En su ensayo “Sobre la revolución”, la teórica política Hannah Arendt analiza y compara la revolución francesa, la americana y otras revoluciones para determinar las “características excepcionales del espíritu revolucionario”. Ella reconoce en ello la posibilidad de generar un nuevo comienzo, así como en la acción colectiva de los pueblos. Arendt se preocupa especialmente con la cuestión de por qué este “espíritu” (Geist) no consiguió generar “instituciones” duraderas y se perdió en las revoluciones.
En otro punto, Arendt escribe en su obra “Poder y violencia”: “Cuando digo que ninguna de las revoluciones que derrocaron una forma de estado y la reemplazaron con otra, fueron capaces de sacudir las nociones del estado, me refiero a algo que he elaborado en mi libro sobre la revolución: desde las revoluciones del siglo XVIII, cada gran revuelta desarrolló un acercamiento a la construcción estatal, que inmediatamente surgió de las mismas revoluciones, independientemente de las teorías, y concretamente de la experiencia de la acción colectiva y el deseo de autodeterminación. Esta nueva forma de construcción estatal es el sistema de consejos, el cual, como sabemos, pereció en todos los lugares y tiempos, destruido, sea directamente por la burocracia del estado-nación o por la burocracia del partido (…) me parece, sin embargo, la única alternativa que históricamente ha emergido y que constantemente re-emerge. Uno puede verificar el surgimiento de consejos espontáneos en todas las revoluciones; en la revolución francesa, durante la revolución americana con Jefferson, en la revolución francesa de 1870, en las revoluciones rusas, durante las revoluciones en Alemania y Austria al final de la Primera Guerra Mundial, y finalmente en la revolución húngara: específicamente, en todas estas nunca apareció dado a una consciente y revolucionaria tradición o teoría, sino que completamente espontánea, cada vez como si una cosa igual (o parecida) no hubiera existido antes. Por consiguiente, el sistema de consejos parece estar profundamente en la naturaleza de la acción”.
Las tres diferencias
Considerando la tesis de Arendt, quiero desarrollar la cuestión sobre la revolución en el Kurdistán, especialmente focalizado en el cambio de paradigma del Movimiento de Liberación Kurdo, el papel del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y su principal teórico Abdullah Öcalan. Debo considerar la revolución del Kurdistán junto a las grandes revoluciones de la humanidad, por el poder incendiario inherente a su posición central, geográficamente hablando, pero también dada su noción de revolución y su paradigma social. El comité central del PKK formuló en su “Mayday statement” este planteamiento: sentencia que la revolución en el Oriente Medio abrirá las puertas a la revolución mundial. Sin embargo, la revolución conducida por el PKK tiene varias diferencias significantes a las experiencias anteriores descritas previamente por Arendt.
-El PKK fue, ciertamente, capaz de “agitar la noción de Estado” y encontró una “institución” para el “espíritu revolucionario”: el Confederalismo Democrático.
-El surgimiento de consejos en Rojava, la implementación práctica del paradigma apoísta, no se desarrolló espontáneamente, sino que fue a partir de una decisión consciente de una potencia organizada.
-El sistema de consejos concebido por el movimiento kurdo está basado conscientemente en las tradiciones revolucionarias en el Oriente Medio y a nivel global, así como en la teoría, más específicamente, del socialismo democrático.
Confederalismo Democrático como alternativa al Estado
Con el cambio de paradigma que fue iniciado en los principios de 1990, especialmente sustentado por las Tesis de Abdullah Öcalan, el Movimiento de Liberación Kurdo superó la noción de nación-estado socialista Kurda, moldeada por el real-socialismo, y puso énfasis en un paradigma basado en la democracia radical, la ecología y la libertad de las mujeres. En 2005, Öcalan anunció la reorientación estratégica del PKK con la “Declaración del Confederalismo Democrático”.
