El columnista del periódico Evrensel, Yusuf Karataş, fue condenado a 10 años y seis meses de prisión el mes pasado por ser miembro activo del Congreso de la Sociedad Democrática (DTK), una plataforma de asociaciones y movimientos kurdos ahora prohibida en Turquía.
¿Por qué Yusuf fue castigado con tanta severidad? Para responder a esto, primero debemos echar un vistazo al DTK.
La organización era un actor dinámico en la política turca: muchos de los diputados, ministros y asesores del primer ministro del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) asistieron a las reuniones del DTK, en incluso el DTK hizo presentaciones en el parlamento turco.
Sin embargo, la Corte Suprema de Estambul criminalizó al DTK después del fallido proceso de paz de 2015 entre Turquía y el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), y dictaminó que la ONG era equivalente a la ilegalizada Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK), una organización paraguas que incluye el PKK. El PKK ha estado luchando por el autogobierno kurdo en Turquía desde 1984 y está designado como organización terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
Después del fallo del tribunal, los procedimientos legales y las sentencias comenzaron a caer rápidamente sobre los miembros y delegados del DTK, excepto aquellos que pertenecían al AKP.
Antes de la prohibición de la organización, Yusuf asistió a las convenciones del DTK sobre trabajo estacional e inmigración junto con muchos académicos, activistas y políticos. Es incomprensible que Yusuf haya sido castigado por más de 10 años solo por asistir a esas reuniones.
La explicación de su asistencia fue la siguiente:
Participé en las actividades del DTK, que se estableció como una plataforma donde se reunieron diferentes círculos políticos, instituciones e intelectuales, y realicé talleres y encuentros sobre la solución de la cuestión kurda y los problemas socioculturales relacionados en la región.
En este contexto, mi participación en un panel sobre los desarrollos en Medio Oriente, un congreso de trabajadores agrícolas estacionales y un taller sobre trabajo en el Foro Social de Mesopotamia se dieron como justificación para acusarme de la membresía a una supuesta organización terrorista. Además, el tribunal, que ni siquiera me vio la cara, elevó la pena alegando que yo era “propenso a la delincuencia”. En la acusación, se alegó que mantuve “reuniones organizativas secretas”, aunque probé que eran reuniones abiertas para entrevistar a mis compañeros y amigos periodistas.
Este caso no es legal sino de persecución política. Tras el fracaso del intento del gobierno de instrumentalizar la cuestión kurda para sus propias políticas, estas demandas (en mi contra) se presentaron sobre la base de años de escuchas clandestinas para obtener represalias políticas. Por lo tanto, mi defensa de la solución democrática para el problema kurdo y la resolución de escribir sobre estos puntos de vista en mis artículos en Evrensel se consideró suficiente para ser castigado. Sin embargo, continuaremos escribiendo los hechos y defendiendo la paz. Y sabemos que estos casos se convertirán en un desperdicio cuando termine este período oscuro que ha caído sobre el país como una pesadilla.
En resumen, Yusuf ha sido castigado por estar con los kurdos. Su persistencia en el periodismo y sus escritos sobre la cuestión kurda y Medio Oriente, también parecen jugar un papel importante en este vicioso fallo. Ahora, la nueva tendencia es castigar a los periodistas a través de actividades como reuniones y conferencias de prensa en lugar de sus actividades periodísticas.
Hacerlo, evita que las organizaciones internacionales de derechos humanos hagan demasiado ruido, porque todo el mundo duda cuando se menciona al DTK en las acusaciones. Las organizaciones de derechos humanos y los grupos de periodistas deben hablar más sobre el severo castigo que recibió Yusuf. La acusación en su contra es un intento de crear un “terrorista” a partir de un periodista, y estos grupos lo intentan en vano pero no pueden quitarle la etiqueta.
Al terminar este artículo, me enteré de que los corresponsales de la Agencia Mesopotamia, Adnan Bilen y Cemil Uğur, el reportero de JinNews, Şehriban Abi, y el periodista Nazan Sala fueron arrestados después de informar que soldados turcos arrojaron a dos aldeanos de un helicóptero militar en la provincia oriental de Van. La acusación en su contra fue “informar sobre hechos sociales contra el Estado”.
Las protestas o disturbios ocurren cuando la gente no está satisfecha con el Estado, y los periodistas informan sobre estos hechos porque es parte de su trabajo. Hoy se puede arrestar a cuatro periodistas por una acusación así de tragicómica en Turquía. Los estados de la libertad de expresión y de información en Turquía son lamentables, y el gobierno todavía insiste en que “el periodismo es un crimen”.
FUENTE: Nurcan Baysal / Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina