Combatientes rebeldes sirios se han inscrito para trabajar en una empresa privada de seguridad turca como vigilantes fronterizos en Azerbaiyán, según declaran varios voluntarios del último bastión rebelde en Siria ahora que el largo conflicto entre Bakú y la vecina Armenia muestra peligrosos indicios de escalada.
Este posible despliegue es una señal del creciente afán de Turquía por proyectar su poder en el extranjero y abre un tercer escenario de su rivalidad regional con Moscú. Ankara se encuentra inmersa en una imprevisible lucha por el poder con Rusia en los conflictos de Siria y Libia, ahora las tensiones podrían extenderse a Nagorno-Karabaj.
The Guardian ha hablado con tres hombres, que viven en el último rincón de Siria controlado por los rebeldes, y afirman que los cerca de diez años de guerra y pobreza absoluta han hecho que quieran unirse a jefes de la milicia y contratistas que les han prometido trabajo en una empresa privada de seguridad turca en el extranjero. Esperan viajar al otro lado de la frontera con Turquía antes de ser trasladados por avión a Azerbaiyán.
La llegada de combatientes extranjeros aportaría una nueva complejidad a la batalla entre Ereván y Bakú por la controvertida región de Nagorno Karabaj, un enclave considerado legalmente parte de Azerbaiyán, pero que ha sido dirigido por personas de etnia armenia desde que se declaró independiente tras la caída de la Unión Soviética en 1991. La zona atrae la atención de Occidente por ser un importante corredor de oleoductos y gasoductos.
Los enfrentamientos en julio que mataron a diecisiete personas en otra región fronteriza, así como las nuevas hostilidades en Nagorno Karabaj de los últimos días, que han dejado quince muertos hasta ahora, han suscitado la preocupación de que este conflicto latente pueda inclinarse de nuevo hacia una guerra abierta.
Turquía posee fuertes lazos culturales y económicos con Azerbaiyán, y Rusia ha estado tradicionalmente próxima a Armenia. No obstante, estos últimos años ha entablado relaciones con las élites de Bakú y continúa vendiendo armas a ambos bandos.
Mientras la mayor parte de la comunidad internacional, incluida Moscú, ha pedido una desescalada de la tensión y que se retome el proceso político en Nagorno Karabaj, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró el pasado domingo que Bakú cuenta con el apoyo total de su país.
“El pueblo turco está al lado de sus hermanos azeríes con todos sus recursos, como lo ha estado siempre”, dijo en Twitter. Más tarde, criticó a otras naciones por “su doble moral y su débil reacción” contra lo que calificó como ataques armenios.
Los observadores cuestionan que las fuerzas militares de Bakú, bien adiestradas y armadas, necesiten la ayuda de mercenarios sirios. Los hombres de la provincia rebelde de Idlib en Siria, sin embargo, aseguran que la campaña de reclutamiento comenzó hace un mes.
Dos hermanos residentes en Azaz, Muhammad y Mahmoud, que nos pidieron usar nombres ficticios debido a la delicada situación, dijeron que fueron llamados a un campamento militar en Afrin el 13 de septiembre.
Al llegar, un comandante de la división del Sultán Murad, apoyada por Turquía, les dijo que había empleos disponibles como vigilantes de puestos de observación e instalaciones de petróleo y gas en Azerbaiyán con contratos de tres o seis meses por 7.000 a 10.000 liras turcas (770 a 1.100 euros) mensuales, sueldos muy superiores a los que podrían ganar en su país.
El comandante no les facilitó detalles sobre qué entrañaba el trabajo, cuándo serían destacados, ni cuándo deberían partir hacia allí. Los hermanos tampoco sabían con claridad el nombre de la empresa de seguridad turca, ni quién abonaría sus salarios.
“Nuestro jefe nos dijo que no combatiríamos, solo ayudaríamos a vigilar algunas zonas”, dijo Muhammad. “Nuestros sueldos no nos dan para vivir, así que lo vemos como una gran oportunidad para ganar dinero”.
“No hay trabajo”, añadió su hermano. “Yo trabajaba de sastre en Alepo, pero desde que fuimos desplazados a Azaz (después de que Alepo cayera ante Assad en 2016), he intentado muchas veces practicar mi oficio, pero mi familia y yo no ganamos lo suficiente”.
