El presidente Recep Tayyip Erdogan prometió buenas noticias a la nación el 8 de febrero, diciendo: “Les aconsejo a todos que presten mucha atención al discurso que pronunciaré al país el miércoles. Les daré buenas noticias”.
El 10 de febrero era el día de las prometidas “buenas noticias”. Ese día, a las 2:55 de la madrugada, se dio luz verde a la “Operación Garra de Águila 2”, y 41 aviones partieron hacia la montaña de Garê, en el norte de Irak. Dos horas más tarde, comenzó la ofensiva terrestre junto con un despliegue aéreo de helicópteros.
El objetivo principal de la operación aérea era liberar a los soldados, policías y oficiales de inteligencia cautivos del PKK o secuestrar a los líderes Duran Kalkan, cuya base se encuentra allí, y Murat Karayılan, que se creía que estaba en la zona.
Puesto que la operación tenía dos objetivos, una victoria en ambos aspectos podría considerarse una buena noticia. Una victoria política incluso. Una oportunidad de oro para salvar el asombroso control del poder del AKP-MHP (Partido de la Justicia y el Desarrollo/Partido del Movimiento Nacionalista). Sin embargo, Erdogan no se dirigió a la nación el miércoles, sino que empezaron a llegar noticias de bajas.
El ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, anunció el resultado de la operación el 14 de febrero, diciendo: “50 terroristas han sido neutralizados”. Las autoridades turcas suelen utilizar el término “neutralizado” para dar a entender que los militantes en cuestión han muerto, han sido capturados o se han rendido.
Akar continuó diciendo que el ejército encontró los cuerpos de los 13 turcos, previamente secuestrados por el PKK, y retenidos en una cueva en el norte de Irak. Dijo: “Al registrar una cueva tomada bajo control, se encontraron los cuerpos de 13 de nuestros ciudadanos secuestrados”.
Continuó con su informe diciendo: “Esta operación, que se llevó a cabo en su mayor parte con armamento de fabricación nacional, ha asestado un duro golpe al grupo terrorista en la región (de Garê). Doce de los turcos secuestrados recibieron disparos en la cabeza y uno en el hombro. Todos los ejecutores que se hallaban en la cueva han sido capturados o muertos. La operación se ha completado. Nuestras fuerzas terrestres y aéreas han regresado sanas y salvas a sus bases y cuarteles”.
El ministro de Defensa Akar calificó la operación de “éxito” y felicitó al jefe del Estado Mayor Yaşar Güler y a los demás mandos. El general Güler dijo sobre los acontecimientos: “Nuestro campo de operaciones tenía 75 kilómetros de ancho y 25 kilómetros de profundidad, por lo tanto, era casi la región más grande de las que hemos llevado a cabo tales operaciones hasta ahora”. El general dijo que el PKK se había trasladado a la región de Garê debido a las operaciones anteriores del ejército turco en Haftanin y Hakurk, y que fuentes de inteligencia habían descubierto el paradero de los ciudadanos turcos secuestrados. El general Güler felicitó al personal que participó en la operación.
¿Qué tipo de operación de rescate fue ésta? ¿Quién o qué podría ser rescatado de una zona bombardeada por 41 aviones día y noche? Si hubiera una oposición real en Turquía, se habría cuestionado el “éxito” de esta operación. Cualquier pregunta que formulen quienes no gozan de inmunidad política será respondida, sin duda, con mayor opresión, violencia, detención y encarcelamiento. De hecho, las amenazas acompañadas de investigaciones ya comenzaron ayer (por el 16 de febrero).
Las HPG (Fuerzas de Defensa del Pueblo) anunciaron el 11 de febrero que oficiales de inteligencia, policías y soldados, que habían sido secuestrados por el PKK en 2015 tras el fin del proceso de paz, se encontraban como rehenes y que el campamento donde se encontraban era bombardeado por el ejército turco. Las familias de los soldados y policías llegaron a pedir que se detuviera la operación.
