Temprano todos los días, Ilham, una mujer kurda de unos sesenta años, se levanta para dirigirse a su Mala Jin , o Casa de la Mujer, en la ciudad de Qamishlo, en el norte de Siria. Allí, con colegas que van desde adolescentes hasta mujeres de su edad, ella trata de ayudar a resolver los problemas planteados por las mujeres en su distrito.
Entre estos se encuentran la violencia doméstica y los llamados “asesinatos por honor”. Mala Jin ayuda a las mujeres a abandonar parejas abusivas, apoya la independencia económica y se organiza contra el sexismo y la violencia en la comunidad.
Ilham escucha y da seguimiento a casos individuales, visitando a las mujeres que le han confiado. Desde el establecimiento de la primera Mala Jin en 2012, el movimiento de mujeres las ha extendido a pueblos y ciudades. Se consideran entre las instituciones más eficientes que abordan los problemas sociales de las mujeres y son una de las razones por las cuales las personas se refieren a los logros en esta región como “una revolución de las mujeres”.
Mucho antes de que se formara la coalición liderada por Estados Unidos contra ISIS, las mujeres kurdas estaban a la vanguardia de la guerra contra ISIS y los grupos afiliados a Al Qaeda en el norte de Siria, un área que los kurdos llaman Rojava o Kurdistán Occidental.
En 2013, las mujeres formaron las Unidades de Protección de las Mujeres autónomas (YPJ), que junto con su homólogo masculino, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y otras unidades, conformarían las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que en 2019 pusieron fin al control territorial de ISIS.
Las mujeres combatientes siempre han tenido claro que son la fuerza de autodefensa de un proyecto emancipatorio más amplio, una revolución social con la liberación de las mujeres en el corazón de la lucha por una sociedad libre.
Desde julio de 2012, la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES) ha tomado medidas notables para establecer los derechos de las mujeres en todas las esferas de la vida. Sus documentos legales consagran la igualdad de género y la lucha contra la violencia contra las mujeres como principios básicos.
En todas las partes de la Administración Autónoma, se implementa un sistema de copresidencias, mediante el cual una mujer y un hombre comparten el poder y la responsabilidad por igual. Las mujeres son las principales negociadoras políticas en nombre de su región. Hay muchas comunas de mujeres de base, asambleas, cooperativas y academias.
Pero todos estos logros están bajo ataque de las operaciones militares turcas en el norte de Siria.
“Rama de Olivo” y “Primavera de Paz”
Durante años, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, en Turquía, ha insistido en que no hay diferencia entre ISIS y el sistema de autogobierno kurdo mayoritario de Rojava. Ambos son vistos como amenazas terroristas a la seguridad nacional turca. Turquía lanzó dos operaciones militares importantes, con el objetivo de ocupar estas regiones: “Rama de Olivo” en Afrin, en enero de 2018, y “Primavera de Paz” en la zona fronteriza entre Serekaniye (Ras Al Ain) y Gire Spi (Tel Abyad), en octubre de 2019.
El ejército turco, el segundo más grande en la OTAN, es ayudado fuerzas que se llaman “Ejército Nacional Sirio” (ENS). Esta es una unión de batallones con ideologías islamistas radicales, entrenados, armados y financiados por Turquía.
Organizaciones como Amnistía Internacional (AI) han documentado los crímenes de guerra y los abusos contra los derechos humanos cometidos por Turquía y sus aliados en Afrin.
Poco después de lanzar “Primavera de Paz” en el otoño pasado, el presidente Erdogan utilizó el lenguaje de la limpieza étnica, diciendo que las áreas que consideraba parte de su “zona de seguridad” no eran “adecuadas para el estilo de vida de los kurdos”, sino para el de los árabes. Como en Afrin el año anterior, Turquía planea diluir y desplazar a la población kurda y asentar a los árabes en el área.
Los informes de derechos humanos sobre la campaña “Primavera de Paz” confirman asesinatos, asaltos, secuestros, saqueos y desplazamientos forzados a gran escala y sistemáticos, lo que es consistente con los crímenes de guerra y los abusos contra los derechos humanos documentados en Afrin. Según las cifras proporcionadas por la ONU, 100.000 personas fueron desplazadas solo dos días después de la operación. El número se duplicó en dos semanas.
Desde el terreno, el Centro de Información de Rojava (RIC) documentó el impacto de las invasiones turcas en la lucha en curso contra las células durmientes de ISIS. Sus hallazgos demuestran que ISIS ha sido significativamente potenciado por los ataques turcos, y sus prisioneros pueden huir y reagruparse.
Secuestrado, torturado y asesinado
Visité por última vez la región poco después de la invasión turca de Afrin, en la primavera de 2018. En la Asamblea de Mujeres de Manbij, mujeres de etnias turcomana, árabe, circasiana y kurda, que habían vivido bajo ISIS durante años, hablaron sobre sus nuevos proyectos para transformar sus comunidades y acabar con la violencia contra las mujeres.
Una maestra turcomana, que había presenciado ejecuciones públicas, enfatizó que cualquier invasión turca dañaría los esfuerzos de coexistencia de la comunidad y provocaría violencia étnica y religiosa. Sus preocupaciones fueron confirmadas un año después.
