La lucha por la libertad del pueblo kurdo es un faro, un emblema y una especie de brújula para muchas luchas y movimientos en el mundo que quieren acabar con el colonialismo y movilizar las memorias colectivas, aseveró Bruno Baronnet, integrante del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de la Universidad Veracruzana (UV).
El académico e investigador participó en el conversatorio “Luchas y emancipaciones en el sur global de Kurdistan a Abya Yala”, junto con Alí Cicek, de la Academia de la Modernidad Democrática de Kurdistán, realizado en el Auditorio “Jesús Morales Fernández” de la Unidad de Humanidades.
El evento se llevó a cabo en el marco de la XV Semana de la Sociología, en colaboración con la Facultad de Antropología y el Cuerpo Académico (CA) Territorio, Comunidad, Aprendizaje y Acción Colectiva.
El Movimiento de Libertad Kurdo llama la atención por la transición que ha hecho de una guerra de guerrillas prolongada, pasando por una guerra terrible, hasta llegar a desarrollar formas autónomas de democracia radical.
“Transitan hacia una lucha contra el poder, contra los Estados nacionales –como los conocemos ahora– y plantean una emancipación del pueblo. Los kurdos y las kurdas están en todas las luchas contra las opresiones, en Kurdistán y en los lugares donde radican”, mencionó Baronnet.
La enseñanza de su lucha es mostrar que es posible la reapropiación de lo político desde abajo, a través de las experimentaciones políticas.
“Creo que aporta lo mismo que el zapatismo, una gran fuente de esperanza: es posible el otro mundo soñado, vemos que está en proceso de construcción sin que un Estado, una organización no gubernamental o una iglesia dicte o imponga lo que deben hacer. Es una riqueza tener a la diáspora kurda en Europa porque dinamiza las luchas por una sociedad más justa”.
Los kurdos y las kurdas hacen un llamado de atención y de interpelación para entablar otras formas de construir un mundo –aquí y ahora– a partir de las riquezas que tiene cada pueblo.
Una lucha que abarca un siglo
Desde hace 100 años el pueblo kurdo lucha por tener un Estado propio en Medio Oriente. Es considerado el cuarto grupo étnico más grande de esta región, al tener entre 25 y 35 millones de habitantes.
Alí Cicek es integrante de la Academia de la Modernidad Democrática, asociación que pertenece al Movimiento de Libertad Kurdo y tiene enlaces en toda Europa.
En su intervención hizo un breve recorrido histórico sobre el movimiento y los fines que persigue, el cual se presenta en Turquía, Irán, Irak y Siria.
El conflicto se suscitó hace 100 años cuando en la región conocida como Medio Oriente Próximo se da la intención de conformar un sólo Estado-nación, esta situación no fue consultada al pueblo kurdo. Además, al término de la Primera Guerra Mundial el territorio que ocupan se dividió creándose Turquía, Siria, Irak e Irán.
Desde entonces se lucha por su emancipación, creando un Estado al que denominan Kurdistán. Cuando hablan de éste, explicó, se refieren a una gran colonia internacional conformada por más de 40 millones de kurdos y cuatro países distintos.
“Se trató de una colonización que fue cultural, al prohibirse la identidad y la diversidad de lenguas, e insistirse en un idioma único. También fue física, porque los kurdos fueron perseguidos y han sufrido castigos”.
Durante 50 años, reiteró, se aplicó una política de asimilación cultural y de un idioma único. Ante la persecución, millones de kurdos han pedido asilo en países europeos, desde donde continúan la lucha, especialmente los jóvenes.
Explicó que su lucha se basa en los principios fundamentales de la democracia radical y de la ideología de la liberación de la mujer.
Se ha generado un espacio político donde otras organizaciones, partidos y movimientos encontraron un lugar para sumarse a la lucha. Mientras que los Estados han respondido con mayor opresión y han desaparecido más de 17 mil personas.
“Después de fallar en el intento pacífico de concretar una solución democrática, se llegó a la fase de la construcción de una democracia y del Movimiento de Libertad Kurdo”.
Este movimiento ha propiciado un florecimiento –con mucha fuerza– de la cultura kurda: se volvieron a practicar rituales y fiestas y usar sus lenguas, a esto se le llama “el despertar kurdo”.
FUENTE: Paola Cortés Pérez / Fotos: Omar Portilla Palacios / Universo
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