Los sueldos prometidos son altísimos comparados con las 450 a 550 liras turcas mensuales que cobran los rebeldes sirios de Ankara en el combate contra el presidente sirio Bashar Al Assad.
Ankara mantiene a la oposición siria desde los primeros días de la guerra, incluso a medida que el grupo original del Ejército Libre Sirio se fue debilitando y se escindió debido a las luchas internas y al auge de elementos islamistas dentro de sus filas.
Turquía utiliza además a algunos combatientes rebeldes contra las fuerzas dirigidas por los kurdos, a pesar de las violaciones de los derechos humanos denunciadas por observadores.
Desde diciembre, Ankara ha facilitado también el traslado de miles de rebeldes sirios a Libia en calidad de mercenarios. Allí han ayudado a cambiar el rumbo de la guerra civil a favor del gobierno respaldado por las Naciones Unidas que lucha contra el señor de la guerra Khalifa Haftar.
Omar, de la ciudad de Idlib, que también pidió que no utilizáramos su nombre real, fue llamado a Afrin el 22 de septiembre junto con otros ciento cincuenta hombres. Allí, le dijeron que se preparara para partir, pero más tarde, ese mismo día, le informaron de que se había pospuesto el despliegue hasta nuevo aviso. Omar dice que pidió el teléfono de un contratista al saber de un posible despliegue y registró su nombre con el acuerdo de abonarle 200 dólares (170 euros) de su primer sueldo mensual.
“Cuando nos ofrecieron por primera vez trabajo en el extranjero, en Libia, la gente tenía miedo de ir allí, pero ahora somos sin duda miles los que estamos dispuestos a viajar a Libia o Azerbaiyán”, afirma. “Aquí no tenemos futuro”.
Como en el caso de la propuesta de Azerbaiyán, algunos hombres que viajaron a Libia declaran que también les dijeron que trabajarían como vigilantes, pero en lugar de ello se vieron obligados a combatir en el frente. Muchos también informan de que sus comandantes se embolsaron hasta el 20% de sus salarios.
Elizabeth Tsurkov, miembro del Instituto de Investigación de Política Exterior con sede en Washington DC, dice: “La comunidad internacional considera que la vida de los sirios es prescindible. Siria sirve de escenario para ajustar cuentas geoestratégicas y promover los intereses de los países que intervienen en el país a expensas de los sirios”.
“Los sirios se resistieron y se resisten aún a esta lógica, pero la ruina económica derivada de la guerra y la reciente depreciación de la moneda siria hacen que la mayoría de los sirios tengan ahora que luchar por comer. Con tan pocas opciones a su disposición, muchos están dispuestos a venderse al mejor postor”, agregó.
Varias fuentes del Ejército Nacional Sirio (SNA), principal paraguas de los grupos rebeldes sirios financiados por Turquía, así como el Observatorio por los Derechos Humanos de Siria, aseguran que ya ha llegado a Azerbaiyán un primer destacamento de quinientos combatientes sirios para las divisiones del SNA del Sultán Murad y de Al Hamza. Entre ellos, dos altos mandos: Fahim Eissa, del Sultán Murad; y Saif Abu Bakir de Al Hamza. The Guardian no pudo confirmar esta información.
Los rumores se han visto reforzados por diversos vídeos sin verificar que circulan por las redes sociales que muestran a rebeldes sirios armados viajando en camionetas y cantando canciones de guerra por una carretera de Azerbaiyán.
Tanto el gobierno de Armenia como medios de comunicación rusos alegan que hay hasta cuatro mil sirios presentes en Nagorno-Karabaj, afirmación que Bakú ha calificado de “disparate”.
El pasado lunes, una fuente del ministerio de Defensa turco dijo: “Rechazamos de plano esas afirmaciones. Nuestro apoyo a las fuerzas armadas de Azerbaiyán consiste en asesoramiento y adiestramiento militar. El ministerio de Defensa turco no se ocupa de reclutar ni trasladar milicianos a ninguna parte del mundo”.
FUENTE: Bethan McKernan / The Guardian / Artículo publicado el 28 de septiembre de 2020 / Traducción: Rojava Azadi Madrid