Dicle, el hijo del escritor e intelectual kurdo, recuerda a su padre, quien “pasó casi 12 años de su vida en las cárceles y el exilio”. El siguiente artículo fue escritor con motivo de 29° aniversario del asesinato de Musa Anter, cometido el 20 de septiembre de 1992.
Según recuerdo, el día 20 de septiembre de 1992 observo el asesinato más histórico cometido por el Estado turco contra los intelectuales. Este artículo estará lleno de mis sentimientos, pero creo que tengo derecho a ser emocional. Como saben, soy víctima del incidente más terrible y cruel que ha ocurrido en nuestro país.
El asesinato de personas que han visto la verdad del país por parte de quienes han ocultado la verdad, ha profundizado los problemas. Es necesario expresar diferentes puntos de vista. Las opiniones que abren nuevos debates mejorarán la sociedad. Nadie tiene derecho a asesinar a otros por sus pensamientos.
Nuestro deber es abrazar de manera sincera y realista las opiniones de nuestros intelectuales, que han iluminado nuestros caminos. Tal abrazo solo puede ser producto del espíritu colectivo, y no del miedo a las fuerzas oscuras.
El escritor kurdo Musa Anter fue uno de los mayores temores de estas fuerzas oscuras. Le tenían miedo y, por supuesto, todavía lo tienen. Puedes preguntar: “¿Por qué?”. Miren a los periodistas en prisión o quienes volaron al extranjero. Cuando la gente decía “su pluma no se dejará en el suelo”, nadie les creyó, pero la verdad los sorprendió a todos.
El periodismo es una profesión difícil en este país, pero ser periodista kurdo lo es aún más. Fue difícil en todos los aspectos para un intelectual, para hombres y mujeres sabias, que han estado del lado de lo que es justo.
Musa Anter fue uno de los testigos más importantes de estos tiempos difíciles, y fue un intelectual que vivió todas las dificultades. Fue un escritor que luchó por la existencia de una nación oprimida. Podemos resumir la filosofía de su vida de la siguiente manera: explicando la existencia de un lenguaje y una sociedad, que fueron negadas, mientras tomaba postura frente a todo tipo de opresión y violencia contra el pueblo.
Un intelectual y un individuo que siempre sintió el frío aliento de la muerte en su espalda todo el tiempo. ¡Y eso no es una tarea fácil!
Como periodista, escritor, intelectual y académico que pasó casi 12 años de su vida en las cárceles y el exilio, fue el “guerrillero de los intelectuales”.
He escrito sobre Musa Anter. Ahora déjame escribir sobre mi padre. En primer lugar, es muy difícil ser hijo de una persona como él. Enfrenté este desafío de una forma más fácil de lo que pensaba, porque he tenido que enfrentar muchas dificultades en mi vida. Pasó su infancia en Kurdistán. A pesar de que nos trataba como a un “segundo hijo” cuando los jóvenes estudiantes visitaban nuestra casa, yo podía entenderlo. Y con el tiempo lo he entendido mejor. Después de todo, los que vinieron a nuestra casa eran estudiantes desplazados.
Yo era futbolista en Mardinspor cuando estaba en Mardin (región kurda del sudeste de Turquía). Aunque era un buen jugador, no pude llegar a ninguna parte (porque no teníamos un “tío” en las instituciones).
Después de todo, yo también fui desplazado. Luego de pasar 25 años viviendo en Suecia, he aprendido lo que significa la migración. Nos llevábamos muy bien con mi madre y nos queríamos mucho. Llegó a Suecia después de algún tiempo. Sin embargo, todo lo que tuve en la vida quedó incompleto debido a la migración. Fútbol, educación, amor familiar, y lo más importante: estar lejos de mi padre.
Hay muchos “deseos” en mi vida. Cada vez que digo la palabra “deseo”, algo se atora en mi garganta y me lleva a otro lugar. No importa cuántos lamentos, dolores y tristezas, no importa lo doloroso que sea perder a un ser querido, esta pena es un costo honorable a pagar, especialmente para mi padre. Estás en mi vida, estás en mi corazón.
FUENTE: Dicle Anter / Yeni Yaşam / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina
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