Desde entonces, el PKK se dedica a lo que se describe en su programa como el “modelo de solución del Confederalismo Democrático, que se basa en la organización de base de los kurdos y todos los pueblos en la región”. El nuevo paradigma del movimiento kurdo -en palabras de Arendt- formalmente hace temblar la noción de estado. En este sentido, Öcalan define el Estado como una entidad fuera de la sociedad, como “el cese temporal de hostilidades entre la sociedad y el poder” (Abdullah Öcalan, Manifiesto por la Civilización Democrática). Más allá, Öcalan propone: “Sin equiparación con el poder estatal, sin pretender hacer las cosas en nombre del pueblo o del proletariado, la administración autónoma democrática se acerca al planteamiento de un modelo para una solución correcta. Es en esta esencia y en la diferencia de la administración autónoma democrática de no convertirse en estado en nombre del Pueblo, como tampoco permanecer como un mero apéndice del Estado”.
En su máximo nivel, el congreso se ve como la forma básica de la organización democrática, mientras que las comunas locales, cooperativas, organizaciones de la sociedad civil, instituciones de derechos humanos i las estructuras comunales funcionan a nivel de base. Las experiencias en el norte de Siria presentan un modelo práctico en este sentido. Antes de la invasión turca de Afrin, en enero de 2018, siguiendo los dos primeros pasos de elección en 2017 (la elección de la copresidencia de las comunas y de los consejos), la votación para el congreso popular, fue basado y planeado en el principio organizativo de empezar desde abajo e ir progresivamente hacia instancias más altas, eventualmente terminando en un congreso. “Nuestra fórmula clama: ‘Estado más democracia’, con el objetivo de encoger al Estado y expandir la sociedad democrática”, como dijo en una entrevista con Duran Kalkan, miembro del consejo ejecutivo de la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK, siglas en kurdo). De acuerdo con activistas de Rojava/Norte de Siria, esto no indica simplemente el Estado en la forma del régimen de Assad, pero, por encima de todo, la mentalidad estatista en la mente del pueblo.
El partido de la Modernidad Democrática
“Con esta obra ‘El Príncipe’, Maquiavelo quería crear el príncipe ideal de la edad media. En referencia al príncipe de Maquiavelo, Gramsci consideró algunas cosas en el sentido del partido revolucionario, el liderazgo del partido revolucionario y su estrategia y tácticas. Mientras que el príncipe de Maquiavelo define los atributos de un príncipe exitoso, Gramci hace una lista de los rasgos del partido revolucionario y sus militantes. Gramci contribuye con importantes análisis sobre la organización política socialista. Yo básicamente he adaptado el moderno príncipe de Gramsci en la Modernidad Democrática y sus militantes de amor verdadero. De hecho, hay notables similitudes entre Gramsci y yo”. (Abdullah Öcalan, notas reunidas desde la Prisión de Imrali).
A pesar de que el PKK defendía la misión de la organización de vanguardia clásica marxista-leninista antes del cambio de paradigma, ahora articula su misión siendo una “guía para la Modernidad Democrática”. En su programa, la misión principal de esta “nueva vanguardia” se ve de manera positiva, especialmente por las necesidades sobre la mentalidad ante los tres pilares del sistema: el económico, ecológico y la sociedad democrática (el Confederalismo Democrático municipal, local, regional, nacional y transnacional) (Abdullah Öcalan, Manifiesto por la Civilización Democrática).
El PKK considera la existencia del partido bajo las condiciones capitalistas, según sea necesaria, hasta que la sociedad devenga una entidad funcional independiente. Limitando la vida útil del partido al auto-empoderamiento de la sociedad conlleva una gran fe en el poder y el potencial de la sociedad. La sociedad es vista capaz de resolver independientemente todos sus problemas. La sociedad es por consiguiente una fuerza de solución y no es vista como una “inconsciente o masa orientada por”.
