Manuel Martorell: “En Rojava hay una alternativa de pluralismo social, cultural y religioso”

Para muchas personas interesadas en descubrir la historia y la realidad de Kurdistán, el nombre de Manuel Martorell es por demás de conocido. Este periodista español, nacido en 1953 en Navarra, es la puerta de entrada a un territorio el cual, durante siglos, fue negado. Los artículos de Martorell –que se publican periódicamente en el portal Cuarto Poder–, y sus libros (entre los que se destacan Los kurdos: historia de una resistencia -1991-, Kurdistán: viaje al país prohibido -2005- y Kurdos -2016-) conforman un universo completo y, por momentos, inabarcable en una primera lectura, de ese gran territorio en el corazón de Oriente Medio que es Kurdistán.

Con más de 40 millones de habitantes, el territorio kurdo es un epicentro histórico de disputas, luchas y gestas revolucionarias. Hasta el día de hoy, los hombres y las mujeres de Kurdistán, hijos e hijas del sol –como se los conoce-, demandan libertad, democracia y que sus derechos más básicos sean respetados.

Si existe una “gran tragedia kurda” se puede ubicar al finalizar la Primera Guerra Mundial, cuando las principales potencias de ese entonces, Gran Bretaña y Francia, dividieron Oriente Medio y comenzaron a crear los estados-nación que conocemos en la actualidad. A los kurdos y a las kurdas les fue negado ese derecho, pese a promesas escritas que se borraron con los vientos de las guerras y los intereses cruzados.

Por estos días, Kurdistán es escenario de disputas superpuestas, luchas revolucionarias y tensiones intra-kurdas. En apenas unos años, el territorio -rico en agua dulce e hidrocarburos-, fue asolado por las masacres cometidas por el Estado Islámico (ISIS), pero también por la guerra en Siria y los planes de expansión del Estado turco.

Aunque las fuerzas de autodefensa kurdas de Siria fueron el factor principal para derrotar a ISIS, las grandes potencias –Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea (UE)- otras vez dejaron al pueblo kurdo en la soledad de sus montañas que, como ellos mismos dicen desde que la historia es historia, son sus únicas amigas.

En esta entrevista con Sudestada, Martorell habla sobre los tambores de guerra que resuenan en el Kurdistán iraquí, debido a los crecientes enfrentamientos entre el Partido Democrático de Kurdistán (PDK) –que representan al nacionalismo burgués kurdo- y el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), la organización político-militar fundada a finales de 1970 por Abdullah Öcalan, el líder kurdo encarcelado en Turquía dese 1999.

A su vez, el periodista y escritor reflexiona sobre el poder de Turquía en Oriente Medio, y analiza el proceso revolucionario que, desde 2012, se lleva adelante en Rojava, la región kurda de Siria que, aunque resistió los embates del régimen de Bashar Al Assad y de ISIS, ahora se mantiene en vilo debido a los ataques y ocupaciones ilegales de territorio por parte de Turquía, como es el caso de cantón de Afrin.

-¿Por qué en la actualidad existen tantas tensiones entre el PDK y la guerrilla del PKK en el Kurdistán iraquí?

-No es un problema de hoy sino de hace tres décadas cuando, tras la primera Guerra del Golfo (1990-1991), el PDK pudo volver a actuar política y militarmente en la región de Badinan, que se corresponde con la franja montañosa que hace de frontera natural entre Turquía e Irak. Ambas organizaciones compiten con planteamientos ideológicos opuestos por la misma región. Cuando en 1991 el PDK vuelve a su feudo de Barzán, se encuentra con que el PKK ha ocupado su lugar y tiene una gran ascendencia sobre los sectores más jóvenes y avanzados de la población, con el riesgo de extenderse a otras zonas del Kurdistán iraquí, también conocido como Bashur, donde los Barzani igualmente conservaban una tradicional influencia. Lamentablemente, el PDK, como los demás partidos kurdos importantes, tiene una orientación social hegemonista y no permite la competencia de otras organizaciones en “su territorio”. En el fondo, por lo tanto, se trata de una lucha por ocupar el mismo espacio político por dos ideologías radicalmente distintas.

-En este conflicto creciente, ¿qué rol juega Turquía?

-Esta es la otra razón importante del enfrentamiento entre el PKK y el PDK. La supervivencia del PDK y de la zona de Bashur bajo control de los Barzani al norte de la ciudad de Arbil, depende prácticamente en su totalidad de los acuerdos económicos con Turquía, ya que por Turquía entran y salen los productos imprescindibles para que la vida continúa, en especial las exportaciones petrolíferas en la actualidad, y en un futuro próximo de las grandes reservas de gas existentes en el Kurdistán iraquí. Y eso tiene un precio: el debilitamiento o desaparición del PKK, principal enemigo del gobierno turco.

-Teniendo en cuenta el final que tuvo la guerra entre Armenia y Artsaj contra Azerbaiyán, ¿cómo queda la posición de Turquía en la región?

