No hace falta tener sangre armenia para vibrar con la historia que cuenta Magda Tagtachian en Rojava, una novela que le escapa todo el tiempo a la narrativa de ficción para atravesar ciudades, parajes y personas que enmarcan el sufrimiento de los pueblos oprimidos por el fanatismo.
Esa sensación de ahogo está superpuesta en varias capas: la intimidad de las protagonistas, dos primas de origen armenio que tuvieron una vida muy distinta; la percepción que tienen sobre la sociedad y las relaciones humanas, y la política que aparece en forma muy explícita para condenar los regímenes violentos, sea Turquía o el Estado Islámico.
Entre Turquía y Siria, Rojava -o Federación Democrática del Norte de Siria- es la región en donde se libran todas las batallas. La política y la armada en busca de un Kurdistán libre bajo la guía de Abdullah Öcalan, líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), en donde operan las milicias de las Unidades de Protección Popular (YPG) y las Unidades Femeninas de Protección (YPJ). Y la batalla personal que libra cada una de las protagonistas: Alma, una periodista que sufrió la prisión y la tortura, e intenta alcanzar su sanación, y Nané, que buscando a su padre se acerca a la lucha.
Magda Tagtachian, tal vez por su formación y trayectoria como periodista, transita sin dificultad un género mixto, que instruye acerca de un conflicto en Medio Oriente un poco inasible para el lector no iniciado, con una didáctica que endurece el relato a tono con la gravedad de la narrativa y que, sin intermediación, se convierte en un texto blando, ágil y suave que aborda las pasiones de todos, de todos los tiempos: el amor, el origen, la relación con los padres, la amistad y los límites a la resistencia personal para alcanzar los objetivos.
También tiene varios guiños sobre sí misma y sobre sus otras dos obras. Un mini spoiler: el libro comienza con una situación vinculada con su trabajo como periodista y con la presentación de su libro Alma Armenia, que es el que precede a Rojava. Y, a través de todo el texto narrativo, su letra tiene el aroma de Nomeolvides Armenuhi: la historia de mi abuela armenia.
No hace falta tener sangre armenia para vibrar con el relato que cuenta Magda Tagtachian en Rojava. Pero si así es, no hay forma de escapar a la historia familiar y a la memoria.
FUENTE: Gabriela Granata Nigolian / BAE Negocios
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