La tarea de las revolucionarias es desenvolver el potencial dentro de la sociedad estatista. Entendemos que el sistema estatista-capitalista entorpece el poder de la sociedad de auto realizarse. Por esta razón, el Movimiento Kurdo cree que el rol de las revolucionarias no es la creación de una nueva sociedad, sino la eliminación de los obstáculos que no permite el afloramiento de la ya existente sociedad. La reivindicación de espacios por la sociedad ética y política constituye la verdadera revolución. Esta sociedad ha sido empujada hacia el fondo y mantenida bajo la hegemonía de 5.000 años de la antigua civilización centralista, la cual ha llegado a su clímax en los últimos 400 años de modernidad capitalista.
Desde esta perspectiva, es obvio que la revisión de la opresión no puede suceder tan rápido como hacer retroceder al auto-llamado Estado Islámico en Rojava. La sociedad necesita de caminos y métodos para liberar su potencial. Encontrarlos es la tarea de las revolucionarias. Xebat Andok, miembro del comité central del PKK, escribe lo siguiente sobre el sentido del paradigma: “Verdaderamente, hubiésemos encontrado el mismo destino que el PDK (Partido Democrático del Kurdistan) y el PUK (Unión Patriótica del Kurdistán) si no hubiéramos generado un cambio de paradigma. Porque luchar para ser un Estado-nación es una lucha para el capitalismo” (Página de inicio del PKK).
La diferencia de la revolución en Kurdistán es que, ya sea en el Norte de Kurdistán (Bakur) o en el Este de Kurdistán (Rojava), ninguna creación espontánea de consejos está por llegar; en vez de eso, la creación de consejos y de estructuras locales auto-organizadas pasan conscientemente por el partido, el PKK, y es programáticamente e ideológicamente un tema central.
Similar a Arendt, el teórico de izquierdas Murray Bookchin, quien influenció las ideas de Öcalan de una forma considerable para el cambio de paradigma, analiza las revoluciones americanas, francesas y rusas en su imprescindible obra “La Tercera Revolución” (Murray Bookchin, La Tercera Revolución: Movimientos populares en la era revolucionaria, vol. 3). En la introducción del libro, Bookchin describe cómo los nombres, hazañas e ideales de los revolucionarios, como quienes querían conducir esas revoluciones hacia sociedades libres, equivalieron a tiranos como Robespierre o Stalin. Sin embargo, de acuerdo con Bookchin, debemos focalizarnos en las revolucionarias por encima de todo, quienes directamente lideran las organizaciones democráticas. Con esta afirmación, transforma la mirada de los procesos revolucionarios en el pasado. La “primera revolución” empieza con el levantamiento de las masas populares que ahuyenta al viejo régimen, después de la cual empieza la “segunda revolución”. Esta “segunda revolución” se acaba con el poder político concentrado en forma de Estado centralista, y quien realizó esa primera revolución, la sociedad trabajadora, queda excluida de los procesos de decisión. Esto está seguido por la democracia directa organizada de la sociedad, quien desea recuperar el poder político arrebatado. Este movimiento conduce la “tercera revolución”, es la dinámica actual a la que Bookchin quiso dedicarse más profundamente.
Toma la rebelión de marineros de Kronstadt en 1921 como ejemplo de la Revolución Rusa para reflejar los conflictos entre el partido revolucionario y las estructuras comunales de la sociedad, que se concreta en el eslogan “Todo el poder para los sóviets – Ningún poder para el partido”. Öcalan, quien está en desacuerdo con la noción leninsta que, bajo las condiciones del imperialismo, el partido solo puede existir si mantiene el poder, define el nuevo rol del PKK como fuerza guía de la “tercera revolución” de la siguiente manera: “La organización se hace cargo de un rol de liderazgo en los movimientos populares, con un programa que aspira a la transformación hacia una sociedad democrática, libre e igualitaria, con una estrategia común para todos los grupos sociales que tengan un interés en ese programa, y con unas tácticas que luchen por abordar la organización de la sociedad civil, de forma y consciencia ecológica, feminista y multicultural quienes no desatiendan la legítima autodefensa a lo largo del camino” (Abdullah Öcalan, En Defensa de un pueblo).