Para las mujeres, los lugares ocupados por Turquía, como Afrin, donde se formaron las YPJ, ya no son reconocibles. Las ideologías extremistas y la conversión forzada se imponen a las comunidades no musulmanas, como los yazidíes. Las mujeres casi han desaparecido de la esfera pública. La estructura y la organización de todas las mujeres, creadas desde 2012, han sido disueltas por la ocupación. Los datos producidos por la investigadora Meghan Bodette, y reproducidos por New Internationalist, documentan que docenas de mujeres son torturadas y secuestradas para luego pedir rescates.
Un informe de la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre la República Árabe Siria, afirmó que “al atacar a casi todos los aspectos de la vida de las mujeres kurdas en el distrito de Afrin y, progresivamente, en las zonas afectadas por la Operación Primavera de Paz, los grupos armados generaron un miedo palpable, violencia y coacción entre la población kurda femenina”.
Una de las atrocidades documentadas en la invasión del Estado turco a Afrin fue la mutilación del cuerpo de la luchadora de las YPJ Barin Kobane, cuyo cadáver fue filmado, expuesto, violado y arrastrado por el suelo, rodeado de extremistas. Del mismo modo, el cuerpo de la luchadora de las YPJ Amara Renas fue filmado siendo abusado por las fuerzas de Turquía. Tres días después de la invasión Primavera de Paz, Hevrin Khalaf, una joven activista y líder del Partido Futuro Sirio, fue sacada de su vehículo, torturada y asesinada por Ahrar Al Sharqiyah, una de las fuerzas extremistas dentro de la Siria respaldada por Turquía. Los asesinatos al estilo de ejecución y la tortura sexualizada de mujeres combatientes kurdas se han comparado con los métodos empleados por ISIS en el pasado, pero también tienen una larga historia en el ejército turco.
Sosin Qamishlo, miembro del Consejo Militar de la región de Jazeera y portavoz de las YPJ, me dijo: “En nuestra opinión, ISIS y el Estado turco son fuerzas de ocupación que comparten el mismo método y lógica. Al atacar conscientemente a las mujeres en particular, el Estado turco y sus mercenarios utilizan los mismos métodos que ISIS para romper la resistencia de las mujeres. La forma en que los kurdos, árabes, armenios, sirios, asirios y turcomanos en la región comenzaron a organizarse es una espina tanto para ISIS como para el Estado turco”.
¡Llamado a todas las mujeres!
Evîn Swed, portavoz del Kongreya Star, la organización paraguas para el movimiento de mujeres en Rojava, informó que aunque sus estructuras han sido destruidas en las áreas ocupadas por Turquía, las activistas han continuado su organización autónoma de mujeres como desplazadas internos en ciudades cercanas y campos de refugiados.
“Aceptar la ocupación no es una opción –dijo Evîn-. Durante los últimos nueve años, esta región y las diferentes comunidades que viven en ella han resistido todo tipo de ataques y violencia, incluidos los planes para desplazarlos por la fuerza”.
Evîn comparó la mentalidad y los métodos empleados por la invasión turca con la naturaleza patriarcal de la violencia de ISIS, citando casos de violación sistemática, agresión sexual, asesinato, matrimonio infantil y forzado. “Lo que todos (los agresores) tienen en común es una mentalidad sexista y el deseo de romper el libre albedrío de las mujeres”.
Según Evîn, las mujeres que aún se encuentran en estas regiones y son conocidas por su trabajo con el Kongreya Star y las estructuras afiliadas, son amenazadas y agredidas.
La pandemia del coronavirus actualmente agrava la crisis humanitaria preexistente causada por las campañas militares turcas. La estación de agua de Alouk, ubicada en Serekaniye, fue tomada por Turquía y sus aliados, y ahora se utiliza para cortar el suministro de agua a las regiones kurdas. Según una declaración emitida por Human Rights Watch (HRW), en abril de 2020, estas medidas restringen el agua a al menos 460.000 personas en la gobernación de Hasakeh, que alberga a decenas de miles de refugiados internos y prisioneros de ISIS. A principios de esta primavera, Turquía comenzó a bombardear la región de Shehba (también conocida como Shahba), hogar de la población desplazada de Afrin.
A pesar de las probabilidades en su contra, el movimiento de mujeres está decidido a continuar la lucha. En respuesta a las invasiones turcas, cientos de miles de mujeres de las diferentes comunidades en el norte de Siria han salido a las calles. En el Día Internacional contra la Violencia contra las Mujeres, todas las organizaciones de mujeres en el norte de Siria organizaron grandes manifestaciones en toda la región bajo el lema “La ocupación es violencia”. Estas acciones locales se hicieron eco de las acciones feministas en todo el mundo bajo la campaña #WomenDefendRojava
“Día y noche, nos comprometemos a luchar contra la ocupación -afirmó Evîn-. Nuestro objetivo es que estas áreas se liberen y que nuestra gente tenga un retorno digno. Ambas cosas deben ser dirigidas por las mujeres organizadas y libres”.
De manera similar, Sosin reafirmó la determinación de las YPJ: “La mentalidad sexista de los ocupantes piensa que brutalizar a las mujeres pacificará a la población, pero vemos que está sucediendo lo contrario. Como YPJ, pero de manera más general, como movimiento de mujeres en el norte y este de Siria, estamos más decididas que nunca a luchar contra la ocupación. Hacemos un llamado a las mujeres de todo el mundo a apoyar la revolución de las mujeres. Como YPJ, haremos que los ocupantes rindan cuentas a través de la resistencia. La resistencia es vida”.
FUENTE: Dilar Dirik / New Internationalist / Traducción y edición: Kurdistán América Latina