Los policías y soldados secuestrados escribieron en cartas que “serían liberados si el AKP lo pedía”. El AKP nunca lo hizo. Las familias de los rehenes trataron de llegar al gobierno muchas veces, pero sus intentos fueron infructuosos. Intentaron ser escuchados por los partidos políticos y las organizaciones de derechos humanos: las familias apelaron al grupo parlamentario del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), de la oposición, en cuatro ocasiones, en 2015, 2016 y 2019, pero el gobierno no reconoció sus llamadas. La Asociación de Derechos Humanos (IHD, de Turquía), que solía ser la intermediaria en estos casos, también intentó llegar (al gobierno) durante cinco años. El Estado, que se supone que discute todas las opciones con estos diversos grupos, se limitó a decir: “No negociamos con terroristas” y cerró la discusión.
Un diputado del principal partido de la oposición, el Partido Popular Republicano (CHP), Murat Bakan, presentó cinco mociones al Parlamento entre 2016 y 2018, pero no recibió respuesta. Su sexta moción fue contestada, diciendo: “La lucha con las organizaciones terroristas continúa con determinación”. Esto apenas puede considerarse una respuesta. La séptima moción del diputado Bakan, el 9 de febrero, fue respondida con las amargas noticias que llegaron como resultado de la operación.
Puede que estas campañas hayan dado resultados fructíferos en el pasado, pero la propensión del gobierno actual a alimentar el conflicto no ha permitido ninguna resolución pacífica en los últimos cinco años. ¿Quién responderá a estas familias? ¿Qué pueden decir?
La amarga verdad es la siguiente: no hay ningún mecanismo legal, ni presión política, ni poder mediático que pueda hacer responsable al gobierno de sus actos. Por el contrario, cualquiera que se atreva a hacer una pregunta será calificado de “terrorista” y arrojado a un linchamiento cuidadosamente preparado.
Derrotar al PKK causando un gran número de bajas no cambia la situación sobre el terreno, a pesar de los anuncios de éxito de las fuerzas armadas. Si la serie de operaciones “Garra de Águila” ha obligado al PKK a refugiarse en la región de Garê, como indicó el general Güler, y si la región de Garê está ahora bajo control, como declaró el ministro de Defensa, entonces ¿por qué se retiraron las fuerzas armadas después de la operación? ¿No se habrían quedado si hubieran tenido tanto éxito? ¿No se quedarían en Garê como lo han hecho antes en Hakurk y Haftanin?
Esta amplia operación en Garê ha sido la primera desde 1994, y el hecho de apuntar a Garê tiene un razonamiento específico, si tenemos en cuenta los acontecimientos tanto en Siria como en Irak: el PKK utiliza la región de Garê como paso de Irak a Siria.
El objetivo de la operación militar en Garê no era sólo el rescate de los rehenes turcos, sino permanecer allí y establecer el control de la zona.
Todo el incidente no da la impresión de ser un éxito si tenemos en cuenta la planificación, los objetivos y los resultados. Evoca imágenes del ataque aéreo de Roboski, del 28 de diciembre de 2011, cuando la fuerza aérea turca bombardeó a un grupo de civiles kurdos dedicados al contrabando de gasolina y cigarrillos, matando a 34 de ellos. Ya casi no se recuerda Roboski.
Sin embargo, incluso estos resultados o fracasos devastadores pueden convertirse en combustible para las políticas internas. La reciente campaña que propaga que “hay que cerrar el HDP” es la articulación de un genocidio político continuo, cuyo objetivo es paralizar todo movimiento de oposición y poner dinamita en los cimientos de toda posible asociación que pueda desafiar la alianza gobernante AKP-MHP.
En el fondo, esta operación representa la continuación de una estrategia que aumenta constantemente los objetivos, se expande geográficamente y desafía la capacidad del país, al tiempo que nos aleja cada vez más de una solución pacífica de la cuestión kurda.
Esta estrategia es la que conocemos bien, ya que asocia completamente los 911 kilómetros de frontera de Turquía con Siria, y los 384 kilómetros de frontera con Irak, con la “seguridad frente al terror”. Esto se utiliza como factor decisivo en todas las negociaciones con Bagdad, Erbil, Damasco, Moscú, Teherán y Washington.
