Hace quince años, en su ensayo “La nube oscura sobre Turquía”, Yaşar Kemal señaló: “La gente de Turquía ha sido mantenida en la ignorancia. Los periódicos tienen prohibido escribir sobre el drenaje. El golpe de Estado del 12 de septiembre de 1980 no solo obligó a los intelectuales a mantener la cabeza gacha, no solo arrojó a la cárcel a cientos de personas y las torturó. El país entero se encogió de miedo, se degeneró y se alejó de la humanidad”. Hoy, como escribe Akın Olgun, hay una vez más “un clima de miedo”.
La gente se despierta en Turquía todos los días para escuchar noticias de nuevos arrestos y detenciones en operaciones. Los objetivos de estas operaciones son periodistas, abogados, activistas por la paz, usuarios de redes sociales y el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP), el tercer partido más grande del país.
Esta situación cotidiana, que todos conocen, enciende la situación política actual y también profundiza la polarización social. Las causas de la crisis económica y sus impactos se atribuyen a enemigos imaginarios creados por los medios de comunicación, el Poder Judicial y las fuerzas de seguridad, a través de la dirección central del gobierno.
Los “enemigos” condicionalmente parecen ser kurdos, armenios, griegos y las “potencias occidentales celosas de Turquía”. El más “moderado” de los “enemigos imaginarios” es el HDP, que constituye la principal organización política que lucha por la democracia en Turquía. No sorprende a nadie, por supuesto, que esté siendo un objetivo. Los objetivos de todas estas operaciones, incluidos varios políticos electos, alcaldes, periodistas, abogados, activistas por la paz y usuarios de las redes sociales, se encuentran ahora en prisiones en Turquía.
Enemigos imaginarios
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, alzando la voz contra estos “enemigos imaginarios” creados, proporciona instrucciones de intervención al Poder Judicial. Al proporcionar la base inmediata para implementar un clima de miedo, en realidad está tratando de crear un “jardín de rosas sin espinas”.
El presidente está tratando de eliminar a todo oponente percibido, mediante prácticas antidemocráticas del gobierno a través del Poder Judicial. El silencio es el resultado principal del miedo.
El gobierno infunde miedo para desanimar a quienes intentan mantener viva la lucha. El ejercicio del poder se muestra más brutalmente en la violencia estatal, que se dirige experimentalmente sobre sus víctimas elegidas. Permite vislumbrar lo que le sucederá a la sociedad en general en el futuro.
Lo que está sucediendo ahora ha ido más allá de las prácticas de la década de 1990: ejecuciones extrajudiciales, asesinatos no identificados, desapariciones forzadas bajo custodia y quema de pueblos.
Las operaciones llevadas a cabo recientemente en las regiones kurdas, donde, según informes, dos aldeanos kurdos fueron torturados y arrojados desde un helicóptero militar, comienzan a resumir la situación actual. Los dos aldeanos kurdos, Servet Turgut y Osman Şiban, detenidos en el distrito de Çatak de Van, fueron torturados y arrojados desde un helicóptero. La primera respuesta del gobierno a la brutalidad denunciada y revelada por la Agencia de Noticias Mesopotamia (MA), fue imponer una prohibición de prensa.
Servet Turgut, quien estuvo en la unidad de cuidados intensivos durante 20 días, perdió la vida.
Su afirmación de que “ellos (los soldados) nos habían arrojado”, en este clima de miedo, no se puede denunciar ni encuentra un lugar para ser escuchado en la sociedad turca. Y por supuesto, se nos informa que esta declaración fue solo un “alegato”. Los periodistas que denunciaron este tema fueron detenidos por una decisión rápida del Poder Judicial. También se les confiscaron sus cámaras y equipos de grabación.
Millones de personas no están informadas sobre esta noticia, porque todo en Turquía, y la información que se presenta a la gente, ahora parece emanar de una única fuente de poder mediático.
Ocultar la verdad y apoyar la retórica chovinista, nacionalista e islamista que proyecta “cuán grandes y fuertes somos” contra los “enemigos internos y externos” creados, no solo erosiona la percepción social, sino que también crea una ilusión. La información que recibimos está muy cerca del tipo de noticias controladas por los militares en la década de 1990.
Este clima de miedo en el que se esconde la verdad puede explicar por qué la respuesta del presidente Erdogan a cada problema es “admirada” como si estuviera “sacando un conejo de su sombrero”.
El co-alcalde del municipio de Kars, Ayhan Bilgen, declaró, a través de sus abogados, que había dimitido de la oficina de la alcaldía. Afirmó, luego de ser blanco de una operación: “Hemos pasado la edad de jugar a la democracia”. Con su renuncia, también allanó el camino para que el ayuntamiento eligiera un nuevo presidente.
El gobierno respondió rápidamente a esto con una nueva operación. Así que el copresidente del municipio de Kars, Şevin Alaca, y los concejales fueron detenidos. Luego el gobierno nombró un fideicomisario (interventor), que lo primero que hizo fue rezar frente al edificio de la municipalidad bajo el control de sus guardaespaldas. El gobernador de la República “laica” de Turquía, como fideicomisario designado, dio este paso y destacó y señaló los códigos cambiantes del régimen.
Ni el arresto de los dos aldeanos kurdos que fueron arrojados desde un helicóptero, ni el nombramiento de un administrador fueron considerados de interés periodístico por los principales medios occidentales. Para estos medios, lo que determina la noticia es lo que aporta “valor” a las “sensibles relaciones económicas” con Turquía.
En este punto, si se celebrarán elecciones o no en Turquía es un debate serio. También es un reflejo de la crisis. Se subraya que no se pueden convocar elecciones si el gobierno no puede ganar. La elección también será cuestionada si existe la posibilidad de que el partido principal pierda, y ya existen métodos antidemocráticos apropiados para legitimar tales acciones futuras.
La declaración del co-alcalde de Kars, Ayhan Bilgen, de que “hemos pasado la era de jugar a la democracia” nos envía un mensaje poderoso en las actuales condiciones.
La pregunta no es cuánto tiempo continuará el “juego de la democracia”, sino cuánto tiempo los partidos de oposición permanecerán en este juego y continuarán proporcionando bases para la legitimidad de un régimen unipersonal. Por supuesto, las voces de los dos aldeanos kurdos que dijeron “nos echaron, nos echaron” permanecerán con nosotros mientras decimos la verdad.
FUENTE: Akın Olgun / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina