternativa política propia. Kongra Star fue el segundo nombre de la organización post revolución, que comenzó no solo a organizar a mujeres kurdas sino también a crear leyes basadas en los derechos de la mujer.
Además amplifico la participación a mujeres de todas las etnias y de lugares cercanos a Rojava como Alepo y Damasco. Hasta el 2012, nadie había visto nunca a una mujer en este territorio hablar en público hasta que una lo hizo, luego otra y otra, hoy la utopía se volvió cotidianeidad.
Diplomacia, política, prensa, cultura, organización, economía, salud, educación, ciencia y seguridad. Esos fueron los espacios que comenzaron a teñirse con la mirada de la mujer, permitiendo profundas transformaciones acordes a la épica revolucionaria que se encontraba en pleno nacimiento.
La lucha contra la violencia hacia la mujer, el cupo de mujeres en distintos espacios de autogobierno, educaciones para evitar matrimonios forzados y precoces, la autodefensa de la mujer, y la demostración de combate y sacrificio en las fuerzas armadas fueron algunos de los temas de la agenda que demandaba un territorio, donde el patriarcado tiene particularidades muy diferentes a Occidente.
“Ahora es natural considerar a la mujer como responsable y reconocer su existencia. El hombre comprendió que no era el único que tomaba decisiones ni el único con autoridad para hablar. Este año se hizo hincapié en la educación de los hombres. Las mujeres también deben ser educadas y conscientes, pero una lucha unilateral no es una estrategia productiva. Los hombres reconocieron la necesidad del cambio, e incluso tuvimos amigos varones en la organización que educaron a su propio género sobre la lucha de las mujeres. Estos estudios son continuos”, así se expresa Rîhan Loqo, integrante de la coordinación del Kongra Star, en declaraciones para la agencia de noticias kurda ANF.
Dentro del teatro en Heseke, siete cámaras filman y toman fotos. Todas son manipuladas por mujeres de diferentes medios femeninos, como el canal Jin Tv, la televisión autónoma de las mujeres, donde quien conduce hasta quien hace las conexiones eléctricas son mujeres.
Un teatro habitado por la memoria
Sube al escenario llena de seguridad y elegancia, toma el micrófono y saluda en kurdo “al líder Reber Apo (Abdullah Öcalan), a las y los “sehid (mártires) que dieron la vida por la causa y sus familias, y a lxs compañerxs que siguen luchando en las montañas”. Ella es Rima Mahmud, una de las mujeres que está desde el principio en la organización y hoy tiene la tarea de representar a las mujeres congregadas en la ciudad.
Por detrás y por delante del escenario la imagen del líder kurdo Abdullah Öcalan acompaña a la de las mujeres caídas este año. Entre ellas está la foto de Nagihan Akarsel, una referente luchadora por los derechos de las mujeres en todo Kurdistán y una de las fundadoras de la revista Jineolojî, asesinada en la ciudad de Suleimaniya (en Bashur, Kurdistán iraquí) de ocho tiros hace más de un mes.
Por detrás un grupo de jóvenes adolescentes viste ropa no típica, pero la mayoría de ellas traen consigo una kefiya. Se llaman “Jinen ciwanen soresgeri” (mujeres jóvenes revolucionarias).
La mujer que prosigue habla en árabe durante media hora y luego alguien traduce al kurdo. Después, todas frenan para hacer un descanso. Por los altoparlantes suena música típica kurda y un grupo grande hace una ronda de baile. Otras, de pie en el lugar donde estaban sentadas, se toman una mano y levantan la otra en V. Llegan las galletas, los té.
Una de las primeras prácticas propuestas por Öcalan en los primeros años del movimiento y tomadas firmemente por las compañeras, fue la creación de espacios autónomos, donde las mujeres puedan encontrarse y tratar sus problemáticas sin la mirada del hombre. “Kustina zilam” (Matar al hombre dominante) fue un concepto que años después aglutinó una serie de propuestas para fomentar la liberación de las mujeres dentro del propio Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y en la sociedad kurda.
Ahora, una de las compañeras sugiere poner música árabe para bailar. Otra vez una ronda. Otra vez las mujeres se toman de las manos y ahora realizan un movimiento de hombros a destiempo de la música.
Un grupo grande de mujeres llegan juntas y riendo. No hay espacio para que pase el aire entre una y otra. Ingresan a la sala y todas las compañeras que estaban sentadas se levantan: traen un cartel con la imagen de Jina Amini, cada una trae un pañuelo blanco que cubre su cabeza. Son las “Dayiken Asitiye”, las Madres de los Sábados, como se nombran aquí; sus hijos fueron desaparecidos por el gobierno turco y sirio. Son las mismas madres que hace una década visitó Nora Cortiñas, integrante de las Madres de Plaza de Mayo -Línea Fundadora-, encuentro que quedó registrado en el film, de producción argentina, “Pañuelos para la Historia”.
La lucha que nunca acaba
No todo son logros. Las opresiones, los maltratos, las violaciones, los casamientos forzados y los femicidios que se erradicaron en muchas ciudades y aldeas, vuelven a aumentar en los territorios de Rojava que fueron ocupados por Turquía. Un ejemplo de esto es la ciudad de Afrin, ocupada ilegalmente desde 2018 por las fuerzas de Turquía. En varias oportunidades, Naciones Unidas confirmó los abusos sistemáticos, asesinatos, extorsión y torturas cometidos por grupos yihadistas desde que Ankara controla esa región de mayoría kurda.
En una de las últimas declaraciones de Kongra Star, se explicó que en las zonas ocupadas por Turquía en Rojava “el feminicidio es llevado a cabo sistemáticamente por las fuerzas de ocupación. Para quienes integran Kongra Star, las mujeres que luchan y se organizan en el Kurdistán sirio son un “ejemplo vivo para el mundo de que es posible eliminar la crisis sistemática que la modernidad capitalista está causando, así como el sexismo, el nacionalismo y el fanatismo, y establecer un nuevo sistema en el modelo de la nación democrática”.
En uno de los últimos comunicados emitido desde la organización Kongra Star expresan:
“Hoy en día, en Rojava y en el norte y el este de Siria, lugar que inspira a las mujeres de todo el mundo a través de la Revolución de las Mujeres, el feminicidio es llevado a cabo sistemáticamente por las fuerzas de ocupación. Se trata de un intento de acabar con la revolución de las mujeres. Sin embargo, declaramos que nosotras, como mujeres, reforzaremos decididamente nuestra resistencia contra la ocupación hasta que alcancemos nuestro objetivo”.
“Somos un ejemplo vivo para el mundo de que es posible eliminar la crisis sistemática que la modernidad capitalista está causando, así como el sexismo, el nacionalismo y el fanatismo, y establecer un nuevo sistema en el modelo de la nación democrática”.
FUENTE: Mauricio Centurión, desde Rojava / ARG Medios / Fotos: Mauricio Centurión
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