El deseo de Turquía de controlar todas las puertas de la frontera entre Siria e Irak, incluidos los pasos fronterizos de Rabia y Semalka, es uno de los aspectos más críticos de esta estrategia. Su sugerencia de abrir una puerta fronteriza en Ovaköy y reconstruir la antigua carretera hasta Mosul añade una dimensión económica a este plan.
Tras las visitas del dúo Akar-Güler a Bagdad y Erbil el mes pasado, varias partes esperaban que la operación militar comenzara en Sinjar (Shengal). Porque la negociación siempre fue sobre Sinjar. Esto hace que la alegación de que Bagdad había aprobado la operación parezca muy poco realista. A pesar de la existencia de un acuerdo contra la presencia del PKK en Sinjar, también existe un amplio rechazo a las operaciones militares de Turquía; los principales actores políticos de Bagdad están en contra. Aunque esta sensibilidad existe respecto a Sinjar, hay un núcleo de temor respecto a los sueños de Turquía sobre Mosul.
Hashd al-Shaabi, que está bajo la influencia de Irán, también está aumentando su presencia en Sinjar para impedir una operación militar turca. Según Rudaw Media Network, tres brigadas de Mosul, Nayaf y Karbala se han trasladado a la zona. La 21ª brigada ha sido desplegada al este de Sinjar, la 23ª brigada a su oeste y la 14ª brigada al monte Sinjar. Abbas Ali, comandante de la Fuerza Badr, afiliada a Hashd al Shaabi, que acudió a Sinjar cuando Garê era el lugar de la operación militar, ha dicho: “Ni Turquía ni el PKK, ni ninguna otra fuerza, pueden amenazarnos. ¿No existe la soberanía de nuestro país para que cualquiera que quiera venir aquí pueda hacerlo como quiera?”.
Hadi al-Amiri, jefe de la Alianza Fatah, dijo que tenía información de que Turquía llevaría a cabo operaciones en Sinjar y pidió al gobierno que tomara precauciones. El Movimiento Asa’ib Ahl al-Haq pidió a Turquía que se retirara. El Movimiento al-Nujaba dijo que había un plan de invasión hasta Mosul y advirtió: “Tendremos la respuesta más dura”. Tal era el ambiente en Bagdad. Esta atmósfera ha sido observada por Estados Unidos, que no quiere que el primer ministro iraquí Mustafá al-Kadhimi se vea perjudicado.
El acuerdo sobre Sinjar, firmado entre Erbil y Bagdad el 9 de octubre, pretendía que las potencias centrales tomaran el control y aplastaran el plan de intervención de Turquía. Irán, que está a favor de una frontera sirio-iraquí intacta, quiere que Hashd al Shaabi se incluya en esta región. Estados Unidos, al apoyar el acuerdo, esperaba que llegaran fuerzas federales para que Turquía estuviera segura y Hashd al Shaabi se alejara de la región. En un momento en que el genocidio de los yezidíes por parte del ISIS ha creado una sensibilidad especial, no es probable que Estados Unidos apoye una operación militar en Sinjar.
En otras palabras, Garê surgió porque las fuerzas militares, políticas y diplomáticas no estaban lo suficientemente maduras para Sinjar.
Sin embargo, Garê no es un frente fácil. Esta zona rocosa situada a 40 kilómetros de la frontera turca tiene medios limitados de abastecimiento por tierra. No hay un frente posterior como el de Heftanîn y es una región escarpada donde los ataques pueden venir de todas partes. Es una de las bases más importantes utilizadas por el PKK desde hace 37 años en los frentes logístico, educativo y sanitario. Capturar Garê y mantenerla a largo plazo requiere un enorme despliegue militar, capacidad de suministro y el apoyo de las fuerzas Peshmerga locales.
El terreno que Turquía intenta pisar no es seguro. Turquía se ha adentrado tanto debido a esta estrategia de mayor capacidad militar. Hay un enorme impulso político detrás de esto. Por tanto, resulta fácil tomar y aplicar decisiones. ¿Pero el resultado? No hay ninguno. Esta estrategia no nos ha acercado a una solución. Si la solución estuviera en las cimas de esas montañas, se habría alcanzado hace tiempo.
FUENTE: Fehim Tastekin / duvaR.english / Traducido por Rojava Azadi Madrid / Edición: Kurdistán América Latina
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