Aydin Orak es un poeta, traductor, actor y director de cine y de teatro, nacido en 1982 en la localidad kurda de Nusaybin, en la provincia de Mardin, cerca de Diyarbakır, en el sudeste del Estado turco, una ciudad en la que conviven las culturas y pueblos kurdos y turcos (este, obviamente, priorizado por los gobiernos desde Atatürk hasta Erdoğan), junto con caldeos, asirios, y árabes, y que tenía una considerable población armenia, hasta el genocidio de 1915. Nusaybin está cerca de la frontera con el estado sirio, enfrentada a Qamişlo, la ciudad kurda más importante de Siria.
Orak se incorporó en el año 2000 al teatro del Navenda Çanda Mezopotamya (Centro Cultural Mesopotámico), cerrado por el ministerio de interior turco en 2016, durante el estado de emergencia, tras la oscura amenaza de golpe de estado que intensificó la represión política, social y cultural a los pueblos armenio, kurdo, griego, o a las minorías religiosas como los alevís y judíos, así como a los movimientos de la izquierda turca más combativa, siempre en el punto de mira de los gobiernos del AKP.
Con una prolífica carrera teatral y cinematográfica, y también una notable actividad periodística como crítico de teatro y arte, Aydin Orak dirigió en 2015 el documental “Berivan”, sobre la Berivan Cizre, quien lideró el primer gran levantamiento de la historia reciente del pueblo kurdo, y en 2017 otro documental, “The Legend Of Yaşar Kemal”, sobre el escritor de origen kurdo, candidato al premio Nobel. En 2021 se vuelve a poner tras la cámara para rodar su primer largometraje de ficción, “Sabırsızlık Zamanı” (Time of Impatience), en el que nos ofrece una de esas pequeñas historias de resistencia, en la que dos hermanos gemelos, los entrañables Mirza y Mirhat, nos enseñan que la lucha de clases también puede producirse a través de una piscina, ese lugar al que les niegan la entrada por pertenecer a un barrio humilde.
Seleccionada para el Warsaw International Film Festival, celebrado en Varsovia, y premiada en el Antalya Film Forum, la película de Aydin Orak te llega al corazón desde los primeros fotogramas, con el empeño de los dos niños kurdos por sortear un verano tórrido, y sus obligaciones escolares, y poder entrar a la piscina de una urbanización, algo que llega a convertirse en una simpática obsesión. Para ello tendrán que lidiar, principalmente, con el vigilante interpretado por el actor turco İştar Gökseven, con el que tendrán no pocos intercambios dialécticos. La “demagogia” es una de las armas de Mirza y Mirhat, como en el debate que tiene el pícaro Mirhat con una de las niñas que, al otro lado del muro, disfruta de la piscina:
“-Tienes unas costumbres muy raras. ¿Qué haces aquí?
-¿Puedes irte? O llamaré al de seguridad.
-Llámalo. Y dale recuerdos. Hablas así porque eres rica.
-¡Déjame en paz, por favor!
-Vienes aquí para insultarme.
-Como dice Mirza, estas piscinas no se hacen con vuestro dinero.
-¿Con el dinero de quién, entonces?
-Con el nuestro. Los pobres tenemos derechos sobre los recursos de los ricos.
-¿Qué tipo de derechos?
-El derecho de resistir.
-Claro, ganáis dinero resistiendo.
-Y vosotros explotando a la gente.
-Vosotros también.
-No. Mi padre es albañil. Se gana el pan. Nadáis en esas piscinas. ¿No? Como mínimo tengo el mismo derecho que vosotros”.
Solamente por un diálogo como este ya merece ver la película, pero es que, además de los entrañables Mirza y Mirhat, hay toda una galería de secundarios que suman activos a esta película rebelde y tierna, como la atractiva profesora interpretada por Pelin Batu, una popular actriz de cine y televisión turca, historiadora y poeta, que derrocha dulzura en sus clases, o como el padre de los gemelos, interpretado por Ali Seçkiner Alıcı, empeñado en que sus hijos aprendan algo más que lo que le enseñan en el colegio.
Sobre “Sabırsızlık Zamanı”, su director explicaba a Cineuropa que “como alguien que ha vivido en barrios pobres durante muchos años, soñé durante mucho tiempo con hablar de mi experiencia humana a través del cine. Según mis observaciones, los sitios de lujo recién construidos y los barrios marginales que se encuentran junto a ellos presentan una imagen de gran contradicción y oposición. Decidí expresar esta contradicción a través de los sentimientos de los gemelos, basándome en una historia real que escuché mientras visitaba a un amigo. Esta historia, que empezó siendo agradable, pero que se convirtió en una terrible tragedia, tuvo una gran influencia en mí. El tema sobre el que había estado dándole vueltas durante unos 15 años finalmente dio lugar a Tiempo de impaciencia”.
FUENTE: Ángelo Nero / Nueva Revolución
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