En la última semana, Turquía ha enviado a la provincia de Idlib un buen número de vehículos militares y refuerzos de tropas, una acción que ha disparado las alarmas ante la posibilidad de que estas unidades acaben enfrentándose a los ejércitos sirio y ruso que operan en ese distrito, en gran parte controlado por Turquía y por fuerzas rebeldes, en su mayoría yihadistas.
Los turcos entraron a través del paso de Kafrlossin. Cientos de tanques, artillería pesada y vehículos de diversa índole reforzarán la presencia militar turca en zonas rurales de Idlib, una indicación de que el presidente Recep Tayyip Erdogan está decidido a mantener el control de la provincia en contra de los deseos del gobierno de Damasco y de Moscú.
Las posibilidades de que se llegue a un enfrentamiento son altas, máxime si se tiene en cuenta que el gobierno de Damasco sufre una fuerte presión de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) para buscar la confrontación con Turquía y sacar partido de ello.
La pasada primavera, el príncipe emiratí Mohammad Bin Zayed ya ofreció al presidente Bashar Al Asad una importante ayuda económica a cambio de hostigar a los turcos en Idlib, un pacto que no llegó a concretarse al ser descubierto por Estados Unidos, pero que ahora tiene una segunda oportunidad de aplicarse.
Mohammad Bin Zayed es el enemigo número uno de Erdogan. Los dos países están enfrentados en varios escenarios de Oriente Próximo, especialmente en Libia. Además, Erdogan está convencido de que el intento de golpe de Estado de hace unos años en Turquía fue orquestado por el príncipe. Por estos motivos, sus relaciones son pésimas.
En las últimas semanas, las tropas sirias, apoyadas por las de Rusia, han estado operando intensamente en distintas zonas rurales de Idlib controladas por Turquía y sus aliados yihadistas en el marco de otro intento de Damasco de restablecer la unidad del país.
Erdogan ha jugado un papel central en la guerra desde que se iniciaron las revueltas sirias en la primavera de 2011. Fue un error grave que Erdogan no ha corregido. Como consecuencia, la situación en el norte de Siria sufrió un gran deterioro que, a la postre, llevó al presidente Donald Trump a enviar tropas al sector kurdo en el nordeste del país.
Todo este deterioro se ha complicado más de lo previsto. Esta misma semana, dos drones estadounidenses cayeron desde el cielo de Idlib, según publicaron medios locales y confirmaron fuentes del Pentágono a The American Military Times. Aunque no está claro si los drones fueron derribados o colisionaron en el aire, el incidente muestra que los americanos están más metidos en esa zona de lo que trasciende en los medios de comunicación occidentales.
En este contexto, al menos siete columnas militares turcas han penetrado en Idlib en los últimos días, y se han desplegado en distintas áreas de la provincia donde ya había tropas turcas. En medios occidentales, se señala que hay “millares” de soldados de Ankara en la provincia.
Los Cascos Blancos, una sospechosa organización de defensa civil que cuenta con apoyo occidental, creen que es probable que los ejércitos sirio y ruso causen una “catástrofe humanitaria”, y provoquen un nuevo éxodo de desplazados hacia Turquía, lo que explicaría los movimientos turcos.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), otra ONG no menos confusa que los Cascos Blancos, también apoyada por Occidente y hostil al gobierno de Damasco, confirmó la entrada en Idlib de “más de siete columnas” militares turcas en solo 24 horas. En esas columnas figuraban por lo menos 450 vehículos con equipamientos variados.
El OSDH añadió que desde el último alto el fuego, en febrero pasado, Ankara ha enviado a Idlib 5.825 vehículos militares y millares de soldados que se han desplegado en zonas, desde las cuales podrían enfrentarse al ejército sirio. En resumen, el riesgo de un conflicto bélico de mayor envergadura crece de un día a otro.
El deterioro no solo se observa en Idlib. Esta misma semana se ha producido en el nordeste del país un incidente que carece de precedentes en los seis años de presencia militar estadounidense en esa región. El incidente ocurrió cerca de la ciudad de Deir Ezzor, cuando se dispararon tres cohetes contra una base militar americana en la que también hay presencia francesa y británica.
Este suceso podría estar vinculado con otro incidente reciente, en el que las tropas estadounidenses atacaron una posición del ejército sirio en el pueblo de Tel Al Dahab, en el área de Qamishlo. La cuestión, que se aclarará en el futuro, es si el insólito ataque contra la base estadounidense es un incidente aislado, o si por el contrario significa el inicio de una campaña popular de resistencia y un hostigamiento más generalizado contra la presencia occidental en Siria.
El ataque contra la base tuvo lugar de madrugada, a una distancia de 7 kilómetros de la posición más avanzada del ejército sirio. La coalición liderada por Estados Unidos dijo que no sufrió bajas ni daños. Ninguna organización se ha atribuido el ataque, y los expertos sugieren que podría ser una respuesta de tribus locales descontentas, o incluso del Estado Islámico.
FUENTE: Eugenio García Gascón / Público