Semra Güzel se ha convertido en la siguiente de una larga lista de mujeres kurdas que han sido encarceladas por el Estado turco por su participación en la lucha política por la justicia y la igualdad. Leyla Zana fue la primera, a principios de la década de 1990, encarcelada después de hablar kurdo cuando prestó juramento parlamentario, con una diadema con los colores kurdos: verde, rojo y amarillo. Si bien el Parlamento Europeo le otorgó merecidamente el Premio Sájarov en 1995, las mujeres que siguieron sus pasos no reciben más que un silencio ensordecedor desde Europa.
Las mujeres kurdas que pasan mucho tiempo en las cárceles turcas como prisioneras políticas rara vez son acusadas de delitos reales y, en cambio, permanecen durante meses e incluso años en detención preventiva y, finalmente, son acusadas de cargos políticos como “hacer propaganda terrorista”. En ese sentido, Zana sirve como un excelente ejemplo. Hablaba su lengua materna en lo que se supone que es la asamblea del pueblo de Turquía. Otros parlamentarios estallaron de ira, incluso antes de que ella comenzara a prestar juramento, porque cuando inclinaba la cabeza para leer, su banda para el cabello se hizo visible; para aquellos que no saben turco y kurdo: prestó el juramento completo en turco, solo agregando una frase en kurdo sobre la hermandad de kurdos y turcos.
Edad temprana
En ese momento, solo había siete mujeres en el Parlamento turco. Zana fue la primera mujer kurda en convertirse en diputada en Turquía. Se había casado a una edad temprana, solo había ido a la escuela durante dos años y completó su educación como adulta. Seguramente estos antecedentes jugaron un papel en que le concedieran el Premio Sájarov, junto con su valentía y el hecho de que el Estado la encerrara aunque no haya cometido un delito. Cuando fue sentenciada, dijo: “No acepto ninguna de estas acusaciones, y si fueran ciertas me haría cargo de ellas, aunque me costara la vida. He defendido la democracia, los derechos humanos y la hermandad entre los pueblos y lo seguiré haciendo mientras viva”.
Actualmente, 101 mujeres integran el Parlamento turco. Semra Güzel es una de ellas. Le robaron su inmunidad parlamentaria a principios de este año después de que apareciera una foto de ella con un combatiente del PKK. La foto había sido tomada en 2014, mucho antes de convertirse en diputada y durante el proceso de paz entre el PKK y el Estado turco, cuando se toleraban las visitas de familiares y amigos de los combatientes en las montañas.
Güzel, nacida en 1984, es de una generación diferente a la de Leyla Zana, que nació en 1961. Era médica antes de ser elegida diputada por el HDP (Partido Democrático de los Pueblos). Se podría decir que cosechó el fruto de la política activista de Leyla Zana y de otras mujeres que nacieron en la década de 1960, y que han significado muchísimo para la liberación de las mujeres kurdas. Gültan Kışanak (1961), por ejemplo, periodista, ex copresidenta del HDP, ex diputada y co-alcaldesa de Diyarbakır, que está en la cárcel. O Leyla Güven (1964), también diputada privada de su inmunidad parlamentaria y encarcelada actualmente. O Aysel Tuğluk (1965), que lleva años encarcelada y fue diagnosticada con demencia el año pasado pero que se le niega la libertad.
La posición de las mujeres kurdas en la sociedad ha cambiado enormemente desde principios y mediados de la década de 1990. Esto se debe a estas mujeres activas (y no descartemos tampoco la aportación masculina), y a la ideología. En los primeros días de Zana como política, las mujeres aún no estaban al frente de la lucha, y la lucha aún no era feminista hasta la médula, como lo es ahora. Lo que dijo Zana cuando fue condenada suena aún más cierto hoy, y cualquiera de las mujeres que acabo de mencionar podría decir exactamente las mismas palabras ahora: “He defendido la democracia, los derechos humanos y la hermandad entre los pueblos y lo seguiré haciendo mientras viva”.
Estrangulamiento
En 1995, Leyla Zana no pudo recoger el Premio Sájarov porque Turquía la mantuvo tras las rejas. Finalmente lo recogió en Bruselas en 2004, después de su liberación. En ese momento, había optimismo en el Parlamento Europeo sobre el progreso hacia la democracia en Turquía. Este optimismo no se ha materializado de ninguna forma. Sin embargo, en los años transcurridos desde entonces, Europa se ha convertido en un estrangulador turco, sin atreverse a enfrentarse al tipo particular de fascismo de Erdogan, por temor a que Turquía abra la frontera para que los refugiados crucen a Europa y bloquee la adhesión a la OTAN de Suecia y Finlandia. Además de eso, está el temor de que Europa esté apoyando el terrorismo: después de todo, Turquía está utilizando la legislación antiterrorista contra los parlamentarios kurdos, acusándolos de pertenecer al PKK, y la UE ha incluido al PKK en su lista de organizaciones terroristas.
Las mujeres kurdas, a pesar de toda la represión en su contra, se han apegado a sus valores humanitarios y no violentos. ¿Se atrevería Europa a otorgarles ahora un Premio Sájarov colectivo?
FUENTE: Fréderike Geerdink / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina
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