Viviendo la historia comunal y una teoría revolucionaria
Dado que la revolución y la construcción de auto-administraciones comunales en Kurdistán no son eventos espontáneos, las revolucionarias de Kurdistán tienen una consciencia, teoría y tradición revolucionaria. En el magazín mensual de la academia del PKK, Komunar, la concepción apoísta de la historia está explicada de la siguiente manera: “La historia acarrea el carácter de la Civilización Democrática más de lo que pensamos”. Cuando se lee la historia desde esta base, uno puede encontrar una increíble cantidad de interdependencias ideológicas y estructuras sistemáticas, así como de organizacionismo.
La historia de Oriente Medio en particular es abundante en movimientos locales y comunales. ¿quién conoce personalidades y movimientos como el Zoroastrianismo, Mithraismo, Manichaeismo, los Mazdakistas, los Khurramitas, Bābak Khorramdin, los Ismailitas, Hasan-i Sabbāh, los Qarmatitas, el Movimiento Zanj, Mansur al-Hallaj, Shahab ad-Din Yahya ibn Habash Suhrawardi, Baba Ilyas, Pir Sultan Abdal y Shaikh Bedreddin, a quién considera cómo su legado revolucionario el Movimiento Kurdo? La historia de las luchas de las sociedades contra el estado no se corresponde tan solo al Oriente Medio, sino también en los movimientos de ciudades autónomas griegas e italianas en Europa, el levantamiento de las ciudades Castellanas en España y los movimientos municipales contra el absolutismo, la revolución Americana y Francesa, la experiencia de la Comuna de París, el rol de los consejos en la revolución de octubre, la orientación de las nociones ecológicas y anarquistas de las comunas posteriores a 1960 y especialmente en 1968, la búsqueda de la libertad y la inclinación comunal del movimiento zapatista, el Movimiento de los Sin Tierra, los fórums sociales e iniciativas similares trans-regionales alrededor del mundo. Por consiguiente, la declaración de la Federación Democrática del Norte de Siria expone que su fuerza deriva de “la rica cultura de Mesopotamia y de la estructura democrática comunal de la sociedad natural, la cual, desde el sistema de clanes y a lo largo de toda su historia, resistió a la forma social del Estado centralizador” (Documento del Sistema Federal Democrático de Rojava-Norte de Siria).
Junto a esta consciencia de la tradición revolucionaria, el PKK tiene a su vez un acercamiento teórico “fuera del poder estatal, clasista y jerárquico” (Abdullah Öcalan, En Defensa de un Pueblo). Este acercamiento defiende la tesis que no es solo la lucha de clases, pero también la gran resistencia de los valores de la sociedad comunal que funcionan como motores para el progreso social.
En palabras de Arendt, el cambio de paradigma del PKK también es un resultado de “la acción colectiva” y el “deseo de decidir de manera común”. El compromiso del PKK con el socialismo es la búsqueda de la respuesta a la pregunta de por qué el “espíritu revolucionario” falló en encontrar un organismo/institución hasta ahora. El colapso del real-socialismo, la cuestión de la liberación de la mujer y el desarrollo de los Movimientos de Liberación Nacional, los cuales el PKK ha tomado cómo ejemplo, constituyeron un impulso importante para esta reorientación. Con su noción de socialismo para el siglo XXI, el PKK presenta una respuesta. Esto incluye un nuevo concepto anticapitalista de administración; el partido, quien empuja para la “tercera” revolución, es decir el comunalismo en contra las tendencias estatistas; y una teoría revolucionaria y un nuevo concepto de historia.
FUENTE: Ali Cicek / Academy of Democratic Modernity
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