-En esta parte de Oriente Medio, Turquía no puede hacer nada si no cuenta con el apoyo o consentimiento de Rusia. En esta ocasión, como en el conjunto de Rojava y en Idlib (provincia siria), Rusia ha permitido los avances de Turquía en el Cáucaso, con toda seguridad, a cambio de nuevas concesiones turcas para que Moscú aumente su control sobre Siria. En definitiva, se trata de una gran victoria militar y diplomática para la estrategia de Recep Tayyip Erdogan. Este hecho ha reforzado considerablemente el nacional-islamismo del gobierno turco, permitiéndoles así reagrupar un electorado seriamente afectado por las importantes victorias socialdemócratas en las últimas elecciones municipales. Aún hay otra faceta de esta crisis que afecta directamente al conjunto del pueblo kurdo. Las principales zonas donde se ha consolidado la presencia azerí se corresponden con las áreas que formaban históricamente el denominado “Kurdistán Rojo”, la región habitada mayoritariamente por kurdos hasta la guerra de la década de 1990, es decir Lachín, Kalbajar, Zangelan, Qubladli y Jabrayil. Es cierto que en la primera crisis, la de 1990, esta población kurda quedó dispersa y muchos de sus habitantes se marcharon, pero con el actual acuerdo entre Rusia, Armenia y Azerbaiyán, la consolidación azerí, y por lo tanto turca, en estas comarcas supone la imposibilidad de recuperar ese “Kurdistán Rojo” en el futuro, un proceso muy similar al que se está llevando a cabo en Afrin y otras comarcas de Rojava.

-¿Cómo analiza las posiciones de Rusia y Estados Unidos con respecto a Turquía y sus ataques y ocupaciones ilegales en el Kurdistán sirio?

-De la misma forma que las posiciones de la ONU, la Unión Europea e incluso gobiernos de izquierda, como ahora en España la coalición entre el Partido Socialista y el grupo de nueva izquierda Unidas Podemos. Cuando están en juego los intereses geoestratégicos, los derechos humanos y de los pueblos desaparecen de la escena, ya no tienen importancia. Mientras Turquía lleva a cabo sus operaciones de limpieza étnica en Rojava, el ejército español, siguiendo órdenes del gobierno de Madrid y de la OTAN, siguen apoyando con tropas a Turquía en la crisis siria.

Estados Unidos y Rusia han apoyado a los kurdos de Siria mientras les han sido útiles y les han abandonado cuando ya no les necesitaban. Pero se equivocan con estas políticas “pragmáticas” porque, como se ha visto en la crisis de los refugiados, las concesiones a Turquía les están dando un poder en Oriente Medio que en el futuro irá contra los intereses occidentales, convirtiéndole, junto a Rusia, en las potencias que controlen esta estratégica región.

-Con respecto al Kurdistán sirio, ¿cómo observa el proceso político y social iniciado en 2012 con la declaración de la autonomía de la región?

-El Partido de la Unión Democrática (PYD) y las Unidades de Protección del Pueblo (YPG/YPJ) impidieron que los grupos islamistas se hicieran con el control de Rojava, y han puesto en marcha una alternativa de pluralismo social, cultural y religioso que puede ser una referencia para el resto de Siria. De forma especial, hay que destacar el protagonismo que en este proceso han tenido las mujeres. Las jóvenes kurdas han hecho más por la mujer de Oriente Medio y de los demás países musulmanes que todas las organizaciones feministas del mundo. Ahora, es el momento de integrar en este proceso a otras organizaciones kurdas que han sido y siguen siendo importantes en Siria, hasta ahora marginadas en el gobierno autónomo. Hoy, más que nunca, es necesario conseguir y hacer el máximo esfuerzo para crear un frente común en la defensa de Rojava. Como se está viendo en Afrin, está en juego la propia existencia del Kurdistán sirio y los dirigentes políticos deben estar a la altura para hacer frente conjuntamente a esta trascendental coyuntura histórica.

-¿Existe una posibilidad real de un diálogo serio y constructivo entre el gobierno de Siria y la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria?

-Teniendo en cuenta que Damasco, con el apoyo de Rusia, ha ganado la guerra en Siria y se encuentra en una posición de fuerza, parece difícil que el gobierno de Al Assad acepte las condiciones kurdas en una negociación. Pero también es cierto que la Siria del futuro no podrá ser tan centralista como la de antes. Damasco tendrá que aceptar, en un hipotético proceso constitucional, alguna forma de autonomía, aunque solo sea a nivel municipal, además del funcionamiento legal de los partidos kurdos. En este sentido, cuantos más apoyos internacionales tengan los kurdos, especialmente de la nueva administración norteamericana y de la Unión Europea, a través de Francia, más posibilidades habrá de que Rusia y Damasco respeten las conquistas alcanzadas hasta ahora.

-Teniendo en cuenta su experiencia con el pueblo kurdo, ¿cómo imagina su futuro en Oriente Medio?

-Como he dicho al principio, el principal problema de la causa kurda es el sentido hegemonista de las organizaciones más importantes. Eso supone que será difícil poner en práctica un proyecto político conjunto, pero el trabajo realizado por esas organizaciones en las distintas partes del Kurdistán exigen el reconocimiento en cada Estado, tarde o temprano, de alguna forma de autonomía, bien a nivel regional o municipal. En este sentido, y teniendo en cuenta la actual globalización de las comunicaciones que han eliminado en la práctica las antiguas barreras fronterizas, se abre un amplio espacio para estrechar las relaciones entre las distintas partes del Kurdistán, a través de proyectos e iniciativas, sobre todo, de carácter cultural, social e incluso económico. Lamentablemente, cualquier forma de cooperación política entre las distintas partes del Kurdistán no podrá ni siquiera intentarse mientras continúen los sistemas dictatoriales de Turquía e Irán, que rechazan cualquier concesión a los derechos del pueblo kurdo.

FUENTE: Leandro Albani / Revista Sudestada

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